Dos.

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Bueno, les voy a hacer una confesión que no estoy preparada para hacer, pero ahí va de todos modos. Tyler me gustaba mucho, pero no lo iba a aceptar nunca en voz alta. Tenía dignidad. Lo conocí junto a mi novio, Joel, en una fiesta a la que fui invitada por equivocación. Entré con una amiga, las dos fingiendo ser personas que no éramos y cuando menos lo esperaba, yo estaba perdida en la mirada de un chico que parecía un criminal. ¿No les conté que estábamos en una fiesta llena de criminales? Pues, me había olvidado de eso.

Era en un barrio de muy mala fama, nos habían invitado porque un chico nos confundió de personas. A mi amiga y a mi no nos importó, cualquier fiesta que tuviera alcohol gratis era la adecuada para pasar el sábado por la noche. Obviamente no pensamos lo mismo por mucho tiempo cuando vimos que los invitados de la fiesta parecía que fueron a matarnos o a meterse en una pelea de bandas.

No entendía mucho lo que sucedía en ese momento, que estábamos viviendo, pero noté que estábamos en un barrio de bajo recursos y que los presentes eran personas peligrosas. A pesar de eso, no me importó y seguía bailando.

Como les conté, fui una persona de mucho dinero y mucha buena vida. Todavía en mi seguía esa pinta de chica buena, princesita de barrios altos y se notó esa noche. La historia de todo lo que había sucedido ahí algún día voy a contárselas, pero solo les contaré que esa noche, a pesar de las largas miradas intensas con Tyler, Joel fue quien vino a mí. Nunca entendí porque no fue Tyler quien vino primero a conversar conmigo, se notaba que estaba interesado, pero así fue como nos conocimos.

Desde el primer momento estuvimos interesados el uno por el otro, pero nunca aceptamos aquello. A mi me parecía asquerosamente sexy, tanto que a veces se me iban los ojos y a veces fantaseaba con él. No voy a negar que una noche pensé en él mientras me divertía sola, porque todo en él me encendía, pero prefería que siguiera siendo de ese modo: una fantasía.

Esa noche llegué a mi casa casi llorando y en vez de encontrar mi departamento en silencio, Tyler estaba escuchando rap a todo volumen en el comedor. Nunca entendí porqué hacía eso, seguramente quería molestarme. Él decía que lo hacía porque el wifi era mejor en el comedor, que era verdad, y que si escuchaba en su habitación la música se cortaba. Hacía calor nuevamente, para mi desgracia, y estaba sin camiseta cocinando mientras rapeaba. Suspiré, en otro momento verlo me pondría muchísimo, sin embargo estaba angustiada y me senté en el sillón sin saber qué hacer.

—¿Mal día en el paraíso literario, princesa? —me preguntó mientras se movía en la cocina y no me veía.

Había perdido dinero, uno que no iba a conseguir fácil. No podía pedirle a mi familia porque era algo que jamás aceptaría hacer. No podía sacar otro préstamo, ya tenía uno que me costaba mucho pagar todos los meses. Mi madre se burlaría de mi, diría que era una idiota por lo que acaba de hacer. La dueña del departamento me había dicho que no iba a tolerar otro retraso de mi parte. Estaba frita. No le podía pedir tanto dinero a un amigo, ni siquiera a mi jefe.

En otro momento, estando sola, me pondría a llorar sin parar. Pondría Celine Dion y cantaría borracha hasta que finalmente una idea viniera a mi cabeza. Sin embargo, no iba a darle ese gusto a Tyler. Me puse de pie, sacándome los zapatos de tacón y caminé hacia él, entrando en la cocina. Estaba tan bueno que me dolía mirarlo, era casi injusto convivir con un ser humano como ese.

—Me robaron en el tren... el dinero del alquiler.

—Bueno, eso se llama mala suerte —comentó sin mucha importancia mientras miraba su teléfono, pegado al horno seguramente esperando que termine la comida de hacerse. Quería que entendiera que estaba sucediendo y que le estaba sugiriendo. Sin embargo, se hacía el tonto—. Si me estás pidiendo limosna lamento decirte que no tengo.

La sala caliente +18 [Editorial Scott #1.2]Where stories live. Discover now