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Cuando quisimos darnos cuenta ya habían pasado tres horas, y debíamos de volver a nuestras casas. Cuando llegué a la mía, dejé la mochila en la entrada y entré en la cocina . No había nadie. Y entonces recordé que mi madre iba a llegar más tarde por asuntos del trabajo. Días como este me tocaba ir a recoger a mi hermano pequeño del colegio. Calenté la comida que me dejó mi madre en el frigorífico y cuando me la acabé cogí las llaves y fui a recoger a mi hermano.

A las cinco de la tarde mi madre entró en casa, y lo primero que me dijo al verme tirada en el sillón fue:

  —Al salir del trabajo, me llamado desde tu instituto, diciéndome que has faltado a las tres últimas horas de clase —se puso rígida, me miraba fijamente esperando a que le dijera algo lo suficientemente bueno para que justificara mi ausencia en las tres ultimas clases.

Tenía que inventarme una excusa rápidamente.

—Sí, es que me encontraba mal... y estuve en el baño —mi madre asintió no muy convencida.

—La cosa Danielle, es  —me acaba de llamar por mi nombre completo, eso es muy malo— que tienen unas grabaciones de ti y de otro chico que iba contigo, ¡saliendo del instituto en la hora del recreo!

Imposible, se suponía que ahí no habían instalado las cámaras de vigilancia... mierda.

—¿Me estás escuchando? —asentí repetidas veces sin decir ni — Se supone que ya eres una mujer, ¡tienes que tomarte enserio el instituto! ¡el año que viene tendrás que saber lo que quieres hacer con tu vida! ¿o qué quie...

Desconecté en cuanto supe que me iba a decir la misma charla de siempre, diciéndome que tenía que esforzarme más que nunca, que tenía que ser una persona con las ideas claras, y que ahora no me podía venir abajo y dejar de estudiar de repente.

¡Como si no lo supiera! Sabía de sobra que lo que había hecho estaba mal, pero ya estaba hecho, y no podía hacer nada para evitarlo. Aparte, eran los primeros días de clase, lo que significaba que no hacíamos nada. Aunque eso se iba acabar muy pronto.

—¡Estás más que castigada, por mí y por el director!

—¿Director? —pregunté alarmada, en ese momento se me heló la sangre por completo.

—Tu amigo y tú vais a estar limpiando las clases durante una semana —continuó—. ¡Y dad las gracias,  que por poco os expulsan durante tres días!

—No es mi amigo mamá —contesté.

—Me da igual, lo que sea, quiero tu teléfono móvil —sin decir nada, se lo di, sabía que si le contestaba esto acabaría mucho peor.

Sabía de sobra que mi madre estaba teniendo razón, y que estaba siendo bastante justa, así que preferí que se le pasara el cabreo, para poder hablar a la mañana siguiente con ella con tranquilidad.
Me subí a mi cuarto, y no bajé hasta el día siguiente, pero cuando llegué a la cocina a desayunar, no estaba ni ella, ni mi hermano.

Empezamos bien el día.

Miré la hora en el reloj de la cocina, ¡eran las nueve! ¿Cómo iban a estar? ¡Si yo hace media hora que tendría que estar en clase!

Me vestí más rápido que nunca, cogí la mochila, y corrí directa al instituto.

Pero teniendo en cuenta que mi casa estaba bastante lejos de él, por mucho que corriera, ya no llegaba a la primera clase. Y por suerte llegaría a segunda.

Llegué a clase justo cuando eran los cinco minutos de descanso, tiré la mochila sobre mi mesa y cansada de tanto correr me senté en mi silla e intenté relajar la respiración.

—¿Mal despertar? —preguntó Wood, quién me observó nada más entrar como una histérica.

—Mal todo —contesté—. ¿Sabes lo del castigo verdad? —asintió.

—¿Y no te importa?

—En verdad me da igual, he estado castigado más veces.

—Aún así... lo siento, si no hubiera sido por mi estúpida idea, no te hubieran castigado.

—Eh, eso es mentira —replicó— bueno puede que sí que fuese una estúpida idea,—se rió—  pero el que aceptó a irse del instituto contigo fui yo, y solamente yo, tú en ningún momento me obligaste. ¿Queda claro?

—Teniendo en cuenta que eres más cabezota que yo, no me queda otra que decir que sí.

—Si querías una cita desde el primer momento solo me la tendrías que haber pedido, ambos sabemos que el castigo es solo una tapadera para que pases más tiempo conmigo.

—Vaya, me has pillado —me encogí de hombros y sonreí—. Eres más listo de lo que yo pensaba Wood.

GREENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora