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—¡Ten un buen día cariño! —gritó mi madre mientras salía de casa para llevar a Thomas al colegio.
—Sí mamá —contesté, como siempre.

Cuando acabé el bol de cereales, lo dejé en la pila, y cogí mi mochila y los cascos de música mientras salía de mi casa. Di al play en la lista de reproducción, dando paso así a la magnífica voz de Tom Odell, guardé el móvil en un bolsillo de mis jeans negros y comencé a andar directa al instituto. Al menos así el camino hasta el instituto se hacía más ameno.

Vivo en la capital del condado de Hampshire, Winchester. Una ciudad situada al sur de Reino Unido, las calles están repletas de pequeños locales y de árboles tan altos que parecen que pueden tocar el cielo. Llevo viviendo aquí desde que nací, y conozco todos los lugares más escondidos de esta ciudad. Pero a mi madre no se le ocurrió otra cosa, que comprar una casa a las a fueras, por lo que todo me pilla demasiado lejos.

Hoy empiezo primero de bachillerato en el instituto. El que empezará a encaminarme en mi vida sobre lo que quiero hacer o no.

Se supone que tengo que estar nerviosa, o al menos, algo emocionada por ver a alguna amiga, pero teniendo en cuenta que solo tenía una amiga, la cuál se llama Rikki, y se mudó hace un mes a la otra punta del país, no tenía ninguna razón para estarlo. Era un día como otro cualquiera.


Cuando llegué a mi clase (o al menos la que sería por estos próximos nueve meses), comprobé que apenas habían llegado aún cuatro personas, lo que hizo que no tuviera ningún tipo de problema a la hora de elegir una mesa. Así que fui directa a sentarme en un asiento del fondo. Pocos minutos después, vi como la clase se iba llenando: y por suerte o por desgracia vi entrar por la puerta a las amigas de Emily, y por si fuera poco se sentaron delante mía e instintivamente subí el volumen de la música, así al menos, no las escucharía hasta que llegase el profesor-

La clase se llenó al completo, y yo seguía estando sin compañero.

Cuando el profesor entró, un hombre de mediana edad, alto y rubio, empezó a explicar los temarios que daríamos a lo largo del curso, y que deberíamos ponernos las pilas para todo lo que se aproximaba. Cinco minutos más tarde, alguien llamó a la puerta.

—Adelante —dijo el profesor Morgan, dando paso a un despistado Theodore Wood.

Para ahorraros los detalles de este chico, junto a sus cuatro amigos, es uno de los chicos más populares de todo el instituto, y ni si quiera sé el por qué, pero todas las chicas babean por él, a lo largo de todos estos años, he llegado a escuchar cientos de rumores sobre él por los pasillos, pero a saber cuáles serán verdad y cuáles no. Por lo que veo tiene esta 'fama' por las nubes, lo que hace que su ego crezca aún más, si eso es posible.

—Que sea la última vez que llega tarde Wood, en este curso no se os permitirá algunas cosas a las que soléis estar acostumbrados. Ahora siéntese —buscó entre todas las mesas un asiento libre, y se paró a ver el que estaba al lado mía. Genial—. Siéntese junto a Stone.
Theodore alzó la mirada, miró primero el asiento, y luego a mí, y sin decir nada, fue a sentarse al lado mía.

El karma me estaba jodiendo.

El próximo cuarto de hora me lo pasé intentando atender a lo que estaba diciendo el profesor, pero era imposible. Este hombre aburría hasta las piedras.  Por lo que empecé a garabatear pequeños fragmentos de diferentes canciones, hasta que toda mi atención fue a parar a una nota que llegó a mi mesa, me giré hacia mi compañero, y leí sus labios: Ábrela.

Abrí la dichosa notita y ponía: ❝ ¿Qué tanto escribes?

Como había algo de espacio debajo de esto, decidí contestarle: ¿A ti que te importa?

—Eso me ha dolido —susurró, y aunque le escuché perfectamente decidí pasar de él y seguir a mi rollo.

Hasta que otro papelito llegó a mi cuaderno.

Al menos dime tu nombre.

Te basta y te sobra con saber que me apellido Stone.

Te bastará a ti, pero a mi no.❞

Se siente Wood. ❞

Lo acabaré sabiendo Stone. ❞ —leí y arrugué el papel haciéndolo así una bola para después tirársela en la cara.

—Vete a joder a otra persona —contesté.

Al rato sonó el timbre, dejándonos así algunos minutos para ir a los baños, o dejar algunos libros en nuestras taquillas, y teniendo en cuenta que Wood seguía mirándome, cosa que me incomodaba demasiado, decidí coger mi mochila e ir al baño.

Tiré de la cadena, y cogí mi mochila, iba a abrir la puerta, pero me quedé quieta cuando escuché la voz de Emily.

—¿Enserio se ha puesto con Danielle?—preguntó Emily.

—Como lo oyes —contestó una de sus amigas.

—Se va a enterar como le toque algún pelo a mi chico —decidí salir, ni ella ni nadie me iba a amenazar.

—¿Qué pasa Emily? ¿Tienes miedo de que te quite a tu chico? ¿De que te haga lo mismo que tú me hiciste a mí?  —todas se quedaron pasmadas al verme, y más al ver la contestación que la di, pero no me importaba lo más mínimo— Por mí, como si te quieres casar con él, es todo tuyo.

Se miraron unas a otras durante unos segundos hasta que Emily decidió contestarme.

—No tengo nada que decir al respecto, chicas larguémonos de aquí —todas salieron del baño como si se tratase de una pasarela de moda.

Vi durante unos instantes mi reflejo en el espejo, aunque tuviera hecha una coleta, algunos mechones caían alrededor de mi cara, estiré un poco mi camiseta blanca, e intenté sonreír en el espejo, era inevitable, la cara de cansancio seguía estando ahí.

Sonó el timbre y salí del baño, fui directa al aula dónde me esperaba otra clase con Wood.

GREENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora