Capitulo 30

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El corazón me latía muy fuerte y no tenía intenciones de buscar una manera de calmarlo. No cuando él se acercó a mí sin decir absolutamente nada y se ganó detrás de mí. Las piernas me temblaban. Traté de controlar la respiración cuando él se aclaró la garganta y yo como una tonta levanté las manos, tomé mi cabello y lo subí con las manos. 

Thomas se acercó, pasó los brazos por los costados de mi cuello y deslizó el collar sobre mi cuello. Sus dedos a penas me tocaron cuando lo abrochó. Pero cuando terminó, los dedos de ambas manos se posaron en mi piel... el índice subió por mi cuello y bajó por mi hombro desnudo. 

—Escarlata, como el color de tu pelo — su aliento me besó la nuca y se acercó más. 

A penas podía respirar. Sabía que él era consiente de cada parte de mi cuerpo que estaba quemándose por su culpa. 

—¿Fuiste tú? — pregunté en un hilo de voz. 

—¿Fuiste tú? — preguntó con retorica, bajó las manos por mi espalda hasta afirmarlas en mis caderas. 

Tragué con dificultad. 

—¿Quién más te odiaría como yo? — él gruñó, sus labios cerca de mi cuello... cerca del lóbulo de mi oreja. 

—Ah Cassiopea — gruñó — de todas las cosas del mundo no he podido dejar de pensar en lo bien que se siente estar dentro de ti ¿Sabes? Asunto, que no quita el hecho de que debes alejarte de mí lo más que puedas. 

El corazón me dio un vuelco y no pude evitar contraerme, me giré a él tomándolo por sorpresa y lo enfrenté a los ojos. Aún con el corazón acelerado podía darme el valor de enfrentarlo. 

—¿Por qué? ¿Por qué quieres que me aleje de ti?

Ladeó la cabeza con una sonrisa boba. 

—¿No me odias? 

—Lo hago — afirmé — pero estás haciendo las cosas difíciles. 

—¿Sí? — dio un paso y retrocedí — ¿De qué manera? 

—Lo sé todo — tragué con dificultad, no tenía miedo, no de él. No después de lo que estaba dispuesta a admitir. 

Thomas tensó la mandíbula y se enderezó. 

—¿Sí? — siguió caminando, seguí retrocediendo hasta que mi espalda chocó contra la pared de madera y Thomas se quedó con las manos en la espalda mirándome. 

—¿Por qué le has pedido a Adam que mienta por ti? ¿No eres capaz de enfrentarme tú mismo?

Se relamió los labios con una sonrisa cruel. 

—Te he enfrentado bastante bien — susurró bajando la mirada al pequeño escote de mis pechos — y se ha sentido, muy bien

Aunque me sonrojé intenté mantenerme firme. 

—Soy tu pareja — espeté con seguridad. Los ojos firmes en él. No titubeo, pero no se movió tampoco y luego, como si nada se inclinó hacia mí y pasó una mano por el costado de mi cara para apoyarla en la pared. 

—Ah, ¿Sí?

—Déjate de estupideces — me atreví a decir, pero la voz me salió a penas audible. Thomas se inclinó hasta mi cuello y apartó mi cabello para dejarlo expuesto — ¿Por qué quieres ocultar eso?

—¿Por qué te importaría serlo? De todos modos — sus dedos presionaron mi cuello, jugueteando mientras sus labios estaban muy cerca del mismo lugar. Su mano libre se apoyó en mis caderas sobre la tela del vestido. 

Cinco Razones ━ Thomas Sharpe.Where stories live. Discover now