Cuatro

3.4K 422 30
                                    


TYLER

Hay un par de cosas que sé desde que conocí a Laura: era una chica compleja. No era de esas que yo estaba acostumbrado a frecuentar, ni mucho menos de esas mojigatas que le temían a todo, sino que era una chica diferente. No solo era de esas mujeres, era totalmente diferente a lo que estaba acostumbrado y me gustaba muchísimo. No voy a negarlo, pasaba horas de más en la sala solo para verla y siempre era algo interesante. No me suelen agradar las chicas fuertes de personalidad, que destruyen todo a su paso, pero Laura era otra cosa. Definitivamente lo era.

Todo eso de la sala de chat me tenía algo inquieto, sobre todo por lo que significaba. No me malinterpreten, estaba al tanto de la relación de Laura con mi amigo. Pero había una realidad: algo se había quebrado entre Joel y yo la noche que la conocimos. Fue simple. La vi y me acerqué para hablarle, casi una conexión imposible de ignorar. De un momento al otro estábamos conversando de cualquiera cosa entre coqueteos y toqueteos, pero luego Joel apareció y cambió todo. No sé cómo lo logró, pero consiguió conquistarla. Por ahí me escuchan y creen que soy un idiota. Pero ahora les voy a contar el problema.

El problema es que Joel y yo hablamos antes de esto. Él me miró y me dijo 'Esa es para ti'. Lo recuerdo perfectamente y por eso fui, pero nunca entendí el motivo de robarla. Ya sé, Laura era una persona y no una cosa, pero no le quitas la chica a tu amigo. Son códigos de amistad. Por eso, era una especie de venganza la que vivía en ese momento. Aunque no me atrevía a pensarlo de ese modo.

Cuando ella empezó a vivir con nosotros, decidí empezar a maltratarla. De vuelta, no me odien, pero a mi me dijeron que si trataba mal a una chica era porque me gustaba y yo era así. Soy básico, ¿de acuerdo? Un hombre bien básico con problemas que no lo son. Así que nuestra relación se basaba en enojos, ladridos y gritos, incluso Joel parecía dispuesto a vivir ese juego. La realidad es que me moría por esa maldita que aparecía con vestidos cortos y apretados, haciendo que me pusiera a pensar en mi abuelita desnuda. Sin embargo, ahí estaba, la oportunidad de quitarme todas esas ganas.

Sería una sola vez. Conseguiríamos el dinero y nunca más en nuestras vidas volveríamos a aquello. Nada pasaría entre nosotros y cuando volviera Joel ellos decidirían qué hacer con su relación.

—¿Crees que tenga que comprar ropa interior para esto?

Levanté mi mirada para encontrarme con la de Laura en la cocina con una cara de preocupación que se me hizo hasta tierna. Lucía impresionante como de costumbre, pero no me pregunten que tenía porque yo de esas cosas no sabía nada. Solo me ponía nervioso que podía ver la tira de sus sostén en una camiseta que se caía de un hombro, casi buscando provocar con eso. La miré por unos segundos, sin saber que decirle con respecto a algo tan simple y complejo al mismo tiempo.

—¿Quieres comprar ropa interior para esto? ¿No estás pobre?

—Sí, es cierto —recapacitó y me preguntó que carajo pasaba en la mente de las mujeres.

Era algo que no entendía de Laura y supuse que se debía a su anterior vida como niñita rica. A veces tenía confusiones con respecto a su capital y a veces compraba más de la cuenta, por eso estaba endeudada hasta la nariz perfecta que tenía. La miré unos segundos más y después me puse nuevamente con mi comida que había hecho con grandes esfuerzos.

Cuando Laura no recibía la atención que quería terminaba marchándose del lugar y en ese momento era lo que estaba buscando. Parecía ofendida por mi falta de interés en sus conflictos internos. La escuché parlotear en su habitación y la ignoré por un rato. Aquí un problema grande, si dejabas que Laura entrara en tu vida era difícil dejarla ir. Lograba meterse en tu cabeza y podías hacer todo por ella, solamente tenía que mirarte con esos ojos de perrito y caías sin parar. Joel había caído así, lo sabía. Mil veces ella había hecho algo malvado y luego lo manipulaba para que no se enfadara, o por ahí buscaba algo y lo convencía con pocos intentos. Era su arte, su talento nato y creía que tenía mucho que ver del lugar que venía. Cómo también de lo bueno que estaba, claro.

La sala caliente +18 [Editorial Scott #1.2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora