Capítulo Cuarenta y tres

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Capítulo Cuarenta y tres.

—¿Y es cierto que te gusta la leche chocolatada por las mañanas? —pregunta mi hijo tomando la mano de Andrew y viéndolo con tanto amor en los ojos.

—Es cierto, desde que era incluso más pequeño que tú.

—¿Y es cierto que encerraste a Doug en un armario cuando rayó tu guitarra?

—Lo es, pero era una broma entre nosotros luego lo liberé...Cinco minutos después.

—¿Y es cierto que Dexter golpeó los dedos de Harry y él conoció a su novia?

—Muy cierto —Se ríe Andrew—, aun no le da las gracias.

—¿Doug tiene novia?

—Arthur —Le digo y sentada cerca de la puerta.

La respuesta de mi hijo es verme, encogerse de hombros y regresar la atención a Andrew.

—Déjame que te cuente un secreto —Le dice éste último inclinándose hacia él y susurrándole algo al oído.

—¡No puede ser! ¿De verdad? Qué bonito, ella es cómo una princesa súper bonita y Doug es genial.

»¿Qué hay de ti? ¿Tienes novia?

—Por ahora no.

—Oh, eso es interesante, mi mami tampoco tiene novio...

—¡Arthur!

Y esta vez lo que mi hijo hace es reír y Andrew lo hace con él, sonrío. Es un sueño hecho realidad.


20 de mayo, 2016.

¿Hay un mejor despertar que ver a Andrew Wood desnudo boca abajo en la cama, murmurando con suavidad y despeinado? Tal vez sí, pero mi mente nada objetiva te dirá que no hay algo mejor que eso.

Me pongo aún más cómoda sentada sobre la cama y bebo de mi vaso el antojo que mis hijos han heredado de su padre: leche chocolatada por la mañana. Siempre creí que eso era demasiado dulce y empalagoso, pero las últimas dos semanas me han demostrado cómo mi cuerpo comienza a serme ajeno para pertenecer a las tres personas exigentes que apenas creciendo ya me hacen saber los caprichosos o caprichosas que podrían ser. La primera vez que sucedió la conversación con Andrew fue algo así:

«—Quiero de eso —murmuré con la mirada puesta en su vaso.

—Me dijiste hace un tiempo que era azúcar que me mataría.

—Pero hoy lo quiero.

—Pero es mi leche chocolatada.

—Pero son sus hijos, te pedí uno y pusiste tres.

—Ciertamente no recuerdo haberlos hecho solo, Leslie.

—Ciertamente deberías darle tu vaso a tu esposa embarazada.

—Eso es manipulación.

—Eso es estrategia, esposo.

—Llamarme esposo agranda la manipulación.

—Que aún no me hayas dado tu vaso agranda la desconsideración de tu parte.

—¿Ahora soy desconsiderado?

—¿Ahora me das el vaso?

—Va, va, va ¡Ganas! —Se había reído—. Tus antojos van a matarme.»

La inspiración de Andrew  (BG.5 libro #5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora