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—Aquí tenéis todo lo que vais a necesitar para el castigo durante esta semana —el director abrió la puerta del cuarto de limpieza dejando a la vista un montón de productos que Wood y yo tendríamos—. En una hora volveré, y para entonces quiero ver al menos tres clases del primer curso, completamente limpias de este pabellón—el señor Smith pasó entre nosotros dos, y cruzó el pasillo con un paso firme.

Solo teníamos una opción y esta vez no podíamos hacer nada para evitarla, mientras que me adentraba en el cuarto de limpieza y cogía una fregona y un cubo, no paraba de escuchar las continuas quejas de Theodore.

—Estúpido —comentó Wood— ¿Pero se piensa que somos sus mayordomos?

—No te quejes eh —le pasé el cubo y la fregona—. Da gracias a que no nos hayan expulsado.

—Creo que hubiera preferido eso, a tener que limpiar clases —cogí un rastrillo y una escoba y seguidamente cerré la puerta del cuarto de limpieza.

Wood sin decir nada más, se dirigió a la primera clase que teníamos que limpiar, y yo le seguí.

—Está bien —entramos en la primera clase y encendí la luz—. Primero, yo limpio todo el polvo, y después tú pasas la fregona, ¿entendido? —Wood asintió, y se fue a sentar en la mesa del profesor, y mientras que yo recogía toda la porquería que había en la clase, él se dedicaba a mirarme.

—¿Puedes parar ya? —pregunté mientras me acerqué a dónde estaba él—. Ya he acabado mi parte, tu turno.

Tiré toda la porquería al cubo de la basura que había en la clase, y dejé la escoba apoyada en la pared, después me senté justo donde antes estaba Wood, y apoyé las palmas de las manos en la mesa, y me crucé de piernas.

—Dame algo de conversación Danielle —comentó Wood mientras empezaba a fregar una parte de la clase.

—¿Qué quieres que te cuente? —pregunté mientras observaba como los músculos de Wood se contraían cada vez que movía la fregona de un lado para otro. Él no era un chico de gimnasio, pero sí se notaba que se cuidaba.

Desvié mi atención de sus músculos en cuánto escuché su voz:

—¿Qué quieres saber? —cogió el cubo lleno de agua, dio tres pasos para atrás, y lo volvió a dejar en el suelo. Ya había fregado casi la mitad de la clase.

—Nada en particular —contesté—. Eres tú el que quiere que hablemos de algo —escuché como una gran carcajada salía de su boca, y no pude evitar sonreír un poco.

—¿Te has enterado de la fiesta que voy hacer con mis amigos?

—¿Una fiesta? —me miró por unos segundos y yo negué con la cabeza.

—Stone... Por si te interesa, es este Sábado, en mi casa, empieza a las doce.

—¿Acaso me estás invitando Wood? —cogí la escoba, y el recogedor, y seguí a Theodore hasta llegar a la siguiente clase, en esta ya habíamos acabado.

—¿Eso estoy haciendo Danielle? —me guiñó un ojo, y le pegué un suave puñetazo en su hombro izquierdo.

—Dímelo tú —empecé a barrer la clase bajo la atenta mirada de Theodore. Cómo no.

—Sí, te estoy invitando a mi fiesta, ¿algún problema? —me miró curioso, estaba apoyado en la pared, y con los brazos cruzados.

—No sé si lo sabrás, pero las fiestas no son lo mío.

—¿Y ni si quiera por el gran motivo de que es mi dieciocho cumpleaños?

— Entonces... creo que me lo pensaré —le miré por unos instantes y le dediqué una sonrisa. Él me la devolvió.

— Avenida Sun, número 114. No lo olvides.

***

Después de limpiar cinco clases más, y de tragarnos otra charla por parte del director, llegué a mi casa más agotada que nunca. Sólo tenía ganas de darme una gran ducha, y dormir hasta la mañana siguiente.

—¡Mamá. papá, ya he llegado! —me adentré en el salón, donde estaban viendo una de sus series favoritas: The Closer.

—Genial, ¿me puedes hacer un favor?—me preguntó mi madre centrando toda su atención en mí. 

Oh oh, esto no sonaba nada bien.

GREENWhere stories live. Discover now