Dieciocho.

2.8K 320 34
                                    


LAURA

Hacía calor, me acuerdo muy bien de eso y lo primero que pensé es que la habitación se estaba prendiendo fuego. Luego comprendí que era yo la que se estaba quemando viva en ese momento. Todo era calor por todos lados, sobre todo en mi vientre y no me importaba derretirme. Primero fueron sus besos en todo mi rostro y luego fueron sus manos por todo mi cuerpo. Tenía puesto un vestido corto de una tela ligera, que podía levantarse con total tranquilidad si se deseaba. No llevaba sostén y cada vez que pasaba mi mano por mis pechos me incendiaba por dentro. No había demasiada tela que nos impidiera aquello, éramos solo nosotros dos en esa habitación.

¿Cómo habíamos llegado a ese momento? No lo sabía, simplemente estábamos sentados al borde de la cama besándonos y tocándonos. Tyler me besaba de ese modo dominante y posesivo, que me volvía loca y me hacía temblar hasta los deditos de los pies. Quería todo con él y sin cámaras, quería que por una noche todo se fuera de control entre nosotros. Sin juegos, sin reglas, sin nada que estuviera en nuestro camino.

Sin embargo, no estábamos solos en la habitación y noté aquello demasiado tarde.

Joel estaba ahí.

Sus manos me tocaron suavemente la piel de las piernas desnudas por lo corto que era el vestido y me giré para mirarlo. Seguía siendo el chico guapo que me volvía loca, con esa pinta de perfección que hacía suspirar a todas las chicas que estaban a su lado. Tyler no decía nada y me di cuenta que era algo planteado, que estaban de acuerdo con eso. No me quejé, a fin de cuentas ahí era yo la que estaba ganando en ese momento. Parecía un pacto y había una realidad, Tyler se estaba robando a la chica de su amigo y Joel parecía querer observar eso.

Yo estaba demasiado perdida como para ponerle un freno a las manos rebeldes de Joel que me acariciaron las piernas hasta llegar a mi intimidad. Solté un pequeño gemido y los tres juntos nos dejamos caer sobre el colchón para poder estar más cómodos. Todo era fuego, roces, pequeños gemidos que yo soltaba y los típicos sonidos de cuerpos rozándose. Sus respiraciones me ponían bastante y me volví al mercer de ellos sin realmente concentrarme en a quien tocaba y a quien no. Ellos me devoraron con sus labios y manos, haciéndome gemir cuando lo necesitaba y quería, cuando no podía pensar en otra cosa que en ellos.

Deseaba todo y nada, me volvían loca.

Fue Tyler quien bajó por mi cuerpo, besando, lamiendo y dejando pequeñas marcas que eran más placenteras que otra cosa y me besó aquella zona sensible que me hizo soltar un gemido ronco de mi boca. Joel lo atrapó con su boca mientras que su mano estaba en mi pecho desnudo, ya que el vestido había quedado hecho un desastre en mi estómago. Yo jadeaba en su boca por el placer que me estaba dando otro que no era él y le gustaba, podía ver en sus ojos que le agradaba esa sensación.

Quise pensar, les juro que quise pensar, que hacía demasiado calor y todo lentamente fue apagándose aunque no en mi interior.

Abrí los ojos de la nada, sorprendida por lo que acaba de pasar. Había soñado tener un trío con Joel y Tyler y me había gustado más de lo imaginado. Hacía años que no tenía sueños como esos y mucho menos con una escena tan extraña. Me levanté acalorada, por supuesto, y noté que el calor no solo venía de mi. Sino de otra persona.

Me encontré atrapada en brazos ajenos, apoyada sobre un pecho y con una respiración en mi cuello que no era de ningún demonio acosador. Solté un pequeño gritito cuando me di cuenta que estaba durmiendo con Tyler, que nos habíamos quedado dormidos y no sabía ni por qué.

—¡Maldición, Laura! —gritó Tyler en español cuando lo empujé para que se cayera de la cama. Era muy gracioso que en realidad tanto Tyler como yo éramos hispanos, pero hablábamos en inglés de todos modos. Creo que él no sabía tanto español, que era más bien hijo de latinos y no latino en su totalidad. No lo sabía. Pero yo si era española y era imposible para mi no soltar un joder sin quererlo—. ¿Qué rayos haces?

La sala caliente +18 [Editorial Scott #1.2]Where stories live. Discover now