Diecinueve.

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Eran casi las dos del mediodía, el sol era abrasador y los cuatro estábamos desesperados por subir al London Eye. Aunque parezca mentira, nunca había subido a aquella espectacular noria. Me dolían las piernas de estar ahí de pie tantas horas.

Después de lo ocurrido con Mike, Damon no se alejó de mi en ningún momento. Observaba a todas las personas que pasaban junto a  nosotros. Yo miraba la fila que nunca avanzaba, era interminable.

— Tranquila, ya no nos queda nada.—me giré y me rodeó con uno de sus brazos a la altura de mi cintura. Me dejé. Me sentía cómoda con él al lado y más dadas las circunstancias. Levanté mi mirada hacia sus ojos. Nuestros labios quedaron a centímetros y podía sentir su respiración contra mi nariz. Noté que él estaba un poco agachado para llegar sin dificultad a mis labios si tenía la intención de besarme. Quería besarle pero no quería hacerlo. Se daría cuenta de que lleva razón. Chasqueé la lengua al darme cuenta de que había caído en su juego.   

Pasé mis manos por su pecho hasta llegar a su cuello y entrelacé mis dedos detrás de este. Veía las ansias de besarme en sus ojos, sus labios querían rozarme y yo también lo estaba deseando pero le hice sufrir un rato más. Nuestras narices chocaron y la culpable fue Amanda que no quería esperar a ver nuestro romántico beso. Los dos reímos al unísono. Su risa se sentía bien. Era perfecta. No, él entero era perfecto y me hacía sentir única a su lado. Damon se acercó para plantar sus labios en los míos pero me moví hacia atrás no dejándole. Me miró casi suplicándome mientras yo no dejaba de reírme tímidamente.
No aguanté más y le besé. Damon tampoco soportaba estar tan lejos de mis labios, se le notaba en cada uno de sus movimientos. Sus besos eran dulces pero a la vez salvajes, rápidos pero a la vez lentos. Este hombre me estaba empezando a encantar. Era el típico tío chulo pero a su vez dulce. El típico que pretende ir de duro pero luego es un amor de persona... "¡No!" pensé y al instante dejé besarle. Le separé rápidamente. Él me sonrió notando lo mismo que yo.

— ¿No decías ser una chica difícil?—empezó a reír mientras se guardaba las manos en los bolsillos delanteros de sus pantalones.

— ¿Acaso no puedes ser un pasatiempo para mi? No soy tan estúpida como para colarme por ti tan rápido.—dije intentando mentir bien mientras arqueaba una de las cejas para disimular. 

— Venga ya.—exclamó algo... ¿indignado?

— Lo digo muy en serio, no eres tan...

Me vi interrumpida por un beso suyo. Me pilló tan de sorpresa que se me agitó la respiración. El corazón iba a salirse de mi pecho. Cuando se separó de mi y observó mi rostro completamente sorpredido, preguntó:

— Me he perdido, ¿qué me estabas diciendo?

¿De qué le estaba hablando? Oh mierda, se me había olvidado lo que le iba a decir. Intenté recordar pero fue imposible. ¿Cómo podía haber olvidado lo que estaba pensando hace apenas un minuto?

— Ehm... pues... Amanda, ¿qué hora es?—intenté dirigirme a Amanda pero Damon me agarró de la muñeca.

— Oh, por favor, no me digas que te he distraído y ya no sabes de que me estabas hablando. ¿Y decías que no sentías nada con mis besos? Pues disimulas muy bien.—dijo y noté como mis mejillas ardían de vergüenza.

Él sonrió y de repente la fila comenzó a moverse. Cada vez quedaba menos para entrar. Menos mal.

Esperamos cinco minutos más y cuando estábamos ya pagando la entrada Damon se acercó al chico que recogía las entradas y le dio algo. Parecía que se conocían porque se chocaron la mano. No sé si Damon tiene por costumbre susurrar a la gente pero eso me pone nerviosa.

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