Capítulo Veintisiete

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Capítulo veintisiete.

—Mami...

De inmediato alzo la vista de mis manos para ver a mi bebé que me mira a la expectativa a través de la mesa. Su piel hoy tiene un poco más de color, tal vez porque esta última sesión de quimioterapia parece estar finalmente consiguiendo algo y por otro tipo de tratamientos con los que William se ha comprometido.

Me resulta complicado adaptarme a que William ya no sea el padre del que no sé qué fue, que ahora esté presente. Hace dos meses volvió y hace poco más de un mes y medio lloró pidiéndome perdón y lloró todavía más cuando supo todo lo que se había perdido de la corta vida de Arthur y la manera en la que ahora su salud se encuentra comprometida. También lloré por lo que pudo haber sido, porque una parte de mi tuvo que admitir que lo extrañé, que extraño el amor que un día compartimos y porque sus sinceras palabras me conmovieron.

No podía guardarle rencor, en mi pecho no cabían tales sentimientos y no había manera de concentrar mis energías en algo tan negativo. No me sentí capaz de negarle la oportunidad de involucrarse, mucho menos cuando estableció que asumiría gastos económicos. No hay orgullo que valga más que el bienestar de mi hijo.

Pero William ha estado tan asustado de conocer a Arthur. Las primeras semanas mientras Arthur estaba internado, no era capaz de pasar por la puerta y solo lo veía de lejos antes de derrumbarse. Luego intentamos un par de encuentros más desde hace un mes y nunca era capaz de llegar por miedo. Siento tristeza por él, no hay manera en la que Arthur vaya a odiarlo, pero William tiene miedo de que ese sea el caso.

— ¿Dime, cariño? —respondo.

— ¿Cuándo llega la persona que quiere ser mi amigo? —se toca el gorro de lana que cubre su calvicie.

—Esperemos y pronto —digo viendo la hora mi reloj.

Vamos, William, puedes hacerlo. No te pierdas la oportunidad de conocer a la persona maravillosa que creamos.

Arthur deja ir un profundo suspiro y continúa pintando en su blog de dibujo. Me dedico a mirarlo cómo hago siempre: la piel pálida, las ojeras y el leve hundimiento de sus ojos, está por debajo del peso para un niño de su edad y estatura, pero es tan hermoso para mí, tan increíble y mágico.

—Hola, Leslie —dice una voz enronquecida con un leve temblor detrás de mí.

Arthur alza la vista cuando William ahora está de pie a mi lado y ladea la cabeza viéndolo. William se encuentra con los pómulos sonrojados y un leve sudor le cubre la frente, también ladea la cabeza y me doy cuenta de que aunque físicamente Arthur se parezca a mí, algunos gestos son de él.

—Hola, William —Sonrío—. Arthur, cariño, te presento a la persona que estábamos esperando.

— ¿Eres quién quiere ser mi amigo? —pregunta Arthur con lentitud.

—Eso me encantaría, me llamo William —dice extendiéndole una mano temblorosa.

—Soy Arthur —Se la estrecha y se desliza en el asiento haciéndole espacio—. Siéntate, Will, si queremos ser amigos, debemos ponernos en marcha.

—Oh, claro, claro.

—Me gusta hacer nuevos amigos —Le dice Arthur viéndolo.

—A mí también.

—Genial, pero siéntate, siéntate —Palmea a su lado—. Te estaba esperando muchísimo, muchísimo tiempo.

Arthur no podría saber lo significativas que son esas palabras, William cierra los ojos durante unos largos segundos y al abrirlos, le da una leve sonrisa.

La inspiración de Andrew  (BG.5 libro #5)Where stories live. Discover now