Capítulo 41

2.7K 430 433
                                    

Por un momento pensé que se trataba de una jugada de mi imaginación, pero cuando descendí del taxi y pude verla mejor comprobé se trataba de Laura

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Por un momento pensé que se trataba de una jugada de mi imaginación, pero cuando descendí del taxi y pude verla mejor comprobé se trataba de Laura. Hace un tiempo que no sabía de ella, pero no había cambiado en nada. Al menos en el exterior. Esa tarde llevaba puesto un suéter, la blusa de la compañía y el cabello suelto que se alborotó por el fuerte viento. Estaba recargada en la pared, con las manos en los bolsillos y su mirada vacilando en sus zapatos.

Noté como se tensó cuando me reconoció, pero pese a sus nervios esperó paciente a que fuera yo quien me acercara. Estaba claro me buscaba, de lo contrario podría haber entrado a la tienda que seguía abierta. Empujé la silla despacio, con un montón de preguntas sobre mis hombros, hasta quedar frente a ella. Laura dibujó una débil sonrisa, a mí me costó corresponderle. Entre los dos se hizo el silencio. Ninguno sabía cómo comenzar, empezando por qué no entendía el motivo de su visita.

—Hola —soltó tímida, dando el primer paso.

—Hola —respondí sin ninguna emoción de por medio. No entendía qué hacía ahí, quise preguntárselo, pero ella me ganó la partida.

—Tu madre me dijo que saliste temprano, así que decidí esperarte —me explicó dejándome igual. Eso no decía nada.

—Podrías haber aguardado adentro, aquí hace frío —planteé, la temperatura había comenzado a descender. Una cosa es que no estuviéramos en los mejores términos y otra que quisiera le diera una neumonía.

—Sí, pero ya sabes que no soy la favorita de tu madre, no quería incomodarla —reveló para sí misma. Alcé una ceja, mirando al interior—. Que quede claro, ella no me echó —aclaró ante mi confusión—, es demasiado educada para realizar ese desplante. Yo me negué cuando propuso la acompañara.

Asentí entendiéndolo. Sí, aceptaba que mamá tenía un carácter complicado, pero nunca interfirió en su humanidad. Digo, de haber echado a alguien podía empezar conmigo que le daba razones de sobra.

—Yo... Quería saber si podíamos hablar un momento —me despertó. No supe qué contestar. No quería, el problema es que sonaba demasiado grosero—. Te doy mi palabra que no te quitaré más de cinco minutos —insistió ante mi titubeo.

La estudié en mi intento por reconocerla, de convencerme que era Laura, la chica que conocía. Una parte de mí no quería decepcionarse más, pero otra sabía que necesitaba cerrar el capítulo. Con lo mal que se me daba eso último.

—Está bien. Acompáñame —le pedí. No quería arreglar los problemas en la calle. Mis vecinos eran unos chismosos y eso es beneficioso cuando no te conviertes en el protagonista de la historia semanal.

Laura esperó a que abriera antes de permitirle el paso al interior. Conociendo el camino de memoria continuó hasta la puerta que daba acceso a la casa. Ahí todo empeoró, el silencio nos sumergió tan hondo que casi costó respirar. Estaba seguro no podía ponerse más incómodo.

El club de los rechazadosWhere stories live. Discover now