Veintinueve

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La vida funcionaba de formas extrañas, incluso para alguien como yo que jamás creyó que iba a estar tan feliz por las palabras de un chico. Mi cuerpo estaba enloquecido de felicidad y me encontraba sonriendo como una niña, alegre por unas simples palabras. Me bañé cantando una canción que ni siquiera sabía que conocía la letra completa y cuando salí vi que Tyler estaba del mismo modo. Una pequeña sonrisa se le escapaba a mi pandillero favorito y no dije nada porque no quería perder aquello, pero me causaba mucha ternura que se comportara de ese modo.

Tyler parecía ser ese chico malo que necesitaba ser querido, lo había notado por su modo de ser y me encantaba poder ser esa persona que le sacara una sonrisa.

—¿Qué haces? —le pregunté acercándome a él en bata mientras lo observaba ponerlo todo dentro de una maleta, casi dándome a entender que estaba marchándose de ese lugar. Era bastante lúgubre, pero no iba a juzgar a alguien por cómo vivía. Yo no era ese tipo de persona. Sin embargo me temí lo peor—. ¿Volverás al departamento?

—Sí, es hora de aceptar esto, Lau. Estoy viviendo como un ladrón, como si fuera un fugitivo y estoy lejos de serlo —me explicó y yo asentí porque no tenía sentido seguir negando lo obvio. Ambos nos queríamos y aquella mínima idea me llenaba el cuerpo.

¿Cuántas veces había deseado eso? ¿Era real? ¿Era Tyler el indicado? ¿Iba a quererme como yo deseaba? No lo veía casándose, teniendo hijos o llevando una vida normal, pero creía que era algo que podía preguntarle. Lo nuestro siempre había sexo, nunca nos habíamos detenido a pensar que sentíamos cosas y que queríamos estar juntos.

—¿Cómo crees que se lo tomará Joel? —pregunté al tiempo que me vestía con la misma ropa que había seleccionado para trabajar. Tomé mi teléfono y noté que ya se había hecho de noche, que había pasado toda la tarde con Tyler encerrada en ese lugar. Miré con desgano las notificaciones que tenía y entre ellas encontré mensajes de Joel exigiendo saber en donde estaba.

Suspiré cansada y me senté en la cama de Tyler, observando su espalda desnuda llena de tatuajes y cómo sus músculos se marcaban mientras se movía. Joel me hacía sentir atrapada, como si no tuviera escapatoria por más que tratara de correr de la situación. Cada vez que miraba a Tyler, cada vez que nos besabamos podía sentir como si él estuviera en la habitación. Me daba pánico dejarlo porque no sabía cómo iba a reaccionar, temía por él y su vida. ¿Y si le arruinaba la vida por dejarlo? Él me había dicho que no podía vivir sin mí, que era capaz de matarse.

—¿Te estás arrepintiendo? —me preguntó Tyler y yo lo miré con duda. Él detuvo su accionar como si no valiera la pena empacar con mi inseguridad entre nosotros. Lo vi enfadado, pero luego suspiró y resopló de una manera graciosa para girarse hacia mí—. Te juro que trato de entenderte... pero me cuesta. Me dices que me quieres, qué quieres que esté contigo... y luego te escucho dudar.

—Me da miedo Joel, Tyler —confesé finalmente y él alzó una de sus cejas, sorprendido por mis palabras—. Tú mismo dijiste que no querías hacerle daño. Estás aquí por él...

—Joel desde que llegó me trata mal, incluso he tenido problemas en la pandilla por su culpa —comenzó a decirme mientras se sentaba a mi lado y observaba cómo se movía de ese modo tan pandillero. Las piernas muy abiertas, las manos llenas de anillos y los dedos plagados de tatuajes. Suspiré, me distraía fácil—. Ya no es el mismo amigo... me ha maltratado, ni siquiera le ha importado que estuviera aquí... pero dejando eso de lado, Joel es un hombre, es una persona adulta y no puede atarte a él, Laura. No es sano lo que estás viviendo.

Asentí sintiendo que tenía razón porque yo no quería admitir lo más horrible que me estaba pasando. Tenía una relación tóxica con Joel y al parecer siempre la había tenido. Recordé las veces que me dijo que mi vestido era corto, que no podía ver a otros hombres y que nunca iba a dejarlo, que iba a ser suya para siempre. Mordí mi labio con fuerza, sintiendo el sabor a la sangre cuando comprendí que estaba en medio de una relación horrible y no podía escapar porque Joel me había atrapado. Me tenía en sus manos y yo no sabía qué hacer, simplemente giraba a su alrededor sin querer tener una vida.

—Me niego a creer que empezamos a tener algo por sexo. Yo creo que... siempre hubo algo pero ninguno era capaz de admitirlo. Y estabas tan atrapada que no pudiste ver más allá... ahora es el momento, Laura. Ahora es el momento de dejarlo y no te lo digo porque me muero por tí, sino porque quiero verte bien. Una relación tóxica no vale una lágrima.

Escaparse de la jaula en la que Joel me había encerrado era difícil, pero comencé a entenderlo todo. Mi cabeza pensaba y pensaba, comprendiendo cada minuto que me había atrapado entre sus garras. Necesitaba ser libre, finalmente libre.



El departamento estaba a oscuras cuando llegamos y Tyler prendió el aire acondicionado porque el lugar era un horno. Las cortinas estaban corridas y las ventanas cerradas, las abrí para que corriera un poco de viento. La luz de la ciudad inundó el departamento al tiempo por un minuto y me quedé observando las sombras del lugar en la sala, siempre fanática de esas cosas simples.

—Muero de hambre, ¿qué quieres comer, princesa? —me preguntó Tyler desde la cocina, haciendo los ruidos normales de una persona que limpia. Iba a decirle que no me importaba cuando prendí las luces y pegué un salto al ver a Joel en el sillón de la sala. No lo había visto y me asusté, sobre todo porque había entrado con Tyler y él me había llamado por mi apodo.

—¡Joel, casi me matas! —exclamé asustada, llevando la mano a mi pecho para calmar el latir de mi corazón asustado y culpable, atrapado con las manos en la masa. Joel estaba frente a la computadora de Tyler, que aparentemente no se la había llevado y la encendió tocando una tecla. La giró hacia mí y me quedé petrificada al verme desnuda en la pantalla.

La sensación en la editorial volvió. Tragué lentamente sin saber cómo podía moverme y no supe ni siquiera que podía decir. Mi boca se abrió y de ella no salió ningún tipo de sonido. Joel levantó el sonido y eso hizo que Tyler viniera como si fuera una alarma escuchar mis gemidos. También se quedó petrificado al ver a Joel y sobre todo con su computadora.

—Fuiste tú —susurré comprendiendo que estaba sucediendo y que él había sido el culpable de aquello. Recordé la sensación de humillación, la angustia y el dolor al verme en todos lados en mi lugar de trabajo. Joel había hecho lo peor que un hombre podía hacerle a una mujer: exponerla. No importaba que yo hubiera estado desnuda para gente en internet, solo una persona sabía quién era y jamás iba a hacerme ese daño—. Eres un ser nefasto... no puedo creer que...

—¿Creías que no iba a darme cuenta? ¿Que no frecuento estas páginas? —le preguntó a Tyler, ignorándome por completo como si no existiera—. Tú mismo me has mostrado estas páginas, idiota. Era cuestión de tiempo que encontrara esto. MI novia, Tyler. Mía.

—La engañaste mi veces, Joel.

Miré a Tyler asombrada por la verdad de las palabras, porque no podía creer lo que estaba escuchando en ese momento. Por supuesto que lo sabía, estaba al tanto y lo sospechaba, pero no quería escucharlo. Me temblaba el cuerpo y quería vomitar, desmayarme en el suelo ante todo lo que estaba sintiendo en ese instante. Me temblaba el cuerpo y me di cuenta que esa noche era solo el comienzo del fin.

La sala caliente +18 [Editorial Scott #1.2]Where stories live. Discover now