015

263 20 8
                                    


2/2. Continuación.

DIEGO.

Dejé de respirar. Sí, estoy seguro que dejé de hacerlo. Mi voz no sale, las lágrimas han cesado pero yo lo único que puedo hacer es ver a Mateo, la sinceridad en sus ojos y la espera a que yo responda pero ahora mismo no puedo.
Alguien me ama.
Mateo me ama.
Él me ama.

— ¿Diego?
Quiero responderle pero sigo en shock por su confesión, así que lo único que atino a hacer es besarlo, esperando que nuestros labios encontrándose de una manera tan suave respondan por mí, cuando la intensidad sube y no me es suficiente la cercanía que tenemos, cuando termino sobre sus piernas y mis manos se aferran a su cabello sean respuesta clara ahora que sigo sin poder hablar.

Corresponde a mi beso, no me separa, me atrae más, profundiza el contacto y me embriago del sabor que tiene, de su aroma, de su tacto, muerde mi inferior con suavidad, juega con mi lengua, me demuestra sus palabras. Sus sentimientos.

Nos separamos ante la falta de aire, sus mejillas están rojas y sus labios hinchados, si él se ve así, no quiero imaginar el desastre que soy yo tomando en cuenta que había estado llorando. — Yo también te amo, Mateo.

Logro responder, y él sonrió, esa bonita sonrisa sincera que no he visto en mucho tiempo, junto a ese brillo en sus ojos que me enamora más de él. Mi corazón late con fuerza y al estar tan cerca incluso logré sentir el latido ajeno. Son uno solo. Somos uno solo.

— Al menos Keren sirvió de algo hoy. — Mencioné uniendo su frente con la mía.
— Aún así espero no volver a encontrarnos con ella. — Me sonríe nuevamente. — Vamos a casa. Quiero despertar contigo.

Mi sonrojo es notorio ¿Que soy? ¿Una colegiala? — ¿Me estás haciendo una propuesta indecorosa, Symanski?
— Solo quiero tenerte a mi lado, Ahuv Sheli. Hoy no quiero separarme de ti.
— Tienes que decirme que significa eso.
— Pensé que ya lo sabías.— Niego ante su comentario. Mateo se acerca a mi oído. — Mi amor. — Muerde mi lóbulo, claramente eso me estremece por completo. — Es lo que eres para mi, Ahuv Sheli.

MATEO.

Tardamos una hora y media en llegar a mi departamento. Después de media hora perdidos hasta que Diego se rindió y terminó pidiendo un uber, ambos tomados de la mano entramos, dejando en la mesa una pizza que compramos en el tiempo que no sabíamos donde estábamos, por supuesto, es vegetariana por Diego, y yo tengo además unas alitas que compre de último momento.
Cenamos entre risas, algunos coqueteos sutiles y roces de nuestras manos, nuestras piernas, incluso me atreví a quitar un poco de migajas del labio de mi novio, riendo por lo tierno que lucía con sus mejillas sonrojadas por mi acción. Vimos un par de películas abrazados en el sofá e incluso discutimos por culpa de estas, ya que cada uno había elegido un superhéroe diferente.
Claro, nuestra reconciliación tuvo un par de besos más y algunas cosquillas de mi parte. Habíamos dejado de lado a Keren y a Anya y nuevamente éramos solo él y yo, en nuestro mundo, en ese donde ambos nos amábamos.

Ir a la cama fue difícil, ambos no sabíamos lo que podía pasar, estábamos demasiado nerviosos y estaba seguro que aún teníamos un poco de alcohol en nuestro sistema. — No pasará nada, Diego. No hoy. — Le aseguré tomando su mano después de que saliera vistiendo con una de mis pijamas, ambos nos acostamos observándonos, frente a frente. Una notoria distancia nos separaba pero no impedía que lo observara, aún en la oscuridad se veía perfecto. — Quiero abrazarte.
— Yo quiero que lo hagas.

Su respuesta me hizo sonreír. Besé sus labios con suavidad y él se recostó sobre mi brazo, su pierna estaba también sobre mi y una de sus manos acariciaba mi pecho con suavidad. — Buenas noches, Ahuv Sheli.
— Buenas noches, Plango Mangano.

→→→→→→→→→

Despierto por una de mis alarmas, estiré mi brazo lo más que pude y la apague quedándome un momento sin moverme. Diego estaba sobre mí completamente, sonreí divertido pero a la vez preocupado, tenía que lograr que comiera más, ni siquiera pesaba.
Como pude me moví para no despertarlo, sé cómo es y estoy seguro que me tiraría cualquier objeto por hacerlo madrugar un sábado. Puse una almohada cerca para que la abrazara y salí de la habitación, debía enviar unos correos por la pasantía y además, saldría a comprar algo que Diego pudiera desayunar.

Salí dejando una nota por si despertaba y compré lo necesario en uno super que por suerte estaba a unas cuadras de donde vivía. Aún así, logré demorar una hora por la gente que estaba y por el hecho de que ahora tenía que ir caminando, al menos había hecho el ejercicio del día.

Al regresar, y tras dejar lo que había comprado en la mesa, fui de nuevo a la habitación. Diego ya no estaba en la cama pero escuché la ducha así que asumí que estaba usándola. Lo dejé tranquilo y fui a hacer el desayuno pero lo que no esperaba era encontrar a Anya de pie en la sala, su ceño deja ver que está molesta, además de que sus brazos están cruzados.

Sé lo que viene. Y no quiero que pase, no en ese momento que Diego podía salir y escucharnos. Él no lo merecía.

— Tenemos que hablar. — Suelta de la nada. Ahora soy yo quien la mira elevando la ceja.
— Buenos días, Anya. ¿Cómo estás?
— No estoy de humor para tus bromas sin sentido, Mateo, no hacen gracia.
— La educación no es una broma sin sentido, hermanita. Pero dime ¿Qué se te ofrece? Estoy un poco ocupado.
Su rostro se enrojece un poco, no sé si es por la vergüenza o por su molestia.  — ¿Cómo que qué se me ofrece? ¡Mateo! Tu comportamiento de ayer ¿Qué jodidos estabas pensando?
Suspiro pesadamente. — Mi comportamiento de ayer fue el de cualquier adolescente con su novio, disfrutando de una fiesta.
— Por dios, Mateo, ¿Te estás escuchando? Fue lo peor. Si nuestros padres se enteraran. ¿Qué acaso no te importa? ¡Debes ser cauteloso!
— ¿Cauteloso? Anya, estoy pasando tiempo con mi novio. Tú incluso lo hacías con Thiago y nunca te reprendí, y mira que tú hacías cosas peores.
— Pero con nosotros es normal. ¡Normal! Si lo hicieras con alguien como Keren lo entendería. ¡No así! Sus palabras caen como agua fría en mí. 

No puedo creer que ella, que dijo que me apoyaría, esté reclamando eso. — No tengo porqué discutir eso contigo, Anya. Será mejor que te vayas.
— No, no me iré. No hasta que entiendas que no debes andar por ahí haciendo esas escenas. Tú no, Mateo.
— ¿Por qué no? — No he gritado, no he perdido el control pero estoy molesto.
— Lo sabes muy bien. No es normal. 

Se queda en silencio, pero no me mira, no a mí, está observando hacía mi habitación y cuando yo hago lo mismo entiendo porqué. 

La puerta se está abriendo y sale Diego con una gran sonrisa. — Oye, Plango. ¿Dónde quedó la ropa que dejé la última vez? — Su sonrisa se borra al ver quien está conmigo. Mi corazón late con fuerza. — Perdón, yo... 

— ¡Esto es inaceptable, Mateo!
El grito de Anya interrumpe a Diego. — ¿Cómo? Agh. Por dios, Mateo. ¿Qué tienes en la cabeza? No puedo creerlo, la confianza, el pudor ¿Dónde quedaron tus valores?
— ¡Ya basta, Anya! Se supone que tú me apoyabas. ¡Se supone que me entendías y no me juzgarías!
— Es que te apoyo, pero sabes bien que... ¡Por lo menos hubiera sido con alguien menos obvio!
— ¡Te disculparas ahora mismo con Diego!
— ¡No! Te adoro, Mateo. Te respeto. Pero esto está mal. Sabes que está mal. Y tú. — Señala a Diego y solo me interpongo entre ellos. — Tú serás la ruina de mi hermano, Ortega.

Aquello fue suficiente. — Basta, Anya. Si realmente me apoyas, lo harás también con Diego, aunque no te guste él es mi novio, es la persona con quien quiero estar. Sí no es así, mejor vete. No voy a permitir que insultes a Diego.
— ¡Soy tu hermana!
— Lo sé pero si no lo aceptas a él. Tampoco me aceptas a mi. Ya conoces la salida. 


***
PERDÓN POR LA DESAPARICIÓN. Pero estoy de vuelta. Ahora sí, no me detendré hasta finalizar. Se nos viene algo fuerte. Ohsi.

𝓑𝓮 𝔀𝓲𝓽𝓱 𝔂𝓸𝓾 || 𝓜𝓪𝓽𝓲𝓮𝓰𝓸.Where stories live. Discover now