Capítulo 12

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La noche había llegado. Entre las internas reinaba una gran excitación y el movimiento entre las habitaciones era mayor que nunca. Podías ver a chicas en sujetador pidiendo una camiseta mona por los dormitorios, contrabando de maquillaje y adolescentes planchándose el pelo unas a otras. Casi todas las habitaciones tenían las puertas abiertas a causa de aquel bullicio, y la de Ali y Claudia no iba a ser menos. La primera rebuscaba en el armario algo que pudiera dejarle a Irene, que parecía una chiquilla queriendo impresionar a Raquel. Esta estaba sentada en la cama de Claudia, y junto a ella Mónica y Eva aconsejaban a la pequeña sobre lo que llevar, que al final se decantó por un corto vestido granate que volvía loca a su chica. La pelirroja se acercó a Claudia y le recorrió la espalda abierta con los dedos.
-Estás muy guapa -le susurró.
Ali seguía rebuscando en su armario y Raquel tuvo que excusarse para ayudar a Sandra a meter el alcohol en la residencia. Se acercó a Ali, y fijándose en un bonito mono azul eléctrico, le pidió a la chica que lo sujetara susurrando:
-Que no se te olvide controlar a Mónica.
Su amiga le guiñó un ojo y le enseñó el mono a la rubia, a la que le encantó desde el primer momento. Eva y Mónica se habían puesto pantalones ajustados y una camisa abierta, no querían currárselo mucho, pero Mónica había conseguido que Ali le planchara el pelo con muchísima paciencia e incluso parecía otra.
Los preparativos no duraron mucho más, las chicas iban entrando en masa a los baños para maquillarse y allí era imposible moverse. Las encargadas de traer el alcohol ya estaban subiendo las botellas a la azotea y haciendo las mezclas, por qué no decirlo, mientras bebían un poco. Aquello parecía cualquier jueves noche en una residencia universitaria, aunque en el fondo todas sabían que aquello no era así. Pero no importaba. A eso de las doce, todas fueron subiendo las escaleras a la azotea con los zapatos en la mano para no hacer ruido, aunque al final lo que más llamaba la atención eran sus risitas y chillidos. Al llegar arriba lo primero que hicieron fue correr hacia las botellas, alabando a las encargadas como si de diosas se trataran. Raquel y Ali se cruzaron una mirada significativa, sabían que debían controlar a Mónica. Pronto todas tenían su cubata y alguien fue lo suficientemente inteligente como para sacar unos altavoces de quién sabe dónde. Estaban frenéticas, la música sonaba a todo volumen y los cuerpos cada vez se pegaban más. Raquel, por primera vez en mucho tiempo, estaba disfrutando. Irene, encajada en ella, bebía de su cubata con un sonrisa de oreja a oreja. Ambas chillaban a voz en grito y se comían la boca cada dos por tres. Ali había conseguido un sitio tranquilo con Sandra y Silvia, y las tres fumaban porros con tranquilidad. En realidad aquella nunca había sido su idea, tenía que vigilar a Mónica pero se consolaba echándole un vistazo de vez en cuando y verificando que estaba con Claudia. Se sentía tan bien, con aquellas chicas no dejaba de reírse. Sandra había apoyado la cabeza en sus piernas y la chica le acariciaba la cara con sus finos dedos. Cuando levantó la cabeza, bastante mareada, se encontró a Claudia frente a ella.
-Tía, me voy a la cama que no me encuentro muy bien.
Era cierto, estaba muy pálida y parecía una muñeca a punto de romperse. Ali hizo un aspaviento y le lanzó un beso. La chica no le hizo mucho caso y se dirigió a las escaleras con ganas de meterse en la cama. Raquel la vio pasar, pero justo en ese momento Irene estaba metiendo la mano por dentro de su pantalón, moviéndola suavemente y susurrando en el oído.
-¿Y si nos alejamos un poco? Me fliparía hacerlo en laazotea.
Raquel no pudo hacer más que seguir a la chica mientras le iba sacando la camisa poco a poco y mordiéndole el cuello. La otra pronto le estaba haciendo gemir de placer mientras no muy lejos de allí alguien cometía un terrible error.
Mónica se había quedado completamente sola cuando Claudia se había ido a dormir, y aquellos cubatas la estaban tentando. Lo mejor era que las botellas ya no estaban vigiladas porque la mayoría de las chicas estaban a su rollo así que podía acercarse a ellas sin temor a que alguien la parara. ¿Realmente quería hacer aquello? Llevaba demasiado tiempo allí dentro, cada día estaba más irritada y necesitaba deshinibirse; además, Claudia estaba cada vez más distante pero se sentía fatal cada vez que la engañaba, la quería un montón. Joder, ¡la quería! Todo esto pasaba por su cabeza mientras se bebía un cubata tras otro, y bailaba difícilmente con las chicas que había por allí. El alcohol pronto le subió, pero no dejó de beber. Echaba de menos aquello y hacer tonterías. Muy pronto estaba corriendo por la azotea más borracha que una cuba, riendo y chillando las canciones. En cierto momento se tropezó en alguien y cayó  de bruces contra el suelo.
-Eres una zorra tía, ¿que cojones te pasa? -chilló pegando manotazos al aire mientras el resto la miraban con recelo. Una idea se le pasó por la cabeza: Claudia. Quería ver a Claudia. Era su chica, ¿por qué no iba a hacerlo? Susurrando su nombre se levantó del suelo. Fue con dificultad hasta las escaleras y, tropezando, bajó hasta el piso en el que estaba su habitación. Iba dándose golpes todo el rato pero no le importaba, estaba empeñada en ver a su novia. Al llegar a la puerta de la habitación no tuvo más que empujar ya que no estaba cerrada. La única que estaba allí era Claudia, tumbada sobre las sábanas y todavía con el vestido de fiesta todo revuelto y enredado. Los rizos le caían sobre la cara y su pecho subía y bajaba acompasado. Mónica se acercó a la cama y se sentó junto a ella. Se sentía completamente hipnotizada, empezó por pasarle los dedos por sus preciosas ondas, le acarició los labios y le recorrió toda la espalda como había hecho horas antes. Con mucho cuidado, bajó una de las tiras del vestido, besándole con ansias el cuello. Su brazo bajó hacia la doblez del vestido, y rozando sus suaves piernas fue subiendo muy poco a poco mientras se colocaba encima suya. Empezó a notar movimiento bajo ella, y Claudia empezó a abrir los ojos mientras una de las manos de la pelirroja iba subiendo peligrosamente por la pierna y la otra había conseguido sacarle el sujetador, agarrándole un pecho con esa mano.
-¿Qué haces?
-Shhh, vamos a hacerlo.
La chica fue capaz de murmurar, sin saber muy bien que estaba pasando, un "Que no tía, déjame" pero la otra ya le estaba presionando fuertemente un pecho y arrancándole la ropa interior.
-Mónica joder, para.
La otra la mandó callar de mala gana, y le agarró fuertemente de ambos brazos metiendo la cabeza bajo vestido. El pánico empezó a apoderarse de la chica.
-¡Me haces daño!
En aquel momento un estruendo se oyó desde la puerta. Alguien acababa de entrar y las había apuntado con una linterna. Ali pensaba que Claudia estaría dormida y por eso no quería despertarla. Mónica se bloqueó un momento, pero enseguida volvió a fijarse en Claudia. La pelirroja, que se había quedado en shock, no tardó en reaccionar y correr hacia la chica. "Déjala en paz" "Ayúdame por favor" y "No te metas en esto" eran frases que se repetían en medio de un forcejeo entre tres cuerpos. Mónica no se movía de allí y Ali hacía lo imposible para sacarla. Nadie sabe bien de dónde, de repente Eva llegó y cogió a Mónica por los pelos. Entre Ali y Eva fueron capaces de sacarla de allí y Eva se encargó de llevársela. Cuando Ali volvió la vista a la castaña se la encontró con la falda subida, el maquillaje corrido, temblando de los pies a la cabeza y sin ser capaz de controlar las lágrimas. No sabía qué hacer, la chica estaba en shock. No podían moverse. Ali se acercó a ella y le agarró la mano, ambas mirando hacia la pared. Y quién sabe cuánto tiempo pasaron así.

Tenemos tiempoWhere stories live. Discover now