El Auténtico Heredero Pirata

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Marian bajó delicadamente el mapa que traía entre sus manos, observando fría y rígida al joven oficial plantado ante ella, la mujer alzaba lentamente la ceja izquierda, a modo de interrogación, mientras concedió permiso al hombre de seguir con su noticia.

-...Un barco, completamente negro, con velas grisáceas y rasgadas está en el horizonte, lo habíamos avistado como una bruma espectral con forma de embarcación, pero ahora está bastante cerca de nosotros. Es necesario que vengáis, Lady Marian.

Marian esbozó una sonrisa maliciosa de medio lado conforme recibía aquella noticia por parte del joven oficial, ella le agradeció ordenándole que se retirara y este asintió. Tardó unos cuantos minutos en salir de su despacho, hasta que al fin lo hizo, recorrió los pasillos y llegó hasta la cubierta misma, en donde se apoyó mediante las barandas para observar aquél imponente barco con grandes aires piratas, pero que al mismo tiempo, reflejaba un inmenso enigma en su estructura, ella notó a los tripulantes, humanoides convertidos en esqueletos y semi-animales, algo que sin duda, era difícil de creer. A su lado, estaba William Olsen, igual de expectante que ella.

-¿Qué haréis ahora, milady? -Interrogó el chico-

-Sé perfectamente lo que debo hacer, Olsen. -Respondió Marian, quién bajó por medio de los escalones hasta la cubierta en sí-

El capitán de la nave y toda su tripulación estaban allí observándoles, hasta que dieron permiso a Lady Marian de poder acercarse a la baranda, ella colocó sus manos sobre esta, y siguió mirando a todos y cada uno de los tripulantes del otro barco, que al parecer, estaba librado de un cautiverio.

-Antes que nada...¿Donde estamos? -Preguntó Marian-

-Estamos ya en el Océano Indico, Lady -Dijo el capitán, acercándose a esta- ¿Qué debemos hacer con esta nave? ¿Atacarla o...simplemente dejarla ahí?

-Me temo que no será una buena opción ni atacarla, ni mucho menos dejarla.

-Milady, tenemos a toda una flota a nuestras espaldas, sí lo atacamos no habría nada que impidiera nuestra cacería.

Marian frunció el ceño, y se apegó al hombre, apuntándole (Sin que nadie lo supiera) la pistola al vientre.

-Y yo digo que ninguna de las opciones que me planteó, Capitán, son efectivas. En los mares, nunca se sabe con quienes nos metemos.

Ahora bien, Marian retiró la pistola y se la guardó con disimulo en la cartera, ella volvió a acercarse a la baranda, atrayendo la atención de todos los tripulantes asentados ahí.

-Soy Lady Marian Lodge, hija de Lord Thomas Lodge de Gran Bretaña, sirvo al Rey Jorge gobernante del Imperio Británico y a la East India Trading Company. -Aclaró la mujer, dejando en su presentación destellos de sutileza y malicia- Me interesaría hablar con vuestro capitán...¿Quién es, se podría saber?

Ninguno de los tripulantes del otro barco se manifestó, todos se miraron mutuamente sin saber que responder, hasta que el susodicho empujó a unos cuantos para acercarse a su respectiva baranda, blandiendo la espada. El hombre tenía la cola y la piel de un rayo latigo, sus ojos eran penetrantes como el de este animal, pero sus piernas eran huesudas, dándole una apariencia totalmente inhumana. Marian se mostró sorprendida por semejante aspecto, pero dejó su sorpresa a otro lado, para poder hablar con él.

-¿Qué queréis de mi, mujer extraña? -Dijo el extraño hombre, cuya voz era bastante profunda, agria y endemoniada-

Marian volvió a sonreir, cargada de mucha más maldad.

-Oh...yo sólo venía a, digamos, hacer unos tratos con vos. Es decir, tal vez podríamos hacer negocios.

El hombre frunció el ceño.

El Reino de los Piratas I - El Capitán de las Siete MaldicionesWhere stories live. Discover now