Tres.

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Toda chica tiene fantasías con los hombres malos, no voy a negarlo. Sobre todo las niñas buenas como yo. Era el estereotipo de nena buena, de una familia perfecta y rica, que había visto al primer chico malo y había corrido a sus pies. Así era yo, no iba a negarlo. Me gustaba la adrenalina, las aventuras, sentirme capaz de dominar al otro y no ser la buenita que asentía a cada pensamiento de sus padres. Siempre había querido más y Tyler me estaba dando aquello en ese momento.

Me mostraba un mundo al que yo jamás habría caído y no me importaba vivirlo. Muy pocas veces había visto porno y juntos lo estabamos creando en busca de dinero. Mis padres se horrorizarian si supieran que estaba grabandome junto a un tipo que parecía un criminal. ¿Me importaba? Por supuesto que no. Mi problema es que deseaba tanto aventuras que me olvidaba de todo el mundo alrededor mío.

En ese momento, entreabriendo mis labios para que Tyler me besara era algo que deseaba más que cualquier otra cosa. Su barba me lastimaba suavemente la barbilla, pero me encantaba y quería más de ese pequeño dolor que daba más placer que otra cosa. Su lengua acarició suavemente la mía y nuestras respiraciones fueron haciéndose más pesadas con el ritmo de nuestros labios. Me di cuenta que lo deseaba de una manera casi primitiva, quería quitarle la ropa y lanzarla sobre la computadora.

¿Se notaba del otro lado que calor estaba teniendo?

—No pienses —me susurró sobre mis labios Tyler como si leyera mis pensamientos, pero comprendí que estaba tratando de alejarme sin evitarlo y él me mantenía pegada a él. Me sorprendió que comprendiera mis movimientos, como si supiera mucho de mujeres y traté de relajarme para volver a pelear por el control en su boca, en su cuerpo.

Tomé su rostro entre mis manos, en aquella lucha de ambos que parecía no querer terminar nunca y no me importaba.

—Enséñame como se juega si tu sabes como —dije en voz alta, creyendo que ese era un juego. Que el show que estábamos dando era ese: la niña buena que caía en las manos del tipo que parecía sacado del juego GTA. Dicho eso, moví mis caderas sobre su cuerpo, sabiendo que la fricción iba a lograr maravillas. Sin contar que la falda había quedado alta y si bien no mostraba nada, sabía que mi ropa interior estaba rozando su cuerpo. Esas pequeñas maldades.

Lo escuché maldecir suavemente, con la respiración un poco cortada por mi pequeño juego, hasta lo miré con la inocencia que no tenía. Quería decirle que si íbamos a ganar dinero, yo iba a mandar. Aunque rápidamente me tomó de la barbilla, deteniendo mis movimientos con sus dedos firmes sobre mi rostro. Ahí era una guerra por tener el control y yo no me iba a dejar caer.

—Te estás portando muy mal, princesa —soltó sincero y volví a moverme en demanda por sus palabras. Lo vi quejarse nuevamente y le sonreí con aquella maldad de un momento íntimo, como si fuera un juego secreto entre ambos.

A veces es difícil conseguir química con una pareja, son años y años buscando algo con una pareja y sin conseguirlo. Sin embargo, ahí con Tyler lo nuestro era química de piel y se notaba. No nos soportábamos por un segundo, pero en el beso se había notado algo totalmente diferente. El problema es que ninguno de los dos quería admitirlo, jugábamos a ver quien era el primero que caía. Y por supuesto no iba a ser yo.

Me llevó nuevamente hacia él y antes de besarlo me di el lujo de morderle el labio con suavidad, pero sabiendo que iba a causar. Podía sentir el calor de su piel con solo estar a su lado y aquello me embriagaba de un modo que me dejaba tonta. Nos envolvimos nuevamente en un beso salvaje, buscando poder, buscando ganar. Decidí ir más lejos y mis manos comenzaron a recorrer la piel caliente del hombre, sus músculos bien formados, su pecho perfecto frente a mi y me di el lujo de tocar todo lo que podía mientras seguíamos pegados, buscando el placer.

La sala caliente +18 [Editorial Scott #1.2]Where stories live. Discover now