Veinticinco.

1.8K 275 26
                                    


Mi piel con Tyler no tenía sentido, ya no tenía sentido como nos tocábamos y todo explotaba a nuestro alrededor. La primera vez fue fuego, la segunda vez siguió e incluso en ese momento parecía que ninguno podía cansarse del otro. Me tocaba y me encendía con solo pensarlo, logrando que estuviera lista para él aunque sus cuidados me hicieron derretir al instante. Mi boca dominaba sobre la suya, nuestros cuerpos se escondían en aquel pequeño rincón del baño, entre los azulejos y la puerta. Jadeé sobre su boca cuando me penetró con fuerza, dejándome a la deriva por un momento y aferrándome a él en ese instante, como si mi vida dependiera de eso. Me alejé para ocultarme en su cuello, con la espalda pegada a la pared, su cuerpo sosteniéndome y el calor invadiendonos.

Eso era una locura. Estaba teniendo sexo con Tyler en el baño que compartía con mi novio. Con el que había dicho que quería casarse conmigo. A Tyler le encantaba eso, lo sabía, pero a mi también parecía volverme loca. Me encantaba esa sensación de peligro, de lo prohibido.

Nos quedamos ahí aferrados, pegados y sin decirnos absolutamente nada, pero sintiendo todo. Lo había echado de menos, a su cuerpo dentro mío, a sus gruñidos suaves en mi oído, a su cuerpo moviéndose contra el mío. Era en donde quería estar, entre sus brazos sudando y jadeando, pérdida por completo en mis propios pensamientos.

Sin embargo no pudimos quedarnos quietos, porque éramos dinamita juntos y no podíamos quedarnos quietos ni un segundo. Salió de mi cuerpo y volvió a entrar con la misma velocidad, logrando que mi cuerpo se estremeciera con el contacto. Golpeaba su cadera contra la mía, acelerando el ritmo con esos momentos robados y tratando de no hacer ruido. Era peligroso, estaba mal y a los dos nos encantaba. A veces creía que ambos estábamos mal, que estábamos perdidos y éramos lo peor del mundo. Eso nos unía. Ser incorrectos, pecadores y al mismo tiempo nos encantaba. Estábamos hechos el uno para el otro.

Era todo Tyler en mí nuevamente, me sentía plena y completa, como nunca antes. Era como si encontrara mi lugar en el mundo, entre sus brazos.

—¿Te falta mucho, Laura?

Me congelé al instante al darme cuenta que del otro lado de la habitación estaba Joel. Mi novio. Me quedé en silencio cerrando la boca cuando un pequeño gemido había querido escapar de mi boca. Tyler decidió que era un buen momento para moverse una vez más y esta vez llevar su mano a mi entrepierna, tocando con suavidad mi interior. Le di un golpe en el brazo y lo vi reírse, porque al muy maldito esa situación le gustaba.

—Sí... estoy por bañarme —logré decir tragando lentamente porque no salían de mi las palabras sin que sonaran obvias. Quise ir en busca de la canilla, pero Tyler decidió que era un buen momento para embestirme con fuerza y hacerme jadear. Mi mente estaba en una nebulosa, cerca del clímax y no podía pensar bien en algo coherente. Solo en que íbamos a ser descubiertos y eso me excitaba el doble.

—Bueno, avísame cuando termines... voy a ir a comprar.

Escuché la puerta cerrarse del departamento y me dejé llevar finalmente, como si estuviera guardando la calma para correrme con la lentitud que necesitaba. Él hizo lo mismo y nos quedamos un poco saboreando la situación, aunque me bajó al suelo porque ninguno de los dos podía mantenerse bien en pie.

—Quiero que seas mía —susurró Tyler y yo lo observé tratando de entender que me estaba proponiendo. Mi corazón todavía subía y bajaba enloquecido, acalorada y al mismo tiempo satisfecha por ese polvo rápido del demonio—. ¿Quieres una vida vacía con él o esta locura conmigo? Lamento decírtelo, Laura, pero tenemos algo obvio y me parece que es hora que dejemos de actuar como si no fuera cierto.



Esa noche dormí lejos de Joel en esa cama tan enorme y al mismo tiempo tan chica, él quiso intentarlo pero no quería que otras manos me tocaran. Todavía podía sentir las de Tyler si cerraba los ojos. Ninguno de los dos soltó una palabra y sin embargo teníamos mil cosas que decirnos. Odiaba la idea que Joel me había estado ocultando todo eso por meses y yo era tan ingenua.

La sala caliente +18 [Editorial Scott #1.2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora