Yo, sastre de rimas.
Tú, la bohème de prosa.
Un desastre con prisas,
sutil, pero con botas.
Malacostumbrado al frío,
inciertos han pasado,
y bajo mi ceño fruncido
guardo vals de enamorado.
Para avalancha
son pardos y profundos,
que se me clavan
en lo relativo a un segundo.
Si decides entonar en braille,
yo te copio con metáforas,
y cuando dibujemos el baile,
saco mi cuaderno de bitácora.
Mar rojo todo a estribor
y náufrago de tu inmensidad,
cuando la noche tomó voz
con besos decidimos callar.
Rosada piel que ardes
en mis manos heladas,
luz tenue que lates
prendiendo la llama.
Contaría lunares
como farolas de camino al Prado,
para recordarte
cuando nos perdimos entre los charcos...
