Prólogo

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El Mundo de la Piratería siempre fue de fascinación para los historiadores y bienaventurados en los mares, pues es un lugar donde lo más enigmático reside y ha sido objeto de diversas leyendas, como Davy Jones, El Holandés Errante, El Tesoro de Leónidas, El Tesoro Maldito, la Isla del Tesoro...además de varias bestias marinas mencionadas en sus crónicas.

Pero en estos tiempos, la Piratería también ha sido objeto de diversos puños orquestados por las grandes coronas reales de Europa, las cuales la ven como un deporte sin control y han intentado destruirla para devolver "justicia" y "seguridad" a quienes transitan los azules mares, pues no sólo su historia abarca aventuras y tesoros, también los hay asesinos, ladrones, violadores, borrachos...técnicamente, no todo lo que brilla es oro en su esplendor, por decirlo así.

Año 1740

La Corona Británica orquesta una guerra contra la Piratería teniendo como sede recurrente de constantes batallas el Caribe, lugar donde hay más apogeo y territorio de estos. Es en esta guerra cuando hay más bajas de lo considerable en masas de los piratas, temiendo por un pronto exterminio, la Asamblea Pirata se reunió en varias ocasiones para plantearse a continuación lo que necesitarían para derrotar a sus adversarios, y en la mañana del 28 de Enero, se formentó la batalla final, la más cruenta entre todas.

Por desgracia, no hubo victoria ese día.

Gran Bretaña había ganado y la gran mayoría de los piratas fueron ejecutados, masacrados, asesinados y convertidos en esclavos, los barcos fueron demolidos y quemados, sus tesoros destruídos por la Iglesia debido a su simbolismo hechicero y satánico, prácticamente todo se había perdido.

Pero hubo quienes resistieron.

Matt Lewis y su esposa Elain Olsen eran los grandes comandantes que aún quedaban en píe después de la devastadora Guerra, estos habían reunído a otros potentes que también sobrevivieron al conflicto; Jack Harrison, Antonio Barioni, Pierre Le Fonte, Anne Mary Karenina y algunos decidieron demostrar a la nobleza que su victoria no era más que una lluvia pasajera, por lo que se formentó una pequeña guerrilla entre ambos bandos, donde, en la última batalla, fueron nuevamente derrotados, esta vez para muy a su pesar, hubo más bajas de lo esperado y muy pocos quedaban en píe para luchar, pero siguieron hasta el cansancio.

Elain esperaba a un bebé desde hacía meses, pero se sentía complementada para luchar por él y por un mundo lejos de la tiranía monárquica de los ingleses, los cuáles eran representados directamente por Thomas Lodge y Saphira Bornes en aquellos tiempos. Aún al pesar de su marido, ella luchó, y para cuando ocurrió la Última Batalla, su hijo era un bebé de dos semanas que permanecía asegurado en el barco, pero este fue encontrado a tiempo por los oficiales británicos y se le ordenó capturarlo, pero la mujer se interpuso ante estos y previamente se quitó el medallón del cuello, juntándolo en la cuna de su hijo, alzó los brazos, y cerró los ojos, siendo envuelta en una nube de disparos que perforaron su cuerpo y acabaron con su vida. Elain Olsen fue elegida como la Reina de la Piratería, y en su testamento, dejó claro que su hijo sería quién venciera definitivamente a sus adversarios, quién heredaría sus cargos y sería quién comandase a los Piratas a por su última y sangrienta revancha. Matt Lewis supo que su mujer se sacrificó por su hijo, por lo que, decidió hacer lo propio y se entregó para ser condenado; pero antes, dejó al bebé a la suerte de sus amigos Jack Harrison y Antonio Barioni, quienes tenían que discutir con la Diosa Elípsis de las aguas y los vientos para saber que hacer con él, murió como se le fue encomendado; la horca.

Jack y Antonio recurrieron a Elípsis en una isla sagrada y peculiar donde habitaba, le entregaron al bebé, y le comentaron el amplio deseo de sus padres y de los demás para poner fin a la continua masacre a la Piratería; la diosa hizo real el juramento debido a que simpatizaba con ellos y prometió que a la edad de diecinueve años, el chico tomaría lo que Matt Lewis y Elain Olsen siempre quisieron. Jack decidió llevarse al bebé y arribó Kingston, donde lo dejó con un hombre llamado Anthony Turner y su hermano Harry para poder críarlo, este aceptó, sin más, aunque años después el padre adoptivo del chico murió. El niño nunca cambió su apellido, y desde entonces, se llama Christopher Lewis, la última esperanza para poder liberar a la Piratería de las garras de las coronas reales.

El Reino de los Piratas I - El Capitán de las Siete MaldicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora