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Al día siguiente me levanté con más tiempo, y cuando llegué a la cocina, pillé tanto a mis padres como a mi hermano pequeño desayunando.

—¿Qué tal has dormido cielo? —preguntó Evelyn mientras me servía un vaso de leche.

—Como siempre —bostecé—. ¿Y tú? 

—Bien, hoy llegaré algo más tarde del trabajo, así que te he dejado comida en el frigorífico —asentí, y acabé de tomarme el desayuno.

—Por cierto Danielle, dentro de unas semanas me iré de viaje a Los Ángeles por el trabajo.  

—¿Y por cuanto tiempo?  

Esta conversación era muy típica en esta familia. Mi padre a lo largo del año se pasaba más tiempo fuera, que dentro de casa. De pequeña siempre me quejaba o le decía que por qué no pasaba más tiempo en casa, como ahora mismo lo hace Tom. Pero después de tantos años llegó un momento en el que me cansé de preguntar y simplemente comencé a aceptar. Supongo que más tarde o más temprano le pasará eso a Tom.

—Tres meses. 

—Está bien. Que no se te olvide comprarme un pin para la nevera eh. —le guiñé un ojo, y sonrió. Mi padre a cada sitio que iba, pin que compraba. 

Me vestí con unas mayas negras y una camiseta roja, cogí una chaqueta fina y me puse las deportivas. Me cepillé los dientes, y me hice una trenza de raíz, justo cuando cogí la mochila y empezaba a bajar las escaleras, escuché a mi madre despedirse.


A primera hora me tocaba educación física, y aunque el deporte no fuera mi gran pasión, prefería eso, que tener filosofía a primera hora. 

El profesor Cooper, eligió a Wood, y a Kate como capitanes para los equipos de fútbol, y los dos se pusieron delante de toda la clase.

—Cada equipo va a ser de quince personas, Kate —se dirigió a ella—. Tú vas a elegir primero a una persona, y después Theodore, y así hasta que los dos equipos estén hechos. ¿Entendido? —Tanto Theodore como Kate asintieron.

—Eligo a John —este último se puso detrás de Kate formando así el comienzo de una fila.

—Yo a Stone —respondió Theodore, y me coloqué detrás de él.

—¿Por qué lo has hecho? —le susurré mientras que Kate elegía a una chica de clase.

—Jack —dijo Wood en voz alta— Me apetecía, ¿algún problema? —susurró, se giró un momento para verme y me guiñó un ojo.

Me aguanté las ganas de pegarle una patada en el culo en ese momento, y una vez que formaron los equipos, empezó el partido.

Hubo un momento en el que un chico de mi clase, me pasó el balón y corrí por todo el campo como alma que lleva el diablo, intentando que nadie me lo quitase. Cuando tuve la oportunidad, le pasé el balón a Theodore y él se encargó del resto, marcando así un perfecto y maravilloso gol.

Me sentí genial en ese momento y suspiré del alivio, al parecer pasarme el verano con mi primo y sus amigos jugando al fútbol sirvió para algo.

Al terminar la clase el partido quedó así: Wood 3 - 2 Kate.

Cuando fui a coger mi mochila, noté como una mano se posaba en mi hombro izquierdo.

—Eso estuvo bastante bien Stone —comentó Theodore—. Nunca pensé que jugabas así de bien al fútbol.

—¿Porque sea una chica no se me puede dar bien el deporte? —quité su mano de mi hombro—. Si me disculpas tengo que ir a clase.

—¡No me refería a eso! —suspiró algo frustrado—. Además, ¿Tengo que recordarte que estamos en la misma clase, y que nos sentamos juntos? —preguntó mientras sonreía.

—¿Nunca puedes mantener tu boca cerrada? —Theo cogió su mochila, y fuimos caminando hacia la clase.

—¿Quieres que te diga la verdad o no? 

—Quiero que te calles —contesté cortante.

—Si me dices tu nombre, me callaré por lo que queda de semana. —me senté en mi sitio y dejé la mochila en la mesa.

—¿Seguro? —asintió.

—Danielle, me llamo Danielle. 

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