Capítulo 2

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La cola para coger la comida parecía interminable. Las chicas hablaban a voz en grito y las faldas escolares se movían junto a las mesas. Irene se había pegado a Claudia, a la que había visto de primera. La chica era mucho más bajita que ella pero Irene se sentía extrañamente protegida y reconfortada. Cuando llegó su turno echaron una masa en su bandeja, que Irene miró con asco. Aún así, prefirió no decir nada. Siguió a su nueva amiga con la esperanza de sentarse con ella y de repente una marea de rizos rojizos se interpuso en su camino. Una chica algo más alta que ella con cabellos del color del fuego se acercó a Claudia haciendo equilibrios con su bandeja. Agarró a la chica por la cintura y la estrechó junto a su cuerpo con un gesto de intimidad.
-¿Qué tal hoy, guapa?
La chica sonrió complacida y se acurrucó junto a ella. Irene la miró inquisitiva pero su amiga solo le indicó que las siguiera. Las tres se sentaron en una esquina del comedor, en una mesa bajo un horrible cuadro de un bosque en el que estaban Ali, Raquel y una chica con el pelo muy corto y un piercing en la nariz. Cuando todas estuvieron sentadas, Irene se enteró de que la chica que arropaba a Claudia se llamaba Mónica y que tenía una voz muy grave. La otra chica era Eva, no era muy habladora pero parecía simpática. Esta fue la que preguntó:
-¿Ya sabes quién será tu compañera? Aquí eso es importante
Irene, que buscaba aceptación entre aquel variopinto grupo mientras revolvía en lo que le habían dicho que era puré de patatas, respondió.
-Una tal Isabel.
Raquel rió irónicamente y Claudia y Mónica se miraron con una expresión entre sorprendida, divertida e inquieta. Ali arrugó la nariz e hizo aspavientos con un tenedor mientras decía:
-Ten cuidado con ella, es peligrosa.
Irene ya se estaba empezando a asustar, no quería tener que lidiar con una maníaca. Mónica, que tenía aspecto de ser la graciosa del grupo con esa peca que se arrugaba al final de la ceja izquierda, añadió.
-Está loca, es una obsesa de la religión.
Frente a la confusión de la rubia, añadió:
-Va por ahí con una Biblia bajo el brazo diciendo que todas somos unas pecadoras y que tenemos que abrazar el alma de Dios o no sé qué historia.
Todas parecían decirle que esa chica no le convenía, lo que le recordó a su tutor. No sabía si aquellas chicas iban a ser sus nuevas amigas pero al echar un vistazo al comedor se dio cuenta de que todas las mesas estaban llenas de pequeños grupos que parecían bandas.
-¿Se supone que esto está lleno de bandas como en una cárcel?
Raquel volvió a reírse pero esta vez acabo respondiéndole.
-Algo así.
Claudia, que parecía querer hablar todo el rato, añadió:
-Todos los grupos tienen algo en común, o al menos la mayor parte del grupo, supongo que así nos mantenemos unidas.
La rubia, con curiosidad, preguntó qué se suponía que tenían ellas en común.
-Somos bolleras mi amor -respondió Eva. Y seguidamente soltó una carcajada. Luego señaló a Ali- bueno esta no pero porque básicamente va a su bola. Es la mamá del grupo, ¿a que sí?
Ali le lanzó la lengua algo irritada. Se había ganado ese puesto por su fama de sacar a sus amigas de los problemas en los que se metían, sobretodo a Mónica, y aunque estaba orgullosa de haberse ganado una reputación a veces esas chicas la sacaban de sus casillas. Irene estaba algo incómoda, no es que el tema de su sexualidad le entusiasmara demasiado.
-Pero yo no soy lesbiana...
Raquel la interrumpió bufando.
-Pues menos mal, lo que te faltaba teniendo de compañera a la loca de Isabel.
La mirada de Ali parecía volver a decirle "no te pases" pero ella la ignoró con un aspaviento. Mientras tanto, Irene miraba al techo mientras despedazaba un trozo de pan duro entre sus dedos, recordando los dos novietes que había tenido y aquella chica con la que nada había acabado bien. Absolutamente nada.
-Supongo que soy bisexual...
Eva resopló y la cena siguió sin sobresaltos.

Aquella noche, en una habitación de seis camas en la que sólo una estaba ocupada, Irene le daba vueltas a todo lo que la había llevado hasta allí. Meterse en el instituto a fumar y hacer grafitis había sido lo más interesante que había hecho el curso pasado. Esa chica me decía que no pasaba nada, que solo se lo pasaban bien. Pero entonces las cosas se pusieron cada vez más oscuras y violentas. Todo eran peleas y habitaciones oscuras. Y ella no era así, era una buena chica. Pero estas estupideces le habían pasado factura. Y ahora estaba allí, rodeada de chicas de las que no sabía qué esperar. Se arropó con las mantas y pensó en su hermana. La echaba muchísimo de menos. Era la que había evitado que se volviera completamente loca durante esos meses. Pero no había podido evitar que la llevarán allí. Y ahora estaba a merced de una banda de chicas que parecían querer plantearle su sexualidad por enésima vez. Tenía miedo.

Tenemos tiempoWhere stories live. Discover now