-Capítulo 8-

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Luz se bajó del subte molesta y un poco manoseada de tanto caudal humano que albergaba el vagón de la línea

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Luz se bajó del subte molesta y un poco manoseada de tanto caudal humano que albergaba el vagón de la línea. Odiaba viajar en subte, pero sobre todo agradecía que fuese otoño y la temperatura no era muy elevada.

Viajar en subte en verano era un horror absoluto. El pensamiento se le cruzó por la mente y no pudo evitar un estremecimiento de disgusto mientras ascendia por las escaleras de la formación.

Cuando el sol del día pegó en sus ojos se arrepintió de no haber traído consigo sus gafas oscuras. Generalmente las utilizaba para disimular su ojo completamente negro en público pero con sorpresa había notado que la gente parecía no notar su cambio. Las personas no eran realmente buenas observadoras y por eso dejó de llevar sus lentes en todo momento, como lo hacia al comienzo de todo. De hecho llevar las lentes de sol en todo momento le resultaba más sospechoso a las personas que si no llevaba nada que cubriera esa imperfección, que era la única prueba de su don paranormal.

Caminó por la avenida, tres cuadras bajo el sol partido hasta que dió con el frente amplio de la Clínica San Francisco en donde trabajaba su madre. Era una clínica de primera, tenia el estacionamiento en el subsuelo y utilizaba todo el espacio de la vereda para su imponente edificio con frentes de ladrillos rojos. Las puertas eran automáticas y adentro todo era luminoso y blanco. Parecía extraño que su madre se hubiera esfumado tan inesperadamente de un sitio como ese que hasta tenía guardias en la puerta para cualquier eventualidad.

Fue a la recepción general y se acercó tímidamente. No sabría si la reconocerían, ella no solía ir al trabajo de su madre, exceptuando alguna eventualidad importante que no podía ser aplazada. A Victoria no le gustaba tenerla rondando por allí mientras ella debía ocuparse de sus pacientes y varías veces había dejado en claro su disgusto al verla aparecer por el edificio.

Luz trató de pensar por quién preguntaría, cuando recordó el nombre de la enfermera con la que había hablado la última vez antes de esfumarse de la faz de la tierra.

— Hola, discúlpame. ¿La enfermera Dolores O' Brien, se encuentra de turno?.

— ¿Quién la busca? — Dijo la recepcionista un tanto bruscamente.

—Soy Luz Müller la hija de Victoria Rupert...—Contestó en un susurro la joven.

La recepcionista levantó su mirada y escrutó a la joven rubia que le hablaba. La reconoció segundos después y dijo:

—Tercer piso, ya debe estar guardando sus cosas para irse, su turno se terminó hace poco... preguntá en el mostrador de cirugía. A lo mejor la encontrás.

—Gracias— Contestó Luz y se dirigió al ascensor. En menos de lo que se tarda en dar un suspiro ya estaba en el tercer piso. En el mostrador de arriba había otra recepcionista que parecía la hermana gemela de la de abajo. Llevaba el mismo atuendo y hasta el peinado de cabellos castaños era idéntico.

—Hola, buenos días, estoy buscando a Dolores O'Brien...soy la hija de Victoria Rupert, la neuróloga que...— no podía decir la frase completa, a parte ¿Cuántas neurólogas habían desaparecido en aquella clínica? Se detuvo antes de agregar más. La recepcionista la miró y levantó el teléfono.

The Pledge  (Libro # 2 de The path )Where stories live. Discover now