Prólogo

187 2 0
                                    

Un zumbido, dentro de mi subconsciente quizás. Me siento aturdida y confundida. Cada intento por recordar parece una lucha totalmente perdida. Siento frío, pero no estoy en condiciones de ponerme a temblar. Traté de calmar mis voces internas para prestar atención a lo que sucedía a mi alrededor. No sé qué pasó.

Tick, tack, tick, tack. No había un reloj, sólo mi cabeza. Los segundos transcurrían cada vez más lentos, como si alguien allá afuera estuviera gozando de mi sufrimiento; incluso tal vez se estaba riendo de mi situación. Cada instante le sabía a gloria pura, de seguro.

El destino estaba totalmente involucrado. Este es mi destino. La oscuridad me comía por fuera al mismo tiempo que lo hacía por dentro. Sentía un dolor en el pecho; como si algo me faltase y el hoyo dentro de mi alma cada vez se hiciese más grande, me estaba quedando vacía.

¿Alguna vez alguien te han dado un susto repentino? Sí, de esos que sientes que tu corazón se suspende en el aire un instante y luego baja de golpe para volver a latir con determinación. Justamente es como yo describiría esa sensación en mi cuerpo. Sólo que... mi corazón aún no volvía a latir.

Tengo miedo, y mucho a decir verdad. Nunca me había sentido tan aterrada en toda mi vida. Supongo que es el hecho de que nunca me vi en una situación así.

No tengo la menor idea de qué va a suceder después; por lo tanto he estado tratando de recordar qué pasó antes. Por más esfuerzo que hago mi mente sólo logra lanzarme imágenes un tanto borrosas y confusas a la vez, eran pequeños flashbacks sin conexión alguna.

Lo escuché decir mi nombre, una y otra vez; había algo en su voz que me tranquilizaba. Esta no era la ocasión. Yo sólo tenía miedo. Intenté buscar una vez más en el fondo de mi subconsciente, buscando algo más que perdido, arrebatado: un recuerdo.

Fue ahí donde un rayo de esperanza, quizás, cruzó por mi cerebro. Hubiese preferido no haber recordado nada, pero el daño ya estaba hecho. Recuerdo el cristal romperse en mil y un pedazos; cada fragmento viajando rápidamente hacia él, hacia mí. Sentí una brisa en mi rostro, me sentí suspendida por unos instantes. De repente todo se tornó en cámara lenta, las luces se apagaron y hasta el momento no se han vuelto a encender.

Me aferro a la creencia de que el dolor que estoy sintiendo en este instante es a consecuencia de los cristales en mi cuerpo y no alguna otra razón. El sufrimiento me consume y ya no tengo a nadie. El agujero continúa expandiéndose y sé que no se detendrá. Sé que no lo volveré a ver a él ni a nadie, algo en mi mente me lo dice.

Tick, tack, tick, tack. Eso sí es un reloj, o eso creo. El nivel de alcohol en mi sangre es lo suficientemente alto como para no distinguir realidades definitivas. Mis dedos comienzan a sentir de nuevo, había olvidado cómo era eso.

El frío se desvanece poco a poco, como si una capa se desprendiera de mí o yo estuviese mudando de piel. Me encuentro sobre algo suave y delicado. Intento moverme pero aún no recupero el control total sobre mí.

La atmósfera ha cambiado y por fin he logrado callar el zumbido. Mi lluvia de ideas repentina parece haber cesado, todo parece en calma otra vez. Me siento en calma.

Escucho un ruido a la distancia, justo estaba pensando que había perdido esa habilidad también: la habilidad de escuchar. Simplemente mis sentidos no están en buenas condiciones. Mis ojos se abren lentamente; pareciera que había dormido una larga siesta. El vacío, el dolor, la punzada; todo ha desaparecido. Parece arte de magia.

No puedo creer lo que tengo ante mis ojos. He vuelto. No, no he vuelto. No puedo hacerlo. Me pongo de pie y caigo al suelo, como si este me hubiera atado a él. Intento una vez más, lo mismo sucede.

Tick, tack, tick, tack. Mismo reloj, misma casa. El dolor llega una vez más de sorpresa y sé que ahora está para quedarse. Realmente alguien me quiere ver sufrir. Mi alma se consume y estoy quedando expuesta lentamente, de adentro hacia afuera.

Miro a mi alrededor, prestando atención a cada detalle del lugar en el que estoy. Todo tal y como lo dejé. La sensación de estar aquí presente es tan familiar pero a la vez tan lejana. Ya no pertenezco a este lugar, nunca lo hice. Es ahí donde me doy cuenta de mi estado. No hay nada que revertir.

Estoy atrapada.

LimboWhere stories live. Discover now