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Diego.

Ambos estamos muy nerviosos. Mateo no habla y yo me he cansado de esperar que lo haga, tal vez el shock aún está presente pero quiero saber y entender que sucede con nosotros. Me acerqué cuidadoso hasta quedar sentado a su lado, el se percata en el momento que nuestras manos se rozan pero cuando tomó la mía entendí que estaba de vuelta conmigo. Lo veo analizando. Tal vez pensando en lo que me dirá y aunque me asusta, sé que ambos necesitamos volver a nuestra normalidad.

Mateo.

Mi debate mental no ayudaba tanto. Sabia que yo era el primero en hablar pero la voz dejaba de salir. Aún pensaba en la escandalosa escena a que habíamos presenciado, me dislocó. Me tomó por sorpresa. Mucho más cuando a mis ojos no vi a Cuauhtémoc con Aristóteles. Ellos no eran los protagonistas de eso. Era Diego. Y era yo. Me encontré con la necesidad de tener a mi novio bajo mi cuerpo sintiéndolo temblar bajo mi tacto. Agité mi cabeza. Debía tranquilizarme para poder hablar con Diego de eso. - Tal vez hoy no fue...
No permití que continuara. Mi mano libre cubrió sus labios sin llegar a tocarlo. - No me arrepiento.

Lo dije. Sin culpa. Sin presión. Diego estaba atento a mi. - No me arrepiento de lo que estuvo por suceder. E incluso ahora mismo quisiera hacerlo. - Tal parecía que todo comenzaba a salir sin poder detenerlo. - Pero... No te puedo decir que soy virgen, Diego. Seria mentir. He estado con varias mujeres pero...
- Nunca con un hombre.
Suspiré al escucharlo. - No sé mucho de esto aunque debe ser básico. Pero no quiero ser un idiota. No contigo. Quiero que ambos lo disfrutemos, no solo yo. Sobretodo, quiero cuidarte, Ahuv Sheli.*

Diego.

Si bien todo lo que decía lograba acelerar mi corazón de una manera inimaginable, lo último me hizo fruncir el ceño. -¿Que dijiste?- Pregunté confundido. - Si acaso me estas diciendo gordo, o me la estas mentando, dejame te digo que la tuya.
Mateo rió divertido y eso fue la confirmación de que toda incomodidad se había ido. -No, te dije Ahuv Sheli.*
-¿Y eso es?
- No te diré que significa. Tendrás que investigarlo tú.

Me crucé de brazos por aquel reto. - Nos estamos desviando del tema. Aunque no creas que eso que me dices se quedará así. -Mateo volvió a reír. - Parece que ahora soy su payaso personal, Plango. - Logré que dejara de reír pero aún así seguía con esa sonrisa en su rostro.
- Te toca hablar, Diego.
Suspiré. Era mi turno. - Bueno, yo entiendo todo lo que me dices, tampoco soy... Bueno, virgen. - Hice comillas ya que aquella palabra me parecía absurda. - Tengo experiencia, la suficiente y bueno, también necesidades.
- Creo que lo noté.
Mis mejillas se volvieron rojas. - También tu las tienes. -Ahora fue él quien se sonrojó. - En fin. Solo quiero decirte que yo también lo quiero. Y no me arrepiento, incluso podría hacerlo ahora mismo contigo pero sé que necesitas tu tiempo, solo no tardes demasiado porque...
Fui interrumpido por sus dedos en mis labios. - Paciencia, Ahuv Sheli. Si algo he aprendido es que no se planea, llega espontáneo y se disfruta como nunca.

Me quedé sin aliento, la cercanía entre ambos era demasiada y podíamos cortar nuestra tensión con cualquier pequeño aire que hiciera. Pronto sus labios estaban sobre los míos, ansiosos, necesitados. Teníamos tanto tiempo sin compartir un solo momento así que nuestros instintos salieron por si solos y solo fueron detenidos por el estupido aire que parecía querer faltarnos siempre. - Yo... Tenia que hacerlo.
Asentí sin aliento. La verdad yo también lo necesitaba. Pero evitando caer nuevamente en la incomodidad de días anteriores solo se me ocurrió decir. - Entonces ¿Te gusta arriba o abajo?

Mateo.

No podía creer sus palabras, pero más que incomodidad, que molestia me causaron gracia. Tanta que en un momento termine recostado en la cama de Diego riendo como si no hubiera un mañana. - ¿Que es lo gracioso? - Preguntó pero yo no podía dejar de reír. - Mira que si quiero yo puedo dar también. - Eso paró mis risas y lo miré enarcando la ceja. -¿No que no dejabas de reír?
- Eres incorregible. - Dije abrazandolo hacia mi. - Mi incorregible. - Volvi a decir besando su sien. - Nunca he pensado en eso, tal vez debería comenzar a formular esas preguntas. - Añadí sin más.
- Tendré paciencia. Solo que, al menos podamos disfrutar de un trabajo manual.
- Eres un bruto.
- Pero soy tu bruto.
- Lo eres.

Diego.

Mateo se había tenido que ir cuando Alex llegó y esta vez toxo la puerta, ya que claro, yo la había cerrado. Mi novio solo había dejado un beso en mi frente y se había marchado con una sonrisa traviesa, lo observé hasta que salió del apartamento pero aún así sentí la mirada curiosa de mi roomie. -¿Pasa algo, Alex?

El chico se dejó caer en su cama y yo aproveché a cerrar la puerta. Los Aristemo ya no habían salido de su habitación y eso significaba que estaban terminando lo que habíamos interrumpido Mateo y yo.
Espere por la respuesta ajena mientras comenzaba a sacar mi pijama.
- Nada, solo noté que tu novio no es muy afectivo.
Su comentario me sonó extraño. - Preferimos dejar las muestras solo para nosotros.
- Tu no pareces del tipo que se esconde, Dieguito.
Me crucé de brazos. - No, no me escondo. Y no se porque dices esto.
- Bueno, a veces una pareja puede reprimirte. ¿Hace cuanto no sales a bailar? ¿Al público? La mayoría de veces que los vi estaban aquí encerrados. Ni siquiera con tus amigos. ¿En verdad le amas tanto para encerrarte en jaula de oro? - Su celular vibró y él atendió con una sonrisa colgando al instante. - Bueno, Dieguito. Iré a divertirme, puedes venir si quieres. - Negué ante su invitación.- Esta bien. Solo te diré que la monotonía puede ser la peor enemiga de un alma libre.
Y salió dejándome con esa sensación de incertidumbre.

***
Hola, buenas noches. Primero, debo disculparme por tardar tanto. Pero tuve un bloqueo fatal que no me ayudaba bastante.
También, decir que la personita que me ayudaba en la historia, no podrá hacerlo más pero le agradezco infinitamente por el tiempo que me estuvo apoyando. Diana, sabes que te adoro.
Prometo no desaparecer tanto. Y que tendrán muy seguido nuevamente de esta pareja preciosa.

Los amo mucho.

𝓑𝓮 𝔀𝓲𝓽𝓱 𝔂𝓸𝓾 || 𝓜𝓪𝓽𝓲𝓮𝓰𝓸.Where stories live. Discover now