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"Escapó"

"Ubaldo Ortega, quién fue nuestro jefe de gobierno electo y quién fue acusado de delitos tales como homicidio, intento de homicidio y lavado de dinero, ha escapado del arresto qué llevaba en su casa hasta la fecha de hoy donde iba a ser trasladado al reclusorio del Estado dónde cumpliría con su sentencia, al buscarlo en su domicilio, agentes de la policía encontraron los cuerpos de seguridad sin vida y que el ex jefe de gobierno no se encontraba más en el lugar. Haciéndonos preguntar desde cuándo Ubaldo Ortega esta libre. La búsqueda se ha intensificado para evitar su salida del país, seguiremos informando".

La noticia del escape de mi papá era lo único que se escuchaba, tanto en radio, televisión e incluso en redes sociales. Ahora entendía las miradas. La preocupación de mis amigos. Él había escapado.

Mi mente se había desconectado, sabía que todos estaban pendientes de mi reacción, mis palabras, seguramente pensaban que yo sabía sobre él, lo cuál era estúpido. Mi mamá y yo habíamos estado involucrados en que hubiera terminado detenido. Mateo me tomó de la cintura y lo poco que supe después es que ambos íbamos en la burra mientras Temo manejaba lo más rápido que podía.

No pregunté por nadie. No preste atención a nada. Mi mente estaba en blanco. Ni siquiera me di cuenta cuando llegamos a la privada y eso que la puerta estaba inundada de periodistas queriendo saber la respuesta de los Ortega ante la fuga de mi papá. No dije nada cuando mamá me abrazó, cuando mis tías preguntaron sobre como me había enterado.

Sabían que aquello me afectaba. Que podía tener miles de reacciones pero nunca se esperaron mi silencio.

Los abandoné y entre a mi habitación. Me senté en la cama, mi cuerpo respondía mecánicamente y mi mente ahora tenía un solo momento en mi cabeza; la última vez que había visto a Ubaldo Ortega.

A veces, aún recordaba como sostenía aquella pistola sobre su sien, listo para dejar todo atrás. Yo había evitado que mi papá se suicidara y él ahora había escapado.

¿Acaso eso era culpa mía? Si no lo hubiera detenido, ahora no estaríamos en peligro después de lo que habíamos hecho contra él.

Mi silencioso tormento mental se detuvo cuando la puerta se abrió de golpe. Carlota estaba ahí, sus ojos parecían contener el llanto y parecía preocupada, enojada.

— Dime dónde se esconde.
Fue lo primero que dijo, enfrentándose a mi como si tuviera el derecho de interrogarme.
— ¿Qué?
— Tú... Eres su hijo. ¡Debes saber dónde está!

— Carlota, sal de aquí.
— No, Mateo, Diego debe saber donde está. Él... Agh. ¿No entienden lo que significa esto?  Su sola reacción. Él lo sabe.

Me levanté molesto. Nuevamente parecía asumir el saber todo, el tener las respuestas o ser la única que podía resolver algo aunque era mentira.
— Sí, es mi papá. Y es un asesino, pero yo también coopere para que se supiera la verdad cuando tú no hacías más que hacerte la víctima. Cuándo no lo eras. La única víctima fue Andrés. Y ahora somos los que hicimos que Ubaldo Ortega cayera. Así que déjate de tonterías y vete, tu presencia no ayudara a nada. — Solté un suspiro y al ver que no se movía, añadí. — ¡Vete!

Exigí, pero no fue necesario que yo la sacara. La llegada de mis amigos y de Andrea quien la tomó del brazo y se la llevó fue suficiente. Mateo me tomó por las mejillas, tal vez buscando asegurarse que estaba bien. Yo asentí. Sabía que lo tenía preocupado pero tenía demasiados sentimientos encontrados.

Nos quedamos el silencio cuando nos dejaron solos de nuevo. Mi cerebro pareció funcionar cuando recordé que yo no estaba solo y me levanté sobresaltando a Mateo.  — ¿Estás bien, Ahuv sheli?
—Mi mamá...
— Tranquilo, hay seguridad en la privada y en el departamento de tu mamá. Solo debes descansar.

Volví a acostarme recargando mi cabeza sobre su pecho. Me daba una tranquilidad infinita estar a su lado. — No te vayas, por favor. — Mi voz fue baja. Pero sabía que él me había escuchado.
— No te dejaré solo. Ahora duerme. Estos días serán difíciles y debes descansar.

Asentí cerrando los ojos. Al menos en mis sueños podría olvidar un poco la cruda realidad.

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Mi celular vibro, al menos no había nadie a mo alrededor. Había hecho bien en no entrar al departamento. Sonreí al leer el mensaje, un paso grande habíamos dado.

Y ahora mi seguridad era mayor. Diego Ortega no tardaría en ser mío.

Sms: "Nadie sospecha. Estamos a salvo, esperamos información. Permiso otorgado, disfruta tu regalo."

𝓑𝓮 𝔀𝓲𝓽𝓱 𝔂𝓸𝓾 || 𝓜𝓪𝓽𝓲𝓮𝓰𝓸.Where stories live. Discover now