Capítulo Seis

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Capítulo seis.

A veces mi trabajo es muy rudo y siento que absorbe demasiado de mí. Me contengo estando en él, pero cuando llego a casa lo dejo ir todo. Esa es la razón por la que en este momento me encuentro llorando de tristeza, impotencia y rabia.

¿Cómo pueden existir tantos monstruos haciéndose llamar humanos?

El caso del que debí hacerme cargo hoy me desgarra y me hace sentir asco hacia la humanidad. Una niña de ocho años, maltrato físico y violación por su primo de veinte años. La familia lo supo y lo guardó por apariencias, la maestra lo reportó luego de que la niña colapsara en la escuela y descubrieran las formas en las que había sido maltratada.

Llevo las manos a mi rostro mientras me sacudo llorando, es una mierda, ellos son una gran mierda por hacer tal daño y ocultarlo.

— ¿Mami?

Muerdo mi labio para controlar los sonidos que vienen de mí. Arthur estaba en la sala con Leah, su niñera, llegué y lo saludé, le pedí a Leah que se quedará un poco más con él mientras me encerraba en mi habitación a llorar.

Siento sus pequeñas manos sobre las mías y tomo profundas respiraciones antes de retirar mis manos de mi rostro, le doy una sonrisa temblorosa y frunce el ceño, sus manos se posan en mis mejillas y sus dedos tocan la humedad de mis lágrimas.

—Estoy bien, bebé, mami solo tiene un poco de dolor.

— ¿Dónde? —pregunta.

—En mi cabeza.

Sube sobre mi regazo y besa mi frente antes de abrazarme, lo envuelvo en mis brazos con fuerza, queriendo protegerlo del mundo, la maldad, el sufrimiento y el dolor que compone el ciclo de la vida humana. Quiero protegerlo de cualquier daño, quisiera que nunca experimenté el dolor incluso si este es un mal necesario que forma parte de la vida.

— ¿Duele mucho, mami? —pregunta separándose de mí para ver mi rostro.

Asiento y deja continuos besos en mi frente. Tengo un hijo maravilloso lleno de empatía y muy amoroso. Él recarga su mejilla de mi pecho y beso su cabeza.

—Me siento mejor cuando me abrazas —Le digo. Alza el rostro y me mira con una sonrisa.

— ¿Si, mami?

—Sí, mi amor.

—Entonces te abrazaré siempre, mami.


20 de enero, 2016.

Sonrío escuchando papá contarme cosas sobre el trabajo, desde que tengo uso de razón siempre fuimos hijas de papá incluso mientras mamá estuvo con vida, él siempre fue esa persona a la que recurríamos y en quien nos refugiábamos. Papá nunca nos dio la espalda, cuando caíamos estaba para levantarnos, cuando triunfamos era el primero en aplaudir y si llorábamos estaba más que listo a hacerlo con nosotras.

Lo confieso, amo mucho a mi madre y la extraño, pero siento que ella no estableció una conexión con nosotras, que tal vez no le interesó lo suficiente ser una madre. Por mucho tiempo estuve enojada cuando murió porque me di cuenta de que esos momentos madre e hija nunca los tuvimos, me di cuenta que se echó al abandono cuando su gemela murió. Siempre prefirió ser una hermana que una madre y aunque papá trata de suavizarlo, mis hermanas y yo aceptamos que esa fue una realidad y que por fortuna lo tuvimos a él para darnos todo el amor que necesitábamos.

Cuando supe que estaba embarazada, lloré mucho con mi papá. Fue la primera persona de mi familia que lo supo. Me había estado haciendo la fuerte cuando me enteré y se lo dije a William, pero cuando se lo dije a él, sí estaba furioso y su primer instinto fue reprenderme, gritar de frustración pero luego me abrazó y lloramos juntos por horas, nunca me dejó sola. También fue la figura paterna que Arthur tuvo, fue quien estuvo conmigo durante mis errores y aciertos. Él es la persona que me recuerda que afuera hay hombres que valen la pena.

La inspiración de Andrew  (BG.5 libro #5)Where stories live. Discover now