[32] Promételo

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— ¿Qué hora es? —esa pregunta se estaba escuchando mucho últimamente.

—Cuarto para las diez —Nick hizo favor de informarnos.

—Y aún no tenemos noticias de la sentencia del juicio de Cecily —suspiró Nayma.

—Estoy seguro que darán la sentencia justo en el último minuto, sólo quieren asustarnos.

—No te preocupes, sé que llegarás al más allá —Alina me besó.

— ¿Lo ves, Alina? Pudiste haber esperado a que cambiáramos de cuerpo para besarla, no usar mis labios para sus fines románticos —Nayma llevó la mano a su boca. Todos reímos, era la primera vez que reíamos así en varios días.

—Los voy a extrañar —finalmente solté.

— ¡No, no, no! Vamos a empezar con el sentimentalismo otra vez —Valeria se tiró en el sofá, encima de Nick.

—Déjala hablar, son sus últimas horas.

—No saben cuánto les agradezco, chicos, a todos y cada uno de ustedes. Primeramente, a Alina, quién se sacrificó para ayudarme de algún modo. A ti, Leo, que casi mueres arañado por tu novia por proteger mi secreto. A Nicolás, por insistir en buscar respuestas a las preguntas olvidadas. A Alex, por ser tan...tan...tan... ¡Alex! A mi mejor amiga Eleanor, por un millón y medio de cosas que ha hecho por mí en los años pasados y actuales. A ti, Nayma, y tus dones, por dejarme entrar en tu mente y finalmente...

— ¡A la guapísima de Valeria! Por ser tan buena amiga, hermosa persona y tener al novio más sexy del mundo —Vale me interrumpió, todos reímos a carcajadas. El estómago me llegó a doler.

—Sí, Vale, sobre todo por tu novio —contesté sarcástica—No, ya, hablo enserio. Si no los hubiera conocido, ahora todo sería distinto. Me salvaron la vida, literalmente.

—Yo vuelvo a insistir: ¿hace falta que pasen cosas malas para que nos demos un abrazo familiar? —y dicho eso, todos se acercaron a mí y nos unimos en un gran abrazo, el mejor abrazo del mundo.

— ¡Ya estoy llorando! —dijo Eleanor secándose las lágrimas con la manga de su blusa.

— ¡Imagínate yo!

— ¡Eh, Cecy! Cuidado con estropear el maquillaje, duré mucho haciéndolo.

—No te preocupes, Valeria, trataré de no arruinarlo.

— ¿A quién engaño? También voy a llorar —Vale rompió en llanto, pero sinceramente, más que llorar, parecía que estaban matando a una ballena bebé. Nick fue a consolarla.

Un tremendo ruido calló a todos, nos quedamos en silencio para tratar de averiguar de dónde pudo venir. En pocos segundos supimos la respuesta: miles de cristales, provenientes de la ventana de la sala salieron disparados en todas direcciones. Por instinto, todos nos agachamos o tiramos al suelo.

— ¿Qué fue eso?

— ¡Los guardianes! —Alex gritó. Una corriente helada de aire entró por la ahora inexistente ventana, las sombras se aproximaban.

— ¿Cómo lo hicieron? La casa está protegida.

—Han de haber encontrado un punto débil de la casa —dedujo Nayma—Tenemos que irnos.

— ¿A dónde? Ya no hay lugares seguros. Si salimos, moriremos todos, bueno a excepción de Cecily que ya está...

— ¡Calla, Alex! No me dejas pensar.

— ¿Y si vamos al ático?

—Nos encontrarán —dijo Nick. Todos tratábamos de pensar lo más rápido posible, pero nadie encontraba la solución. La habitación se ponía más fría cada vez, y las sombras rodeaban la casa.

LimboWhere stories live. Discover now