17. Pasillos.

12.2K 950 400
                                    

Verla de aquel modo le rompió el alma por completo y eso que no era el primer día que la veía así. Molly había pasado varios días en ese estado y si bien después de lo sucedido en la terraza y todos los siguientes días no lloró y se mantuvo fuerte, Went dudaba que eso no fuera a durar mucho. Todo el día estaba cumpliendo con sus obligaciones pero cuando llegaba la tarde, se recostaba en su cama y permanecía ahí hasta el día siguiente.

Went la entendía, sabía comprender el sentimiento de la chica a la perfección. Él también sufría por la muerte de Blood al ser de esa manera tan injusta.

Había ido a su habitación a alcanzarle la cena, como hacia todas las noches desde que Owen había vuelto a sus deberes de líder y esa noche decidió quedarse un rato más. Se recostó a su lado, aprovechando que ella estaba en aquella cama tan grande y la observó por unos minutos. Tan grave era el tema que ni siquiera ella se quejó de aquello. Descansaba de costado, como la pequeña niña que ya no era, los ojos estaban abiertos y a pesar de la poca luz que entraba por la ventana, podía ver que estaban llenos de lágrimas.

Imitó su postura, teniendo cuidado de no tocarla en ningún momento y no incomodarla. Pero no pudo evitarlo por mucho tiempo más, levantó su mano y guardó detrás de la oreja de la chica un mechón que se había escapado. Sus ojos azules se cerraron dejando escapar un suspiro y una lágrima cuando lo hizo.

—Molly...

—¿Cómo me quito esto, Went? Esto no es tu traición, esto es peor... esto —no pudo terminar cuando se llevó la mano al cuello, desesperada por aire—, no me deja respirar, me asesina. Blood se fue. Mi amiga Blood, mi mejor amiga Blood.

Las lágrimas caían por su rostro silenciosas y Went no sabía qué hacer, lo único que pudo hacer fue acercarse un poco más, ella se mostró incomoda y él decidió volver a donde estaba.

—Ella no parará hasta que me rinda –comentó refiriéndose a Sarah y Went no necesitaba escucharla para saber que eso era verdad. La rubia no tenía límites y no iba a detener jamás su locura por más que Molly luchara contra ella con todas sus fuerzas.

—Lo sé.

—No quiero rendirme, no lo haré nunca más —confesó con voz ahogada, humedeciendo los labios lentamente en silencio—. Ellos murieron por mi culpa, por su problema que tiene conmigo. Voy a destruirla, voy a terminar con ella.

—Molly... —susurró él mientras ella se sentaba pero no trató de detener lo que estaba haciendo. Había que aceptar algo y era que Molly estaba comenzando a vivir por venganza. No era la razón para seguir viviendo, pero al menos se había aferrado a algo.

—Me la quitó, Went. Me quitó a mis dos amigos. Trató de matarme, quiso quitarte de mi lado. Si vivo seguirá, pero no voy a dejarle hacerle daño a nadie.

Él también se sentó a la misma altura de Molly, cerca de ella. Muy peligrosamente cerca de ella. Sintió la respiración irregular de la chica sobre sus labios, sólo tenía que avanzar lo mínimo para besarla y se moría por hacerlo. Después del momento vivido en los muros de Glory City, no había dejado de pensar y desear sus labios. Todo ella en realidad. Pero Molly rompió el hechizo cuando se alejó de él volviendo a la misma posición que estaba antes.

—Quiero estar sola.

Went no dijo nada más, él era de todos modos un intruso ahí y además, el causante del dolor de Molly. Hizo una mueca pero al instante volvió a la misma posición que antes, levantándose y dejándole el lugar que pedía.

—¿Went?

—¿Sí?

—Siento tratarte así, no quiero hacerlo pero debo.

Misery City [Farewell City #2 ]Where stories live. Discover now