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MATEO.

El compañero de cuarto me había dejado con una extraña sensación, no era que fueran celos, sabía bien que Diego y yo estamos bien, confió en el. Pero en Alex no, había algo que no cuadraba con él, saliendo de la nada y justo con Carlota, no confiaba en ella, no confiaba en nadie que había lastimado a mi novio. Había pasado años trabajando para Ubaldo y sabía que conocía esa cara, ¿Tal vez de la política? ¿Tal vez en algún viaje de negocios? La idea no dejaba de rondar por mi mente, así que agarre mis cosas y fui con un viejo amigo, Miguel, él era el becario de otro de los candidatos, Ubaldo me había encargado tenerlo cerca y extrañamente nunca nos habíamos traicionado, nunca habíamos hablado de más, nunca habíamos mencionado secretos de nuestros jefes pero parecía que ellos querían pensar que nos estábamos analizando mutuamente pero solo nos llevábamos bien, entendíamos el estrés del otro y por lo mismo nos habíamos mantenido en contacto, Miguel había sido quien me había conseguido otra persona con quien ser becario, por supuesto, aprendía menos pero el trabajo parecía ser más honesto. Y eso era lo que había empezado queriendo, no el poder, sino dar voz a las minorías...

Saludo al guardia del edificio, él ya me conoce y me deja pasar, subo hasta donde sé que estará mi amigo buscando noticias de su jefe por todo el internet, lo saludo con mano firme, él no lo sabe, no todavía, mucha gente de la política no lo sabían, era suficientemente pesado ser el judío del equipo y ahora ser el... bisexual, esa gente no entendía de diferencias, había escuchado como se referían de Diego a sus espaldas, como se referían de más personas a sus espaldas, si tan solo prestaran más atención y se dieran cuenta que mi Diego vale mil veces más que cualquiera de esos... pero no estaba en posición de pelear, no todavía, tenía que pelear mis cartas de forma inteligente, una vez que estuviera arriba que no pudieran derribarme podría pelear, pero primero tenía que ser el más astuto que todos ellos, por eso no confiaba en Alex, es un cabo suelto, los cabos sueltos siempre son peligrosos, más si estaban cerca de mi novio.

"¿Has escuchado de un Alex González?" Miguel asintió, "Si, pero hay muchos Alex y muchos González en este mundo, son nombres muy comunes, estamos en México todos los Alejandro se hacen llamar Alex y hay muchos Alejandro, se más específico amigo mío" tenía razón, por supuesto que la tenía "Como de mi edad, se supone que no es de aquí, mide unos 1.70, lo vi en algún evento, creo que le puedo tomar una foto" Miguel se me queda viendo, yo nunca jamás daba un paso en falso, nunca daba los datos a medias "Puedo buscarlo si quieres, pero no sé si encuentre algo con tan poca información y un rango tan grande de error. ¿Te lo pidió tu jefe?" y allí estaba la pregunta que no quería que hiciera, pero yo soy Mateo no hago esas cosas sin mínimo cubrir mis huellas, si decía que si él iba a pensar que no era para mi jefe, si decía que era de mi jefe Miguel iba a pensar que le estaba mintiendo, nunca lo expondría de esa forma... así que fui más listo y más tonto al mismo tiempo. "Oh, no es mío. Está detrás de mi hermana, ya sabes cómo son estas cosas" Miguel asintió, yo nunca daba tanta información, solo decía que sí o no era de mi jefe y ya, el lado bueno de la política era que tenías que darle la vuelta a las cosas mil veces, incluso con tus amigos, estaba contento que Diego nunca quisiera entrar a ese mundo.

Regreso a mi apartamento a terminar mis proyectos, tardé demasiado tiempo comportándome como un idiota, estaciono mi auto y entro a mi casa, esta mi hermana en mi sofá con mi comida, genial. Le había surgido una repentina necesidad de pasar tiempo conmigo a pesar de que nos habíamos distanciado un montón desde su última relación, podía estresarme unas cuantas horas más o acompañarla en su intento de conectar, la familia siempre iba primero esas eran las reglas, así que me senté a su lado y cuando se acabó mis palomitas fuí a hacerle más, fue allí cuando escuche la puerta de mi apartamento abrirse, y empecé a rezar a un Dios incierto que no fuera Diego, mi hermana estaba allí, mi hermana no sabe nada, no me había atrevido a decirlo, estaba haciéndolo todo a mi ritmo, un ritmo demasiado lento pero era mi ritmo. 

Hasta que mi novio, Diego Ortega saludo a mi hermana de lejos, decidió unirse a la sesión de películas y me planto un beso a la mitad de la cocina.

Se escuchó el sonido de un vaso rompiéndose.

Como mi falsa sensación de tener todo bajo control.

𝓑𝓮 𝔀𝓲𝓽𝓱 𝔂𝓸𝓾 || 𝓜𝓪𝓽𝓲𝓮𝓰𝓸.Where stories live. Discover now