6. Sky

1.2K 171 19
                                    



Molly caminó sin saber adónde ir, perdida entre los pasillos de un Cuartel que desconocía. Nunca iba a acostumbrarse a aquel lugar, nunca. Siempre era enorme, siempre parecía abrirse más y más a todo tipo de situaciones. A Molly le agradaba su antiguo Cuartel, en donde podía tocar el piano, sentarse frente a la iglesia, el refugio de los niños. Nada le agradaba de este lugar.

Sus pies comenzaron a caminar hacia un lugar que no conocía, sin realmente saber porque, culpó a la curiosidad. Caminó distraída, observando todo a su caminar pero con esa distracción que uno tiene cuando la cabeza habita en otra dimensión. Llegó a un lugar perfectamente limpio, que nunca había conocido.

Se parecía a la enfermería de Lisa, pero con muchísima más luces y aparatos extraños. Luz blanca, aparatos y monitores. Parecía una sala de los Iluminados, pero no lo era. Entre los aparatos, escuchaba a dos hombres quejándose de cosas que ella no llegaba a comprender. Cuando cerró la puerta del lugar, vio un rostro familiar aparecer entre todos los aparatos.

—¡Molly! —exclamó Dexter con una sonrisa, esa de niño que siempre llevaba.

Con sus anteojos y su bata blanca de científico, Dexter apareció entre todas las máquinas y cosas que no comprendía. Al leerlo comprendió que se trataba de un laboratorio. Estaba en el laboratorio de Dexter. Tendría que haberlo sabido. Había muestra de sangres por todas partes, ratas, papeles y más papeles, Owen le había dicho en un momento que ese Cuartel tenía ese tipo de lugares especializados. Por eso Dexter y su hermana habían permanecido en ese Cuartel en vez del Cuartel que tenían en Farewell.

—¿Ocupado? —preguntó ella acomodándose un poco el cabello y tratando de sonar normal, pero creía que no lo lograba. Estaba agobiada de tantas cosas y Dexter pareció notarlo ya que la dejó sentarse en una de las camillas del laboratorio. Parecía normal, no se parecían a las camillas de los laboratorios de los Guardianes.

—Para nada. Estamos emocionados por las cosas que encontraste, Molly. No dejamos de hacer pruebas con ellas —le explicó y observó como ella levantaba una ceja al escuchar 'nos'—. Oh, lo siento, no te he presentado a mi compañero. Molly, te presento a Jordán.

No sabía que Dexter tenía un compañero. De hecho, no sabía que había otro científico ahí. ¿A él también debía conocerlo? Ya ni sabía. Jordán si tenía aspecto de científico loco, aunque no sabía que aspecto tenían tales personas. Sólo los había leído en libros. Cabellos largos negros hasta los hombros, ojos pequeños, nariz puntiaguda. Molly ya tenía miedo. La miraba como si la conociera. Tenía los ojos entrecerrados y su mirada decía miles de cosas que a Molly le producían escalofríos.

—Soy Molly Davies —se presentó ella por hacer algo, ya que siempre todos sabía quién era ella y si bien molestaba un poco, no perdía nada. Extendió su mano y él la tomó con ambas para besarle la palma. Ew.

—Al fin te conozco Molly Davies. La Gran Molly Davies.

Se acomodó el cabello detrás de las orejas y miró a Dexter esperando que le comentara lo nuevo que habían descubierto. En el tren habían encontrado pruebas sobre la sangre de Molly, informes que comentaban que tal vez la hija de un Iluminado y un Guardián iba a crear anticuerpos contra el virus. Si bien todos sabían que el virus era por aire, habían comenzado a crear versiones de que el virus también podía ser inyectado a pesar de ser un Iluminado. O eso le comentó Jordán que leyó. Él lucia realmente fascinado con todo aquello, deseaba descubrir como inyectaban tal virus y como podían conseguirlo. A Molly lo único que le interesaba era saber cómo podía servir su sangre.

—¿Y han hecho pruebas ya? —le preguntó Molly mirando las pequeñas ratas que se peleaban entre sí. Ambos científicos también dirigieron su mirada a los roedores pero Dexter chasqueó la lengua como si no importara aquello.

—No, no sirven de nada los animales. Necesitamos humanos y obviamente Owen no nos deja hacerlo —le explicó Dexter como si fuera lo más normal del mundo testear humanos para temas como aquellos. No dijo nada de todos modos.

—Pueden usar mi sangre si quieren —les dijo y al instante vio los ojos de ambos brillar emocionados. Molly se alejó un poco de los científicos, por si acaso. No vaya a ser que saliera sin sangre del laboratorio—. Sólo un poco.

A pesar de la emoción de ambos por sacarle sangre, Dexter fue quien lo hizo. Jordán miraba desde atrás emocionado por el acto, como si fuera algo que necesitara ver desde todos los ángulos. Molly no comentó nada, sabía que para muchas personas su sangre era algo importante, pero no para ella. El chico de anteojos se portó muy bien con ella, ni siquiera sintió dolor cuando le quitó la sangre de su organismo y trató de ser lo más delicado posible. Jordán quería quitarle todo del organismo, cosa que asustó un tanto a Molly pero no lo demostró.

—¿Esto nos darás? No podemos hacer nada con esto, Davies —le criticó Jordán mientras veía como Dexter guardaba la sangre de Molly en un compartimiento especial. La chica no comentó nada, simplemente giró los ojos ya sintiendo la falta de su sangre. Perder sangre en una pelea era una cosa, perderla de improviso era otra. Estaba mareada.

—No seas así, Jordán. Ella no es un experimento, no podemos quitarle toda la sangre que tiene como si fuera una especie de bolsa —la defendió Dexter mientras se acercaba a Molly y le alcanzaba una botella de agua. Ella tomó todo lo que pudo, esperando que eso ayudara un poco—. Gracias por la ayuda, Molly.

—En otro momento puedo dar más pero no ahora —susurró tomando unos tragos más. ¿Había dado mucho? Ni siquiera lo sabía. Según ellos era poco pero Molly creía que era una gran cantidad, habían guardado la sangre en dos frascos y creía que normalmente se hacía solo en uno.

—Está mareada —comentó Dexter, apoyando una mano en la espalda de la chica.

—Eres una niña —escupió las palabras Jordán con odio, mirándola como si fuera un Guardián o algo aun peor. Molly se puso de pie, como si lo que estaba sintiendo en ese momento le quitara el mareo. Dexter trató de atraparla por si caía, pero Molly terminó frente a él sin ningún problema.

—Tú no sabes lo que he vivido yo. He visto a mis mejores amigos morir, he enterrado cuerpos aún calientes, he sanado heridas que parecían acabar con vidas, he asesinado a enemigos mirándolos a los ojos. Tú no sabes lo que he vivido, Jordán. No me llames niña cuando no sabes que he hecho estos 20 años.

El silencio reinó entre todos, nadie supo que comentar y Molly creyó que ese era un buen momento para marcharse finalmente. Se acomodó el saco que tenía puesto, aquel que Owen le había regalado y comenzó a caminar hacia la salida. Nadie la detuvo, ni siquiera Dexter, pero comenzaba a creer que el chico prefería su sangre antes que a ella misma. Otro más en la lista. Se detuvo en seco cuando vio algo que reconoció. Un cuerpo recostado en una camilla a lo lejos del laboratorio. Tuvo un leve dejavu.

La noche del laboratorio llegó a su recuerdo nuevamente, rápido, casi dejándola ciega. Lo recordó, recordó aquel cuerpo con su apellido que había salvado de una muerte segura. La niña que había salvado: Sky Davies.

Caminó esquivando a las maquinas, acercándose a la camilla que se encontraba al final de la sala enorme en la que estaban los científicos. La niña estaba conectada a una cantidad increíble de tubos que Molly no reconocía. Su cabello negro caía a los costados de la camilla y no pudo evitar pensar que familiar le parecía. Tenía su apellido. Tenía que reconocerla. Pero en cambio, sentía como si no la conociera ni siquiera de casualidad. ¿Quién era?

—Sky Davies —la nombró Dexter acercándose a ella. Jordán no lo hizo, no lo vio tampoco cerca. Seguramente había vuelto a su cueva y ahí quería Molly que se quedara.

—Lo sé. Yo la saqué del laboratorio porque tenía mi apellido pero no tengo idea de quien pueda ser. Mi padre no ha tenido más hijos. Ni tiene hermanos... ¿Quién crees que pueda ser, Dex? —le preguntó tranquilamente llamándolo por su apodo como si fuera lo más natural del mundo. Bueno, lo parecía.

—No lo sabemos en cierta ciencia. Sólo sabemos que no responde a nada. Ningún llamado. Ninguna droga. Nada de nada. He tratado con todo. Pero no despierta, parece estar dormida eternamente. Respira, eso sí, pero como he dicho, parece estar dormida.

—¿Es eso posible? —quiso saber frunciendo el ceño. No podía entender como alguien pudiera dormir como esa chica. Como si fuera la Bella durmiente, nada parecía despertarla y Molly no deseaba realmente besarla.

—Soy científico, no doctor, no sabría decírtelo...

—A cierta ciencia —terminó la frase por él, sonriéndole un poco. Dexter le devolvió la sonrisa de esa manera tan suya. Sintió lo mismo que sentía con Owen, por más extraño que pareciera, sintió esa familiaridad. Esa sensación de hogar. Y estaba segura de no sentir nada por Dexter, ¿entonces que era? Es como si estuviera en su sangre quererlos, como si ellos fueran su familia. Estaba en su sangre. Su sangre—. ¡Espera! ¿Puedes darle algo de mi sangre a ella?

—¿Para?

—Tengo una corazonada —le dijo chasqueando los dedos, esperando que él fuera a buscar su sangre. Recordó lo que había sucedido anteriormente, cuando el padre de Went había gritado enloquecido cuando su sangre tocó el rostro del hombre. ¿Qué tenía ella en las venas que había ocasionado tal ataque? Esperó que Dexter por lo menos se moviera, pero nunca sucedió—. ¡Vamos! Prometo darte más sangre luego, no seas tonto.

Le hizo caso, finalmente, en minutos estaban transfiriendo su sangre a la de la niña con una senda. Molly esperó, totalmente creyente de su corazonada. Su sangre podía hacer cosas increíbles, le habían dicho más de una vez. Todos decían que era la clave. Tenía que servir. Tenía que despertar a la niña.

Pero no sucedió.

Los ojos de Sky siguieron cerrados, aun respirando levemente como si durmiera. Dexter apoyó una mano sobre el hombro de Molly como si lamentara el fallido. Nadie lo lamentaba tanto como ella. Había estado tan cerca, había tenido esa sensación de haberlo logrado. Tal vez realmente esa era la llave pero no. Candado de nuevo.

Hasta que la chica abrió los ojos azules.






Los vestidos cayeron como si fueran plumas que escapaban del almohadón sobre la cama de Molly. Nunca había visto ropa tan hermosa como aquella y corta, sobretodo. Brillosa, con apliques extraños que nunca había conocido. Fanática de las camisetas largas y los vaqueros, Molly nunca había demostrado sus piernas, temía que fueran algo horrible. Pero la idea de ir a un club de Guardianes era vestirse como ellos.

Athena estaba sentada en la cama continua, la que usaba anteriormente Owen o fingía hacer y explicaba cómo se movían los Guardianes en fiestas. Ella había bailado para Guardianes anteriormente, antes de que Gabriel la salvara, y por eso sabía bastante del tema. Blood se había unido a la nueva idea sin problemas, diciéndole que estaba emocionada por ir a un club. Dexter comentó que tenía mucho que hacer pero que iba a encontrarse con ellas antes de que se fueran. War se encontraba con ellas, pero no lucia para nada convencido con lo que iban a hacer. Molly de vez en cuando levantaba la vista a él y lo observaba con cierto miedo, aquel chico se estaba convirtiendo en un hombre tan rápidamente como ella se había vuelto una mujer. Aunque War era mucho menor que ella. A su edad, Molly aun jugaba con muñecas y soñaba con visitar playas a las que nunca acudiría.

Blood se movía de un lado al otro fascinada con la idea tan remota de ir a un club de Guardianes, llevaba una mini falda negra que le impresionaba a Molly, una camiseta de tirantes con brillantes y el cabello largo recogido en una coleta elegante. Habían tomado todo lo que Athena solía usar y estaban tratando de darle un buen uso. Nada de aquello le gustaba y tenía cierto miedo por lo que estaba por hacer. Una parte de ella le decía que era peligroso que fuera a una discoteca donde claramente podían aniquilarla apenas la reconocieran, pero una parte rebelde de ella quería conocer el lugar y disfrutarlo. Se lo merecía. Todos lo hacían.

O por lo menos lo necesitaba luego de la transfusión de sangre el día anterior y el despertar de la niña sin memoria. Vaya mierda había vivido.

—Están cometiendo una locura, lo saben, ¿no? —preguntó War con los brazos cruzados desde donde estaba. Blood estaba tratando de maquillar a Molly sin fallar, inclinada hacia ella, cuando entró Dexter en la habitación dejó escapar un silbido que hizo reír a Molly.

—Vaya vista —bromeó con respecto a la posición en la que estaba Blood. La chica estaba delineando el ojo de Molly y al escuchar aquello falló, siguiendo la línea hasta el final de su ojo y un poco más. Athena dejó escapar una sonrisita mientras estiraba las manos hacia War, pidiéndole que fuera a su encuentro, pero el chico no le hizo caso. Molly observó aquello sin saber que decirles, notaba que su hermano tenía una relación con esa chica pero no sabía cómo sentirse al respeto.

—Vuelves a decirme esa mierda y será lo último que digas, estúpido nerd.

—Blood —la regañó Molly desde donde estaba, Dexter rió cuando Blood volvió a girarse hacia Molly y siguió maquillándola. Aquel chico podía ser extraño cuando lo deseaba. Desde el primer momento había demostrado interés en Blood, o en bromear con ella, pero nunca había hecho nada más. O eso creía Molly—. ¿Llevamos armas?

—Sería el colmo si no lo hiciéramos—dejó escapar War resoplando luego pero yendo a los brazos de Athena. No hizo nada, ni abrazarla ni demostrarle cariño, simplemente se apoyó en ella para que lo envolviera con los brazos. Molly hizo un esfuerzo por no mirar aquello, ni mucho menos envidiarlo, creyó lograrlo pero no estaba segura.

—Cállate, no arruines el momento —le dijo Blood a War y por mucho que le sorprendiera, él le hizo caso como un niño o tal vez estaba conforme en los brazos de Athena y no quería comentar nada más que eso. La morocha le entregó algo que parecía un trozo de vestido negro haciendo que Molly alzara los ojos sin entender que era lo que quería—. Ponte el maldito vestido, Davies.

—¿Esto es un vestido?—preguntó Molly levantándose de la cama suponiendo que podía cambiarse en el baño y no en frente de todos. Cuando Blood le regaló una mirada asesina, no hizo otra cosa más que tomar el trozo de prenda y salir disparada hacia el baño.

Aquella era una muy mala idea, aquello no era bueno. Cuando se observó en el espejo sucio del baño que usaban casi todos, encontró a una chica muy parecida a ella salvo que algo más guapa y con piernas. Blood entró al baño, estaba volviéndose algo molesta y tan guapa que dolía mirarla. No quería sentirme de ese modo, pero lo cierto era que Blood y Athena eran muchísimo más guapas que ella. No era su intención competir, mucho menos cuando estaba en un apocalipsis y mucha gente deseaba asesinarla, pero de vez en cuando se encontraba teniendo esos pensamientos de adolescente. Creyó que era normal en ella, signos de una adolescencia que no terminó de vivir. O tal vez era por nunca haber conocido otra mujer durante toda su vida.

—¿Crees que Went ha vuelto a ser el mismo? —le preguntó Blood maquillándose en el espejo, ya que era una de las pocas que sabían maquillar. Molly trató de bajarse un poco más el vestido que llevaba puesto pero lo encontró imposible. Le sorprendió que Blood estuviera buscando conversación y sobretodo de alguien como Went.

—No lo sé, Blood. Me aferro a aquella idea pero no olvido que él trató de asesinarme. Aún recuerdo su mirada cuando lo hizo —recordó apoyándose en la pared del baño sucio del cuartel. Era la madrugada, por lo tanto nadie entraba ni salía del baño. Blood estaba dándole la posibilidad de hablar y ella la necesitaba más que nada en ese mundo. Nadie la comprendía. Si se equivocaba o no, nadie le daba la oportunidad de hablar sobre sus errores. Querer era algo complicado. Algo que no tenía fecha de vencimiento y Molly necesitaba explicárselo a la gente. Que comprenderían que necesitaba terminar con ello para empezar lo otro, aunque no sabía que otro.

—¿Qué mirada tenía?

—Como si estuviera... poseído. No poseído, no quiero justificarlo. Como si estuviera ciego por el sentimiento. Gritaba que me odiaba, que estaba confundido, sudaba. No era él, Blood. Sólo nosotros recordamos esa noche, sólo nosotros sabemos que pasó. Y de repente, a veces, me encuentro olvidando lo sucedido. Inventando cosas que no sucedieron. Creando palabras que no nos dijimos. Me confundo y me confunde. Por eso quiero terminar con todo esto.

Al terminar con aquel discurso, Molly suspiró exageradamente como si fuera un globo que se desinflaba lentamente hasta que perdiera todo el aire interno. Se había desahogado, por lo menos un poco. Por fin le había explicado a alguien lo que sentía sobre la situación. Molly tenía que cerrar un capitulo para empezar un libro nuevo, y Blood, por la mirada que le dio, pareció comprenderlo. Dejó de maquillarse al fin y se acercó a su amiga para darle un abrazo con fuerza, que Molly correspondió al instante.

Muchas veces Owen la traía de nuevo a casa con sus abrazos y con el tiempo comprendió que se debía a los años que llevaban juntos o llevaron, mejor dicho. Por eso al estar a su lado se sentía en casa. Era un simple engaño de la infancia. Cuando Blood la abrazó, reconoció su olor y se sintió en casa. Con su mejor amiga. Suya y de nadie más.

—Cuando yo me acostaba con Went... —comenzó Blood haciendo reír a Molly. Tenía una amiga muy especial, se había acostado con los hombres con los que ella estaba. Escaseaban los hombres en Farewell—. Él lucía como tú me dices. Ciego, lleno de emociones extrañas, pero ninguna buena, Molly. A veces me hablaba mal para luego disculparse y se comportarse bien conmigo. Al principio creí que era un bipolar no medicado, pero luego noté que él luchaba contra lo que pensaba. Cuando estaba contigo, Molly, él también luchaba pero por hacer el bien. Por quererte. Luchaba por sentir lo correcto. Como si fuera impulsado por algo extraño y tú luego le cambiaras la vista. Conmigo luchaba por no asesinarme.

—En cierta parte conmigo también luchaba por no asesinarme.

Misery City [Farewell City #2 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora