El ''Festín''

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Habían pasado ya varias horas y el atardecer gris-rojizo se adueñaba de los cielos. En esa ocasión, los más flamantes habitantes asistirían al festín organizado por el gobernador de Kingston, Patrick Olsen, un hombre de cincuenta años pero de buen físico, de varios principios y además, la elegancia le sobraba. Olsen era el primogénito y heredero de su padre, Lord Cutler, y sus hermanas menores eran Eloise y Elain. 

Pese a todo esa máscara de felicidad y peculiaridad que envuelve a Lord Patrick, detrás de todo ello, se esconde (o no del todo) su pasado: él era hermano de Elain Olsen, la Reina de los Piratas, quién había traicionado a su familia (y por esta razón, desheradada) y fue lo que provocó que el hombre se distanciara de ella y engendrase un ferviente odio contra ella... Preso de la rabia, Patrick aceptó a nombre de su padre sumarse a la contienda pasada, y guerreó varias veces conta ella, hasta que, finalmente, en la batalla de Southampton logró asesinarla ordenando que la fusilasen, el hombre era sin dudas arrogante, y siempre quería evitar dicho tema de conversación. A los habitantes les parecía un hombre honorable, pero a la sociedad baja y trabajadora, le parecía alguien despreciable... Esto era lo que pensaba Christopher de él, siempre lo barajó como una fígura malévola instalada en el gobierno del puerto que merecía ser sacado a patadas, pues jamás le había agradado, ni a él, ni a su círculo más cercano de amistades. Conforme se cernía aún más la noche en la ciudad, las luces enteras de la ciudad se encendieron, los nobles fueron caminando directo a la fiesta establecida en el corazón de la ciudad (Precedida por una carpa blanca de rayas rojas) y algunos iban en sus respectivos carruajes, eran ellos los que más beneficios y acceso fácil traían a la fiesta, pues el resto de la población, como siempre, había sido ignorada.

Desde una pequeña colina, Christopher observaba las luces que decoraban por completo el lugar, con el viento acechándole el rostro, inspirando continuas veces, sabía que era una de esas fiestas en las que los nobles siempre salían bien parados, eran cómodos festines, pero, para él, no era nada más que una arrogante celebración que intenta, como siempre, dejar en alto el nombre de la monarquía británica. El rubio siguió descendiendo la colina, para ir directo hacia su casa, la cuál estaba ubicada en el suburbio ''medio'' de Kingston, pues en él habitaban personas no tan pobres, pero obviamente no tan ricas y beneficiadas como los diversos nobles y burgueses habitantes de la ciudad, su tío era el mejor herrero de la ciudad, y por eso siempre recibía mucha más mención que el resto de sus vecinos y colegas.

Mientras Christopher se iba acercando a él (Con las manos ocultas en los bolsillos) observó a los distintos adultos hablar entre ellos respecto a la fiesta que Lord Patrick había organizado como festejo del cumpleaños de su hijo número dieciocho, William.

-Lord Patrick siempre ha sido un hombre arrogante -Añadió un anciano- este tipo de festines son organizados para que todos olviden la memoria de la pirata Elain Olsen, pues aunque le sea difícil para él, todos saben quién es su hermana.

El anciano era un hombre rondando los sesenta para setenta, ya con canas que afloraban en su cabello, y que normalmente bebía mucha cerveza, su nombre era Abraham King. Enseguida, una mujer, de treinta años, manifestó:

-Eso es cierto, cada día hay mucha más división en el poblado de Kingston, más de la que ya hay y ha habido en la ciudad. ¿Pretende arreglar los problemas con estos festines donde sólo salen bien parados los riquitos de cuna?

Todos asintieron a la queja de la mujer de tez morena y ojos pardos, su nombre era Karina Pinto, pues su madre antes trabajaba de esclava y por vía paterna era descendiente de españoles, por ello su nombre. 

La conversación atrajo a Christopher, quién se puso al lado de las personas.

-Hay que ver que sucede esta noche, yo apuesto a que alguien muere envenenado. -Eso último, añadido por el hijo mayor de Abraham (Stephen) provocó las risas de la mayor parte de los presentes, e hizo que Christopher esbozase una sonrisa. Finalmente, Christopher se retiró de alli, reanudando su camino, mientras iba en ese transcurso se encontró con uno de sus viejos amigos, un joven de piel algo tostada, de su misma edad, y con el cuál se había criado en su juventud, su nombre era Daniel Tayler.

El Reino de los Piratas I - El Capitán de las Siete MaldicionesWhere stories live. Discover now