Capítulo 68

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Salimos del hospital igual que como entramos

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Salimos del hospital igual que como entramos. Sin ni una sola pista. Apolo no había querido revelar nada, nos dijo que él problema se iba a solucionar solo y que nos deseaba suerte.

Su optimismo me dio envidia.

—Sí, claro, preguntémosle al oráculo —repetí—. Pedirle ayuda a los dioses nunca ha servido, Hedoné.

—Preguntarle a Adrian tampoco sirvió de nada —repuso ella.

—Claro que sirvió, nos dio un mejor plan que el de Apolo.

—Nos dijo lo que ya sabíamos.

—Alguien tenía que hacerlo.

—Eso ni siquiera es un plan.

—Llamar a la madre tampoco.

—Es una opción.

—¡No! No lo es.

Nuestra discusión se vio interrumpida por una flecha que se atravesó a toda velocidad. Mis reflejos humanos fueron demasiado lentos para verla, no así los de Hedoné, quien me hizo a un lado para protegerme, y por suerte, ya que el proyectil acabó ensartado en la pared que había justo a mis espaldas.

Alguien me tenía muy poca estima.

La flecha era dorada, un poco más opaca que las que usaba Eros, quizás estaba hecha de cobre, en lugar de oro, sin embargo el diseño era muy similar. Llevaba una nota roja amarrada, Hedoné la desató y me la enseñó.

"Gimnasio A, de la universidad.

1:00 AM

Lleva la flecha de plomo".

No tenía remitente, tampoco era necesario.

Desgraciadamente, el destinatario también había quedado muy claro, pues por poco y me mata.

Al menos esta vez no había engañado a nadie para entregar el mensaje.

—¡Mostrémosla a Apolo! —exclamó Hedoné.

—¿Qué? ¡No! Vamos a casa y hablemos con Adrian.

Finalmente, me impuse y regresamos a la dulce morada del ocupado descendiente de Hefesto. Lo detuvimos justo antes que arrancara la moto.

—¿Dónde vas? —le pregunté.

—Iba por un café —contestó tranquilamente.

—¿No puedes prepararte uno en casa? —inquirió Hedoné—. Tenemos un problema serio aquí.

Adrian miró su reloj, antes de girarse a verme.

—¿Qué descubrieron? —inquirió.

Desconocía lo que tenía que hacer, pero comprendí que quizás iba con prisa. Le hice un rápido resumen de lo que había sucedido, limitándome solo a Anteros y su carta. Él me escuchó con su típica expresión de indiferencia, sin prisa, ni demasiado interés.

Cupido Otra Vez [#2] Where stories live. Discover now