[4] Más allá y más acá

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Pasaron un par de días hasta que volví a encontrarme con Cecily y juro que jamás quiero volver a ver a alguien en ese estado tan vulnerable. La encontré destrozada emocionalmente, tirada junto a la reja de la propiedad.

—No puedo, Alina, no puedo —dijo entre sollozos.

— ¿No puedes qué? —me senté junto a ella.

—Cruzar. No tengo el valor para hacerlo. Ni siquiera sé cuánto llevo intentando cruzar. El día y la noche es lo mismo para mí. No tengo el valor para irme aún.

— ¡Ay! ¡No sabes cuánto me alegra que sigas aquí! —ella me volteó a ver.

—Pensé que mi alma estaría mejor perdida que aquí sufriendo —apenas le entendía lo que decía, estaba llorando bastante.

—Shh, shh, shh —traté de calmarla— No puedo asegurarte que todo va a estar bien. No puedo prometerte que te encontraré a alguien y lo forzaré a enamorarse de ti. Pero lo que sí te puedo decir es que empezaré a buscar alguna otra manera para que puedas salir de esta horrible condena. No lo mereces. Nadie lo merece.

— ¡¿Qué?! —me gritó casi al oído.

—Sí, lo que escuchaste. Te ayudaré a salir del limbo, no importa lo que tardemos.

—Gracias, gracias, gracias —dijo aun llorando y me abrazó—Te prometo que no te arrepentirás, en serio. De hecho, prometo ser tu ángel guardián si es que llego al cielo —una sonrisa se dibujó en mi rostro cuando dijo eso.

—Bueno, vamos adentro, está haciendo bastante frío. No quiero que mueras congelada.

—No puedo, ya estoy muerta.

—Oh, cierto —me di cuenta de lo tonto que fui al decir eso—Bueno, sólo entremos. Un poco de compañía femenina me iría bien. Sigo sin acostumbrarme a estar con los chicos en este gran lugar.

Recorrimos el jardín de regreso a la casa y nos sentamos en la sala a platicar. Leo, Alex y Nick habían salido a hacer varios mandados así que tomamos ventaja de eso para hablar honestamente.

—Primeramente, creo que deberíamos conocernos mejor. Digo, ya que básicamente serás nuestra "compañera de cuarto" o mejor dicho de vivienda. Necesito saber con quién estoy lidiando. Y no, todo lo que hiciste o dejaste de hacer no me interesa. Quiero saber de ti. Tus sueños, tus mayores miedos y demás.

—Yo ya te conozco, Alina. Y a los demás Lo sé todo, he visto de todo, puedo leer sus mentes.

—No vuelvas a hacer eso, es macabro y raro. Y me pone muy incómoda. Pero bueno, empezaré por conocerte a ti. ¿Te parece si hacemos cinco preguntas? Las que sean.

—Bien, dispara —dijo Cecily. Estaba sentada al otro lado de la habitación tapada con una cobija. No sabía si en realidad podía sentir frío del todo pero se veía muy cómoda.

—Uno: tu nombre completo.

— ¿Uh, es enserio? Solo llámame Cecy, o Cecily —con la mirada, prácticamente la obligué a que me dijera todo su nombre—Bueno, me llamo Cecily Isabella Liejett Gardenia.

— ¿Liejett? ¡Es un apellido raro! ¿Quién era tu padre?

—Maximiliano Liejett, industrias Liejett. Y eso, mi amiga, contó como segunda pregunta.

— ¡Oh, pues! ¿Industrias Liejett? ¡Eso explica la casa! Tu familia era súper rica.

—Aún lo es —dijo Cecy en voz baja.

—Claro, lo olvidé, tus padres aún viven, ¿sabes a dónde fueron? —negó con la cabeza, se le veía triste.

—Lo que te dije. Se largaron tan lejos como pudieron. Quizás estén en el otro extremo del mundo. No lo dudo.

LimboWhere stories live. Discover now