Entrada nº 67 de un diario

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Querido diario:


El primero en irse fue el padre Young cuando ella tenía quince años, justo en el año en el que nací.

El padre Young no era mejor que mamá, pues ambos eran crueles e igual de inseguros. Por eso, Young era su diana. Sinceramente, no se mucho de él ya que lo que conozco es lo que me tienen contado, pero soy consciente de que las abandonó cuando se enteró de que mamá le fue infiel. A partir de ahí nací yo.

Mi madre se había rendido con Young puesto que se negaba a hacer lo que le exigía, obviamente eso tenía graves consecuencias, pero Young las afrontaba como si no fueran gran cosa. Aún así, yo temía por ambas, porque mamá se había interesado en mí y porque librara su estrés con la primera que se le cruzase. Aunque no voy a mentir: una al final se acostumbra, Young lo hizo.

Desde que tengo uso de razón fui una muñeca para mamá, y, como toda muñeca una debía de ser perfecta, o al menos eso era en lo que mi madre quería convertirme. Así que, prácticamente, me entrenó para todo; me entrenó para ser esbelta y fuerte, por ello, me apuntó a diversos deportes, así como el ballet, patinaje artístico o gimnasia rítmica—aunque al final me centré tanto en atletismo como natación, lo mío no era el ritmo—; me entrenó para que los todos me viesen perfecta, es decir, atractiva a la vista de los demás —por eso, sé tanto de maquillaje aunque yo no lo utilice—; me entrenó para ser perfecta socialmente, 'popular'; me entrenó para mantener ese orgullo y narcisismo típico de un snoob... . Pero yo nunca era lo suficientemente perfecta para ella, así que, como su muñeca que era me tiraba cuando se enfadaba. Y papá se hartó de ello.

El segundo en irse fue él, mi padre. Nos abandonó cuando yo tenía dieciocho años porque no podía seguir mirándome y no poder hacer nada; incluso él odiaba a mamá, pero le tenía incluso más miedo que nosotras a ella.

Papá era una persona débil y egoísta aunque también amable, dependía muchísimo de mamá porque no se veía en un futuro solo sin alguien a su lado. Por eso tardó tanto en irse. Sin embargo, su ida dejó un vacío. Mamá estaba sufriendo por su segundo abandono, yo lo hacía por el primero y Young decidió vivir sola después de eso. Mi padre fue la gota que colmó el vaso y mamá se volvió más violenta. Todo era tan aterrador en ese momento que ya no había cobijo en mí incluso debajo de las sábanas. Mamá me culpaba, me señalaba y me maldecía, nunca se sentó conmigo para consolarnos mutuamente ni para explicarme por qué. Después fui diagnosticada por depresión.

Me acuerdo de cuando mamá solía traer sus amigos a casa, ellos estaban igual de podridos que ella pero de diferente manera. Ella solía decir que era nuestra nueva familia, que saludara a mis tíos cada vez que venían de visita. Para no enfadarlos, lo hacía, luego me encerraba en mi habitación cada que tenía oportunidad. Por desgracia, cuando se emborrachaban eso era imposible. Por ello, comencé a ganar malos hábitos que copiaba de mamá y mis tíos. Empecé a fumar y a beber, caí en los vicios. De día era la señorita perfecta, la que pintaba bien, la que nadaba como una sirena, la que corría como una gacela, la que siempre tenía un primer puesto en todas las materias—después de todo, si no hacía eso mamá me pegaba—, pero por la noche no era más que una adolescente que escogía la fantasía antes que la realidad. Mis entrenadores sospechaban de que algo iba mal, pues mi condición física iba a peor, y aunque me preguntaban siempre les acababa respondiendo lo mismo 'solo he tenido un bajón, prometo que estaré bien'.  Esas palabras me dolieron pronunciarlas hasta el día en el que mi madre sufrió aquel ataque de ira.

A mis diecinueve años denuncié a mi madre y empecé a vivir con Young.

Querido diario, escribo esto para desahogarme ya que Young dice que debo hacerlo. Mañana será el día en el que declaren cuál será la sentencia de mi madre y estoy más ansiosa que nunca; hace un rato he tenido que tomarme unos antidepresivos.

Cicatrices - BTSWhere stories live. Discover now