018

288 18 13
                                    

Los días pasaban con una normalidad que asustaba. A cada paso que avanzaba, no podía evitar mirar hacía atrás o de reojo como esperando que apareciera mi padre y me llevara con él como castigo a nuestras acciones. La tensión no solo era con mi familia y conmigo, podía ver el mismo nerviosismo en Temo, Aristóteles e incluso Pancho.

Mateo era punto y a parte. Sabía que quería cuidarme pero también temía mi reacción, el sentirme más asfixiado con su presencia constante cuando ya teníamos varios guardias rodeando la privada, al salir de la universidad... Era tormentoso. Los medios tampoco cesaron, tomaron fotos a cada segundo, cada movimiento y al verlas solo podía atinar a buscar algún movimiento raro de quienes me rodeaban. La paranoia se estaba volviendo nuestro aliado y enemigo a la vez.

Y después estaba la familia de mi novio. Anya había aparecido el tercer día después de la noticia de mi padre. Todos parecían existir para ella menos yo. No me miraba, no me tomaba en cuenta. Quise dejarlo pasar, pero mi mente no podía dejar de pensar en si acaso aquello sería solo el inicio de un sinfín de rechazo por parte de las personas más importantes en la vida del hombre que yo amaba.

Era tanto en que pensar que me sorprendía el hecho de que mi cerebro no explotara. También sabía que no era muy literal pero estaba al borde de todo. Mi ansiedad se comenzaba a presentar más y solo deseaba no entrar en crisis frente a todos. Porque era un lado que ninguno había logrado ver en mi todavía y de alguna absurda manera me sentía seguro por ello. Ver el desastre que era emocionalmente no era lo indicado en la poca tranquilidad que comenzábamos a tener en pequeños momentos.

— Es como si estuviera muerto. No hay salidas del país, ni por aire, tierra, nada.
Alcé la vista a lo que decía mi mamá. Su rostro nuevamente mostraba el cansancio y preocupación, se encontraba marchita. Mis tías parecían haber envejecido años en unos cuantos días. Pancho estaba serio, últimamente nuestro departamento había sido elegido como centro de encuentros para malas noticias.
— Ubaldo es inteligente. No se va a mostrar por nada, va a planear, y sobretodo a jugar con nuestros nervios. Como esta haciéndolo ahora.

Estoy de acuerdo con mi tía Dora, esta jugando con nosotros, nos hace sentir acorralados con solo decir su nombre aún cuando ninguno ha tenido noticias suficientes de que siga en México.

— Diego, ¿podemos hablar?

Andy me mira con una leve sonrisa, notó que todos en la sala me están mirando y eso me abruma por lo cuál agradezco que mi amiga me ayude a escapar de ahí. Ambos vamos al balcón del segundo piso. Estamos en silencio, la brisa nocturna se siente tan bien después de estar encerrado por horas.

La compañía silenciosa que me brinda Andy es lo que más necesitaba. Ella me entiende, me apoya y cuando no quiero estar solo pero tampoco quiero hablar con nadie ella lo entiende y suele acompañarme sin si quiera pedírselo. Es como una extraña conexión que ambos tenemos. Es como tener un fuerte sostén a parte de Temo, de Mateo e incluso de Aristóteles. Se siente bien.

Cuando ha pasado el suficiente tiempo siento su mano sobre la mía. Sonrió un poco. Es un poco tímida en momentos así y me ocasiona ternura, también me parece divertido pues mayormente se muestra fuerte. —Gracias por sacarme de ahí.
— Hablando del señor Ortega como lo hacen no van a remediar nada. Al contrario. Solo se asustan más sin razón.
— Es verdad. Tal vez es su manera de sacar su temor.

Suspiró. Unos segundos más de silencio se vuelven a interrumpir por ella.
— ¿Qué está pasando contigo y Mateo?

Su pregunta me deja sin palabras. Boqueo buscando alguna justificación sin sentido qué sé no aceptará porque a pesar del poco tiempo me conoce. — Estoy intentando no ser una carga más. Su familia... Aunque no me lo ha dicho, sé que quiere hablar con él. Y que yo soy el tema en esa conversación, por eso no quiere tenerla.
—No creo que seas una carga. Si lo fueras, ni siquiera estaría aquí.
— Lo sé. Y quiero abrazarlo y besarlo como si no hubiera un mañana pero esta ese temor de terminar dañando todo con él.
— Es estúpido que temas lo que ya estás haciendo.

Solo ella me diría la verdad tan directa.
— Si, a veces soy un estúpido.
— Te aseguro que así te queremos.

Ambos comenzamos a reír. Se siente bien hacerlo después de tanto estrés. Una buena liberación que se interrumpe ahora por mi celular. Contesto sin revisar el número, tal vez son mis amigos, mi mamá o Mateo preguntándose donde estoy.

— Ya bajamos, necesitaba un poco de aire.
—Si, respirar es bueno después de estar encerrado.

Trago seco. Esa voz es la de mi papá. Observó en la pantalla que es un número desconocido, siento que estoy a punto de caerme pero de alguna manera Andrea no lo permite. Me ve con preocupación y dice algo que no comprendo, se va dejándome solo.
— Nunca me visitaste de nuevo, hijo. ¿Cómo sigues? Sabes que me preocupo por ti.
— Esto no...
— Soy yo, Diego. Recuerda que la familia es primero, pronto estaremos de nuevo juntos.

Escucho pasos y de pronto Mateo está conmigo. Pero no puedo colgar. No puedo moverme al escuchar las siguientes palabras de mi papá.

— Dile a tu madre que siempre me gustó como se veía con ese vestido verde. Nos veremos pronto.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: May 05, 2021 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

𝓑𝓮 𝔀𝓲𝓽𝓱 𝔂𝓸𝓾 || 𝓜𝓪𝓽𝓲𝓮𝓰𝓸.Where stories live. Discover now