Capítulo 19

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¡Hola a todos! Antes de pasar al capítulo quiero comentarles que el capítulo es largo, casi el doble de lo normal, pensaba dividirlo en dos partes, pero sentí que perdía la idea

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¡Hola a todos! Antes de pasar al capítulo quiero comentarles que el capítulo es largo, casi el doble de lo normal, pensaba dividirlo en dos partes, pero sentí que perdía la idea. Espero les guste. Estamos de fiesta porque superamos las 30k lecturas. Estoy muy agradecida por su apoyo. Lo único que quería pedirles es que si les gusta dejar un pequeño comentario ❤. Recuerden que los capítulos están dedicados a los lectores que siempre comentan los párrafos, los respondo todos. Mil gracias de corazón por tanto cariño a esta historia ❤.

Desde la visita a la cafetería las cosas habían cambiado, para bien

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Desde la visita a la cafetería las cosas habían cambiado, para bien. Ahora me resultaba imposible borrar una sonrisa idiota cada que Pao cruzaba la puerta tras una larga espera con la mirada clavada en el reloj. No había ninguna razón en especial, pero me aferré con una ridícula fuerza al posible significado que podría tener su último comentario.

Tal vez estaba equivocado, mi ego o ingenuidad me había jugado una mala pasada, pero no podía dejar de pensar que Pao me dedicaba una pizca extra de su ternura porque le gustaba. Quizás solo un poco, pero algo es algo. No recordaba haberle gustado a nadie después del accidente. Resultaba extraño, en un buen sentido.

Pao era una chica grandiosa, seguro tendría mucha gente interesada en sus cualidades, e incluso con todos mis defectos le agradaba. Quizás para ella estar conmigo no sonaba tan descabellado. Sí, sabía que era una mala idea, posiblemente después se hartaría de mí y me dolería más su partida, pero estaba demasiado contento con la sola idea para amargarme.

Es decir, ni siquiera cuando tenía diecisiete años y destilaba confianza para juguetear con las chicas en la preparatoria me hubiera atrevido a acercarme a una como Pao. No me refería a que llegando a una habitación robaría la atención de los presentes, tímida buscaría alejarse del centro de atención, pero te bastaría con verla una vez a detalle para no quitártela de la cabeza. Honestamente me avergonzaba ser tan transparente con ella, pero últimamente ni siquiera era capaz de controlarlo.

Esa tarde bastó con que lanzara un saludo para que me olvidara de lo que estaba haciendo. Carraspeé, recordándome que no debía ser tan intenso ante la simple pregunta de cómo va tu día.

El club de los rechazadosWhere stories live. Discover now