Capitulo 32

930 161 118
                                    

—Por favor — susurró. Metió sus manos bajo la cobija y sus dedos se deslizaron por mi costado provocando corrientes eléctricas placenteras. El contacto dolió en lo más hondo de mi corazón — por favor no te enamores de nadie.

Abrí los ojos con el corazón sobresaltado. Mi respiración era inconsistente y la frente me sudaba como nunca. ¿Había sido un sueño? ¿Había sido real? Quería distinguir quien era, pero pensarlo me causaba conflicto en el corazón. La mente me decía que era Adam, pero el corazón me palpitaba con tanta fuerza cuando pensaba que podría ser Thomas. ¿Por qué? Si no había nada entre él y yo.

Y cuando me ponía a buscar razones para ello, no encontraba nada. Solo un vacío en mi interior que gritaba y yo no sabía por qué. Gritaba y me hacía doler el corazón.

Me llevé una mano al centro del pecho y me di pequeños golpecitos para calmar el dolor.

—Buenos días — giré hacia atrás para ver a Adam abrir la puerta del cuarto y entrar en silencio. Tenía ojeras bajo los ojos. Me acerqué en silencio y toqué su rostro.

—¿No te has alimentado bien? — él no respondió. Se quedó mirando mi cara y sus manos subieron hasta mis brazos extendidos.

—Necesitamos hablar Cassiopea — la comisura del labio le tembló un poco, yo deslicé mis manos hasta las suyas. Estaban algo frías. Las puse sobre mi cara. Adam parecía de piedra.

—¿Es sobre lo que hablaban ayer? — suspiré algo cansada. Sentía que tenía un agujero en el pecho. Adam entrelazó nuestros dedos y se los quedó mirando un largo tiempo — no entendí de que hablaban. ¿Qué fue lo que Thomas hizo esta vez?

Nos miramos a los ojos.

—Hice algo horrible y quiero disculparme — su mano que entrelazaba nuestros dedos cayó al aire y caminó hacia la ventana con los hombros caídos. El corazón se me comprimió un poco. No entendía que lo hacía ver tan triste y lúgubre que de costumbre

—¿Disculparte?

—He sido egoísta contigo Cassiopea — los hombros le subieron y le bajaron, yo me acerqué a él con una mano por su espalda y me detuve sobre sus hombros. Elevé mis dedos a su cara haciendo que me mirara

—¿De que hablas Adam? Tú has sido todo menos eso conmigo — los ojos me brillaron — me has cuidado tanto. Y yo estoy tan feliz de estar contigo, de... saber que nos pertenecemos.

Adam cerró los ojos. Las manos se le convirtieron en piedra. La cortina se zarandeó un poco por el viento que entró por la abertura de la ventana. Adam me miró y presionó su mano sobre la mía que descansaba en su mejilla.

—No me perteneces — susurró con pesar — por más que quiera fingir lo contrario, así es. Por más que tú y yo estemos juntos todo el resto de tu vida — tomó mis manos en el aire y las agrupó entre las suyas — nunca será suficiente. Nunca seré suficiente. Y lamento haberme dejado llevar por mis impulsos egoístas y creer que él tenía razón en llevar a cabo su plan. Fue un plan egoísta, de mi parte y de la suya.

Ladee la cabeza sin entender.

—¿Estás hablando de Thomas?

Adam suspiró con los ojos entrecerrados y asintió.

—Me hizo, borrar los recuerdos de tu mente. Las cosas que descubriste sobre ser la pareja de un vampiro. Me pidió que borrara esa palabra de tu mente y la volteara en mi dirección — besó mis dedos — tú crees que soy tu pareja, pero no es así. Es lo que yo te hice creer.

El cuerpo se me tensó y se me escapó una risita nerviosa.

—Aún quedan días para el día de los inocentes, Adam — pero él no sonrió.

Cinco Razones ━ Thomas Sharpe.Where stories live. Discover now