Cinco.

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Ya sé que van a decir. Estaba perdiendo una gran oportunidad en mi vida por estar jugando a la incomprendida. Suspiré y me refregué los ojos tratando de entenderme un poco en ese momento. Miré el techo de la sala, recostada en el sillón con las piernas hacia arriba no parecía la mujer sexy que Tyler me hacía creer.

No quería aceptar la verdad, para que negarles a ustedes. Pero a veces la verdad trae consigo un sin fin de complejidades que no podía aceptar todavía. Puedo parecer muy segura, pero la realidad es que me gusta ignorar los problemas grandes de mi vida. Mi mala relación con mis padres, mi problema con mi novio actual, el deseo por lo prohibido. No quería admitir que me estaba yendo de ese papel de perfección que me había impuesto años atrás.

No estaba mal desear a alguien, pero hacía tiempo que no tenía tanta química con alguien. Y no hablaba de química a la hora de tener conversaciones y divertirnos, sino de piel. Tyler me tocaba y yo explotaba por completo, me volvía loca con solo una mirada.

Y, lo peor, estaba frustrada por completo

—Estúpido Tyler —me quejé porque me di cuenta que efecto lograba en mi un día antes incluso de lo vivido.

No lo había visto en todo el día y suponía que no iba a llegar pronto. Estaba tranquila porque sabía que la llave estaba en la puerta principal y él tenía que tocar el timbre para poder entrar. Eran esos pequeños trucos que tenía para tener privacidad y solía usarlo cuando me bañaba o estaba haciendo algo. Miré mi computadora encendida sobre la mesa de la sala, cargando batería frente a la televisión y resoplé cansada. Había una sola solución a eso.

Antes traté de utilizar mi mejor truco y bajé un poco mi camiseta para que se viera el sostén negro de encaje que acababa de comprar. Sí, ya lo sé, sé que no puedo gastar dinero, pero no iba a dejar que Tyler me viera en mis peores ropas. Le envié una foto sugerente a mi novio, esperando que lo leyera y me respondiera. Sin embargo, no respondió y no lo vi en línea por un largo rato.

—¿Los hombres son todos unos idiotas hoy? —pregunté enojada dejando mi teléfono lejos y tomando el ordenador para ponerlo sobre mis piernas. Estaba conectada y casi no tenía pila, así que me veía obligada a quedarme ahí. Tampoco me molestaba, me sentía segura.

Sí, iba a ver porno.

No era de esas que veían, pero de vez en cuando le echaba una mirada para saber que estaba de moda, que posiciones eran las mejores o cómo le gustaba a los hombres algunas cosas. Terminaba algo asqueada al ver situaciones super ridículas y nada excitada, pero en ese momento decidí hacer algo diferente y entré a la página en la que estábamos registrados.

Al entrar me encontré con un montón de notificaciones y me sorprendí al ver comentarios preguntando porque no subíamos material. Y preguntando por mí, incluso si no podían verme demasiado. Sentirme deseada era algo a lo que estaba acostumbrada, pero cuando ponía todo de mi. Ese clip que estaba en esa red era poco favorecedor y aun así todos parecían desear aquello. Vaya, qué sensación más extraña.

No hice nada con mi cuenta, pero decidí avanzar y mirar otras, curiosa por conocer a la competencia. Entré a una que prometía sexo amateur y bajé el volumen, como buena conocedora del servicio.

Bueno, me sorprendí al encontrarme con gente que no tenía el mejor cuerpo del mundo. La chica tenía cuerpo bonito, pero no era el perfecto que aparecía normalmente en los videos de otras páginas y el chico, bueno, no parecía un Dios griego. Sino más bien un tipo normal. Parecía un video casero, una pareja filmándose para conseguir dinero. Estaba en vivo, noté al instante y leí los comentarios con interés.

No eran tan asquerosos como yo creía, sino más bien pedían cosas y no paraban de dar dinero cuando lo hacían. La chica no gritaba tan falsamente como solía pasar en el porno y se notaba la pasión de esos dos. No estaban haciendo mucho, él simplemente la estaba tocando y no pude evitar hacer lo mismo. Estaba ahí y podía fantasear.

La sala caliente +18 [Editorial Scott #1.2]Where stories live. Discover now