Capítulo 8

6.5K 610 29
                                    

—¡Christine, voy a matarte con mis propias manos! —exclamó Liz al teléfono.

Su amiga se echó a reír. Sabía que no estaba verdaderamente molesta por ese asunto y aunque lo estuviera, aquellas eran amenazas muy tontas. Liz no mataría ni a una mosca.

—¿Te ha invitado a salir? —repitió la pelirroja incrédula.

Liz suspiró del otro lado de la línea. Se hallaba recostada en su cama y todavía no sabía cómo se había dejado convencer.

—Le dije que sí —murmuró—, y estoy asustada. No he tenido una cita en… —meditó— en diez largos años cuando comencé a salir con…

Christine notó cómo la voz de Liz se volvía más baja. Debía estar recordando al imbécil de su prometido.

—Es momento de que salgas de la concha, cariño. Pierce parece una excelente persona, además es muy apuesto y tierno. ¡Se apareció con una docena de rosas, Liz! Tienes que darle una oportunidad…

—Las rosas eran para las dos, no solo para mí y…

—¡Tonterías! —le reprendió su amiga—. Ambas sabemos que esas rosas eran para ti y la confirmación la tuviste justo después cuando te invitó a salir. Debes hacer esto, Liz, tienes que salir con él… Estoy convencida de que será una noche memorable. ¿Ya has pensado en qué te vas a poner?

Liz entornó los ojos, no había pensado en nada. No podía negar que experimentaba una fuerte exaltación en el estómago que hacía mucho tiempo que no sentía.

👰👰👰👰👰👰👰👰👰👰👰👰👰👰👰👰

Pierce se miró al espejo: había llegado el momento. ¿Por qué se sentía tan nervioso? Él había tenido decenas de primeras citas en su vida y, sin embargo, esa noche estaba aterrado por el paso que iba a dar. No sabía qué ponerse. Había viajado con ropa informal salvo por el smoking que utilizaría para la boda de Emma.

Finalmente, se decidió por usar una camisa de mangas largas de color azul y una chaqueta de cuero marrón y bajó al recibidor. El olor de su loción favorita alertó a su familia de que algo sucedía, y el labrador aulló al olfatearle, en señal de aprobación.

Los Graham se hallaban sentados en el sofá, viendo la tele. Aquella era una costumbre muy propia de ellos al concluir las respectivas jornadas de trabajo, pero al parecer Pierce no tenía intenciones de unírseles esa noche.

—¿Vas a salir? —le preguntó su madre.

Pierce asintió. No había tenido valor para confesarle a nadie que tendría una cita con Liz, la hermosa propietaria de la tienda de vestidos de novia.

—No volveré tarde —respondió.

—¿Vas a cenar fuera? —inquirió Em sorprendida.

El aludido asintió por segunda ocasión.

Charlie se echó a reír al verlo. Lo conocía muy bien y sabía que su extraño comportamiento solo podía deberse a una mujer.

—¿Tienes una cita?

Su pregunta dio justo en el blanco. Pierce se encogió de hombros, intentando parecer despreocupado.

—Voy a cenar con Liz.

Su madre puso los ojos como platos.

—¿Te refieres a Liz Parker?

—Sí, a ella.

Emma comenzó a aplaudir y Ben volvió a ladrar, uniéndose al entusiasmo general.

—¿Cómo sucedió eso? —preguntó Em.

Vestidos de novia ✔️Where stories live. Discover now