Trece.

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Le dije a mi madre lo de mi fiesta de cumpleaños del viernes y ella aceptó. Rápidamente nos pusimos a escribir la lista de lo que necesitábamos, de la gente que vendría. Mis cumpleaños siempre parecían una especie de evento importante donde se promociona o se inaugura algo. Son realmente divertidos aunque lo peor sin lugar a dudas es la preparación y la limpieza después de la fiesta. La cantidad de basura que podía generar tanta gente en tan sólo unas horas.

— Cariño, necesitamos una tarta grande, globos, comida y bebida. ¿Pedimos pizzas o prefieres otra cosa de comer?

— De acuerdo mamá. Te voy a empezar a decir nombres de chicos y chicas. Si alguno no quieres, sólo dímelo.

Ella asintió y cogió papel y lápiz para apuntar los nombres en la libreta donde siempre apuntaba todo: lista de la compra, anotaciones, precios.. TODO. No sé cómo esta mujer puede ser tan organizada siempre. Yo soy un desorden de persona.

— Amanda Brown, Eli Banks, Jonny Stonebell, Jack Serpa, Mónica Butterfly, Jim Frederick, Dean Aston, Mary Ryan, Xander Grey, Max Cooper, Lily Boston, Sean Hardbull...

— No, a Sean no le invitamos.—dijo casi gritando y muy alterada.

— Está bien.—acepté suspirando.

Seguí nombrando a los invitados y cuando creí que ya no quedaba nadie interesante por invitar, me vino la mente un nombre. No estaba segura si decírselo. Quizás un cumpleaños con él sería divertido. No me lo pensé de nuevo. La emoción me invadió de repente. Esa emoción que se siente cuando juegas al escondite y no quieres que te pillen. Exactamente esa.

— Damon Sydal.— dije cerrando la lista.

— ¿El empresario americano que trabaja con tu padre? —preguntó curiosa y con una sonrisa queriendo insinuar algo mientras que escribía su nombre en el trozo de papel junto a los demás.

— Es vecino nuestro, no me mires así. Me cae bien.— dije exculpándome.

Mi padre entró, en el mejor momento de todos, al despacho de mi madre donde nos encontrábamos y preguntó fingiendo estar asustado.

— ¿El americano te gusta? Parece buen tipo pero el chico parece un poco creído, ¿no?

— Papá, sólo es un invitado más a mi fiesta de cumpleaños del viernes.— aunque no era un cualquiera más traté de convencerlos para que no cotillearan más mi vida personal. Odiaba hablar de estos temas con mis padres. Se ponían siempre muy pesados. Eran como niños pequeños. Les faltaba poco para gritar que estaba por él a los cuatro vientos. Aunque no era así.

— De acuerdo hija. ¿Nadie más? ¿Y a Mike?—al escuchar ese nombre mi cuerpo sintió un escalofrío recorrer mi espalda y provocó que el vello de la nuca se erizase.

— Mamá, la situación con Mike es algo difícil. Está en busca y captura. La policía cree que puede estar en la banda que nos chantajea.—dije con la cabeza agachada expresando algo de tristeza aunque lo que de verdad sentía era asco. 

Mi madre asintió con el rostro descolocado por la duda. El silencio nos invadió de repente.

               . . . . . . . . . . . .  . 

Amanda llegó para ayudarnos a mamá y a mí. Encargamos globos, tartas, pizzas y otras cosas que llegarían a lo largo de la semana para que el viernes todo estuviera perfecto.

Cuando teníamos hechas las invitaciones empezamos a recorrer todo el vecindario repartiéndolas. Primero por las casas cercanas que eran la de los Ryan, Grey y Stonebell. Estos tres dijeron que asistirían. Mientras yo hablaba, Mandy iba tachando de la lista los nombres a los cuales ya habíamos invitado. En la casa de los Grey nos invitaron a un té. Su casa era preciosa. Tenía un estilo de época con muebles de madera oscura, seguramente roble, suelos también de madera natural con betas que recorrían toda la casa dándole un toque elegante. La enorme chimenea de ladrillos se encontraba apagada ya que era verano. En invierno debía de dejar un ambiente muy cálido y agradable. Todo esto en conjunto hacía que la casa fuera encantadora y acogedora. Además, la señora y el señor Grey siempre eran muy simpáticos con todo el mundo y su hijo Xander había sido el amor platónico de Amanda y viceversa. Ella estaba enamorada de él desde los doce años y él también pero nunca se habían cruza ni una palabra. Xander era un chico muy simpático aunque algo tímido. Tenía unos ojos preciosos. Era encantador. En el instituto todos queríamos verlos juntos por fin aunque se estaban haciendo de rogar.

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