En épocas del siglo XVIII el rey y príncipe tenían el poder hacia quienes ellos quisieran, tanto así para obligarlos a cosas que ellos no deseaban...
Como casarse...
Ahora tendrá que soportar un muy berrinchudo esposo. El cual amaba pero....
Yoongi...
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Pov Yoongi
Si, hoy era, el torneo del anillo. Estaba nervioso, la verdad estaba preocupada por Jimin, claro, no debía enterarse, más de lo que ya está enterado. Ahora nos estábamos alistando para el torneo, bueno, Jimin estaba preparándose mientras yo estaba sentado en una silla comiendo una ensalada de atún mientras las criadas me maquillaban y según ellas ''me daban una manita de gato''.
- ¡Listo príncipe Min! – Señala Wendy, una de las criadas, era muy buena maquillando, ella se maquillaba y le quedaba muy bien ¿Cómo maquillaría a un hombre? Pues descubrámoslo. Volteó a verme al espejo con una sonrisa que claramente fue desvaneciéndose por lo que mis ojos veía ¡¿QUE MIERDA ¡? Sé que no debo decir groserías, pero joder, estoy hecho un payaso. Tenía plastas de maquillaje banco ¿Pero si ya eras blanco? IMAGÍNATE AHORA, joder, y eso no es lo peor, tenía una gran peluca blanca y mis labios rojo intenso, si, me miraba ridículo.
- ¿Te gusto? – Pregunto Wendy, en realidad el maquillaje no estaba tan mal, a excepción de lo blanco de mi apariencia, pero era demasiado, yo creí que un poco de polvo, labial y listo ¿Para qué exagerar?
- E-emm.... ¡S-siiiii! – Alzo las manos en señal de que me encanto la tragedia que me hizo.
- ¡Muy bien príncipe Min! – Exclama feliz y va al ropero a sacar algo, lo que parece ser un gran vestido - ¡Tarann! – Sonríe.
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- ¡¿Eso me voy aponer!? – Pregunto impactado.
Era un vestido de mujer, DE MUJER, muy bien parece que en la realeza no hay homofóbicos, raro pero me gusta. Lo que me preocupaba era que el vestido tenía una cintura muy pequeña, de mujer, no tenía la cintura de esa medida, espera, la puta madre si la tengo ¿Por qué tengo que estar tan flaco? Mi mama vende pan como no engorde todo este tiempo.
- ¡Claro príncipe Min! – Se acerca a mí con una sonrisa en su rostro - ¡Por favor largo el príncipe se tiene que cambiar! – Grita e inmediatamente la servidumbre se va – Tranquilo príncipe Min vera que le queda bien – Sonríe.
Yo solo asiento ante eso y me cambio, cuando ya me he despojado de todas mis prendas ella señala se acerca a mí y me mete por el torso una crinolina un poco grande. Después de jadeos por la brusquedad que me la puso se aleja de mí con una sonrisa en su rostro.
