Capítulo 14

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La comida estaba tan asquerosa como siempre pero todas sentían que aquello saba peor que de costumbre. No era de los mejores días de las chicas pero Eva y Ali intentaba animar las cosas. La primera contó que había suspendido un examen, pero que no era ninguna novedad. Los comentarios burlones de sus amigas no tardaron en llegar, pero muy muy en el fondo a la chica le hacía daño, ¿qué podría dársele bien?
-Este pollo sabe a cartón -dijo Irene dejando caer su tenedor.
Ali, que había estado observando al resto de las comensales, asintió.
-No te voy a negar que lo sea.
Parecía que el incómodo silencio iba a desaparecer de la mesa pero no fue así. Las cinco devolvieron su mirada a las bandejas mientras Irene intentaba distinguir lo que era comestible y lo que no. Sin querer le dio un codazo a su novia, que soltó un juramento al darle un golpe en uno de los moratones. Se llevó la mano a la cabeza, donde la venda que le habían puesto no ayudaba mucho. Odiaba sentirse tan inútil, las magulladuras le hacían sentir indefensa.
-Lo siento muchísimo -se disculpó rápidamente la rubia- ¿te duele mucho? ¿Puedo hacer algo?
La otra sonrió, no pasaba nada, no se acababa el mundo. Pero Irene estaba preocupada. Realmente su novia tenía un aspecto pésimo y solo pensar que había sido cosa de Mónica le producía escalofríos. Todo era surrealista pero la otra fue capaz de incorporarse a pesar de los golpes para comer aquella masa de carne, lanzándole un beso a su chica.
Una cara conocida pasó por su lado con la bandeja en la mano. La pelirroja no se sentó, siguió hacia delante sentándose con gente que no había visto en su vida. Tenía la mirada perdida y no parecía hacer caso a lo que pasaba a su alrededor. Mientras tanto, una chica de ojos castaños observaba su comida sin empezar. Acababa de darle un escalofrío. Pero no iba a arriesgarse a levantar de nuevo la cabeza y encontrarse con la mirada maternalista de Ali. Aún así, cuando la chica vio a Mónica sentarse, intercambiando una mirada de ira con las demás al sentir su despreocupación, se dirigió a la pequeña.
-Claudia, come algo. Apenas has probado bocado.
La otra hizo un mohín y se negó en rotundo. No le cabía nada en el estómago. No iba a comer. Ali suspiró, suplicando ayuda al resto con la mirada, que no tenían ni idea de lo que hacer. En aquel momento alguien pasaba tras ellas y le dio un empujón a Raquel, que se dobló de dolor sobre sí misma sin saber qué estaba pasando. Se giró con dificultad, encontrándose cara a cara con Isabel, que le lanzó una mirada de odio. La chica tiró su bandeja de comida junto a ella y se alejó. La señaló airadamente, sin dejar de apretar los labios.
-Te estoy vigilando, que lo sepas.
La morena se acababa de quedar a cuadros. ¿Qué le pasaba a esa chica ahora? No estaba de humor para aguantar sus tonterías. Ahora no. Sus amigas la necesitaban y no iba a aguantar a aquella loca. Pero cuando la compañera de Irene se hubo sentado, todavía no había dejado de mirarla con odio.

Eran cuatro en aquella casa. No era nada del otro mundo, pero vivían cómodos. Se despertaban a las ocho para ir al colegio o al trabajo e iban a misa todos los domingos. La más pequeña de la familia tenía trece años y a pesar de sus extraños arrebatos de ira a los que los psicólogos no habían logrado dar explicación, era una niña buena. Todas las tardes a eso de las siete estaba estudiando formalmente en su habitación, escribiendo en sus libretas cuadriculadas y esperando ansiosa la llegada de su hermano, al que tanto admiraba. Todas las noches rezaba por su familia, pero sobretodo por él, por que nunca desapareciera de su lado. Además, era el que mejor la manejaba en sus ataques, como su familia lo llamaba. Siempre se apoyaba en el frío cristal de la ventana esperando ver a su hermano llegar del instituto con su pesada mochila a la espalda y el pelo delante de la cara. Entonces corría escaleras abajo y le daba un abrazo mientras él encendía la tele y comían algo. Aquel día estaba preparando un examen que tenía al día siguiente, concentrada en la libreta de ciencias naturales como si le fuese la vida en ello. Sus padres habían salido a hacer unos recados así que estaba sola, pero no le preocupaba. Se estaba acostumbrando, se estaba haciendo mayor. Había cogido la costumbre de poner música cuando no había nadie en casa, para no tener miedo. Últimamente tenía algo de miedo. Su hermano estaba raro, llegaba tarde a casa con la ropa apestando a marihuana. Ya no le hacía el mismo caso que antes e Isabel tenía miedo de que se metiera en problemas. Rezaba todas las noches, no quería que le pasara nada. Estaba tan concentrada en sus apuntes que no se dio cuenta de que las horas iban pasando. Cuando levantó la cabeza, algo mareada del esfuerzo, se dio cuenta de que ya eran las ocho y media. ¿Dónde estaría su hermano? ¿Debería empezar a preocuparse? Se levantó de la silla y se acercó a la ventana rascándose inconscientemente las muñecas, que ya las tenía bastante peladas. Cogió un libro y fue a la cama con cierto nerviosismo, pero intentando convencerse de que su hermano volvería en cualquier momento tan drogado como de costumbre. Y que luego volverían sus padres y escucharía los gritos habituales. Abrió el libro que había cogido de la biblioteca, e intentó concentrarse. Subió el volumen de la música para intentar frenar los pensamientos y dejar en paz sus muñecas, pero le era imposible. Menos mal que vio el teléfono inalámbrico iluminarse o no se hubiera dado cuenta de que estaban llamando.Cuando descolgó, tuvo miedo otra vez.
-Buenas tardes, llamo del hospital, ¿podría hablar con los padres de Álvaro Jiménez?
Aquello fue el inicio. Isabel se quedó pálida, había pasado algo. Le había pasado algo a su persona favorita. A día de hoy todavía no sabe cómo fue capaz de avisar a sus padres, ni cómo la subieron al coche por lo mucho que insistiera en ir a ver a su hermano. Recuerda vagamente haber escuchado detrás de la puerta cómo la doctora explicaba a sus padres las heridas de Álvaro, cómo luego se acercó la policía para explicarles que todo había sido por una pelea y cómo les tomaban declaración. También oyó que una chica morena armada con un cinturón le había pegado una paliza descargando toda su ira sobre él. Y sabe que en ese momento empezó a tirar cosas por todo el hospital, que chilló que iba a matar a esa puta y que mordió y arañó a los enfermeros. Y a partir de ahí todo fue cuesta abajo. Isabel se desató por completo y los ataques se hicieron constantes. Hizo mucho daño a su familia, traspasó los límites cuando quemó aquel garaje pensando que la chica cuya identidad nunca descubrió estaba dentro.

Eran las cinco de la tarde cuando Claudia había vuelto a sus tareas. No iba a dejar que sus compañeras se vieran obligadas a limpiar el doble por su culpa. Llevaba un par de días sin trabajar así que ese día se fue ella sola a limpiar los baños, era su castigo por haber dejado los días pasar. Y la verdad era que ese día estaban asquerosos, las chicas no tenían mucha consideración por las encargadas de la limpieza y los suelos de las duchas tenían manchas sospechosas. La pequeña se esforzaba en sacar aquellas porquerías con la fregona, que llevaba de un lado para otro sudando del esfuerzo. Ya le había llevado una eternidad sacar las marcas de maquillaje y pasta de dientes de los espejos y lo único que quería era sentarse, pero todavía le quedaba bastante. Se hizo un medio recogido para evitar el calor y volvió manos a la obra.

Un par de pisos más abajo, una de las internas recibía una llamada; algo no muy común, todo sea dicho. La chica en cuestión subrayaba pasajes en su biblia cuando oyó su nombre por recepción y salió bruscamente de la sala de descanso llamando la atención del resto. En cuanto cogió el teléfono identificó, después de muchos años, la voz de su hermano. Estaba bien, aunque nunca volvería a ser el mismo, pero al menos tuvo la fuerza de coger el móvil. El juicio se iba a poner en marcha después de tanto tiempo, y por fin podía confirmar sus sospechas. La expresión de la cara le cambió al instante, sin darse cuenta de una chica pelirroja que pasaba a su lado en busca de una limpiadora.

Irene no había sentido mayor placer en su vida. Sin duda, Raquel sabía perfectamente cómo y dónde tocarla para hacerle gemir. Y le asustaba y le excitaba a la vez saber que cualquiera podría entrar en la habitación. Hacía demasiado calor y sus cuerpos sudorosos estaban pegados mientras los dedos de la morena se hundían cada vez más en ella, que la arañó con fuerza. Estaba llegando. Iba a chillar pero la otra le tapó la boca, y acabó por besarla con la mayor fuerza del mundo. Cayeron agotadas, y la veterana la instó a ir a la piscina.

-¿Te veo muy concentrada, esa mancha no se va?
La otra levantó la vista lentamente, no se había dado cuenta de que había entrado alguien, y menos de que ella estaba allí. Instintivamente, dio un paso atrás. La otra se acercó.
-No pises el suelo, lo he fregado -susurró Claudia.
Mónica frunció el ceño, pero no le hizo caso. Iba a hablar con ella. Fue paso a paso entrando en los baños. Claudia no quería aquello y se intentaba alejar lo máximo posible, todavía con las manos agarrando la fregona y los nudillos blancos.
-Por favor, no me tengas miedo.
Los párpados de la morena temblaron, ¿que no tuviera miedo? Solo quería salir corriendo. Pero sería una locura con aquel suelo y teniendo en cuenta que la chica le entorpecía el paso.
-Por favor, no te acerques, por favor.
Lo único que se oía eran sus respiraciones y el pesado silencio de un día de calor. En la residencia no había nadie, todas estaban trabajando en el patio o en alguno de los talleres. Si se me acerca, pensó Claudia, le pego con la fregona. Evidentemente, aquellas dos personas iban a estar separadas de por vida. Mónica estaba rota, pero necesitaba acercarse un poco más. Cuando se estaba inclinando hacia delante ambas vieron cómo el palo de la fregona subía a cámara lenta, cómo los ojos de una se llenaban de determinación y los de la otra de miedo. Pero algo sonó. Un horrible chillido las dejó a ambas de piedra. Algo grave había pasado. Como si la otra no estuviera, las dos salieron rápidamente de los lavabos.

Tenemos tiempoWhere stories live. Discover now