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MATEO.

El silencio se apodero de mi apartamento, la película sonaba muy lejana, mi novio no entendía nada, no me sentía con la fuerza para decirle que no había podido decirlo en voz alta, no a mi hermana, no a mi familia. Una cosa era saberlo tú mismo, que lo supieran tus amigos, pero tu familia... no. Una sensación de pesadez se apoderaba de mi cuerpo con solo pensarlo, ellos no podían saberlo, no todavía, si decía esas palabras, si decía mi verdad iba a ser una condena.

No podía ver la cara de mi hermana pero Diego si podía ver mi cara de pánico, mis ojos llenos de temor y allí lo entendió, entendí el "¿Le dijiste?" en sus ojos, negué con la cabeza, la vergüenza se sumó a la lista de pesares que recaen sobre mis hombros, me sentía tan pequeño. Diego sabía que eso era algo personal, nunca había sido difícil para él, siempre lo había sabido, él nunca tuvo esa voz en el fondo de su cabeza diciendo que eso estaba mal, pero yo sí, y él es mi novio así que sabe bien qué es lo que pasa, entiende el miedo pero también entiende que hay cosas que se tienen que hacer solo, por lo que sale de mi apartamento sin decir palabra y cierra la puerta tras él.

El silencio sigue allí, no me quiero atrever a romperlo, así que hago lo más fácil, recojo el vaso de vidrio que rompió mi hermana y lo envuelvo en papel, le rayo la palabra vidrio y lo tiro a la basura, ella me sigue mirando.

"¿Estoy volviéndome loca, tome algo, o que hice? porque un chavo acaba de besarte" Dice mi hermana medio en trance.

No sé de donde saco el coraje para hablar "Se llama Diego"

"Sé quién es, sé muy bien quien es, trabajaste para su padre, el punto aquí es que es un hombre, Mateo. Y te acaba de besar"

"A veces hace eso"

"¿Y cómo porque?"

"Porque es mi novio, eso hacen los novios"

Le rece a todos los Dioses que conocía, al mío, a los griegos, a los romanos, a los Nórdicos, a los prehispánicos, a cualquiera que me hiciera caso que ella no me rechazara, que cualquier persona menos ella.

Y no lo hizo

"¿Y porque no me lo habías dicho?"

"Por qué no podía"

"Eres mi hermano, te voy a apoyar en todo. En lo que sea"

El peso de mis hombros desapareció, me sentía más liviano, me sentía más feliz.

"Puedo llamarlo, si quieres, para que lo conozcas"

Rehuye mi mirada "Ya lo conozco, es Diego Ortega"

"Si, pero como mi novio, siempre quise presentártelo así"

"Pero es Diego Ortega, ya sabes cómo es, mínimo si ibas a hacer eso... podía ser con alguien más discreto"

DIEGO.

Mateo y yo nos entendíamos bastante bien, éramos honestos el uno con el otro y tratábamos de ser abiertos en cuanto a nuestras emociones y pensamientos, por eso cuando me miró así sabía que tenía que darle su espacio, había no muy lejos de allí un lugar donde a Mati le gustaba comer y se me ocurrió que sería bueno comprarle algo para cenar por si todo con su hermana salía mal. Entendía el sentimiento, el pánico en sus ojos, las cosas para mí tampoco habían sido fáciles, ese miedo devastador lo había sentido, así que el que no le hubiera dicho no me molesto, nuestra relación era algo que ambos decidíamos pero el salir del closet, eso era solo de él.

Llegue al local y me forme, las filas son algo común en mi ciudad pero esta no era tan larga como otras así que esperé pacientemente, pedí comida para Mati, Anya y para mí, camine de regreso con toda la calma del mundo, esperando que al llegar no me encontrara con mi novio destruido, afortunadamente cuando abrí la puerta me encontré con los dos hermanos terminando su película tranquilamente, esa imagen me lleno de calma, yo nunca había tenido un hermano pero Temo era casi uno y el estar mal con él me destrozaba, sabía que si Anya lo rechazaba Mati iba a ser un desorden de emociones, pero no había pasado así.

Camine hacia el sofá y vi el lenguaje corporal de ambos muy relajado, las cosas si habían ido bien. No hablaron hasta que se acabó la película y Anya hizo el ademán de irse, no era mi casa pero tenía ganas de conocer a la hermana de mi novio así que la invite a quedarse a cenar, ella no negó nada pero su forma de mirarme... había visto esa mirada era la misma que un chico en un parque me había hecho, era la misma que mi propio padre me daba, la misma que veía en los señores mayores o religiosos me daban, no era una mirada de 'auge eres gay', no era una mirada peor una de 'además de ser gay lo eres exageradamente, disimula' y odiaba esa mirada con toda mi alma, si hubiera sido cualquier otra persona me hubiera peleado, pero es Anya, sus siguientes palabras sonaban dulces pero no lo eran "No, muchas gracias" no satisfecha con su rechazo inicial decide mirarme de pies a cabeza con cara de desagrado, se despide de Mateo con un beso en el cachete y de mi con un "Hasta luego, Ortega" no Diego, Ortega, mi apellido siendo utilizado para crear una especie de formalidad, sabía que aunque las cosas parecían estar bien no lo estaban.

Me senté al lado de mi novio y él me rodeo con un brazo, "¿Cómo te fue con ella?" Mati no me voltea a ver "Estuvo bien, creo. Ella me apoya" siento su sonrisa contra mi mejilla "Oh, qué bueno que nos apoye" lo digo con entusiasmo, uno que se esfuma a la par de su sonrisa, sé que significa eso, no soy tonto.

Anya lo apoya a él, no a mí.

𝓑𝓮 𝔀𝓲𝓽𝓱 𝔂𝓸𝓾 || 𝓜𝓪𝓽𝓲𝓮𝓰𝓸.Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt