-Pesadilla-

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Día 5: Pesadilla

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Al principio había tal oscuridad que no pudo distinguir dónde estaba.

—¿Hola? —murmuró y su propia voz pareció acecharle durante unos segundos—. ¿Hay alguien?

Todo se veía negro. No, negro no. Más bien gris oscuro. Un espacio sin formas ni más color frente a sus ojos y que parecía moverse mientras que él permanecía parado en su centro. Repleto de sombras y borrones confusos.

Apretó los labios.

También hacía frío y silencio. Oía su respiración como si una multitud de personas respiraran con él, pero sabía que estaba irremediablemente solo. No había nadie más allí.

Cuando se atrevió a dar un paso, el escenario cambió de repente. Como si alguien hubiese abierto una ventana, aparecieron brillos y reflejos deslumbrantes que dibujaron líneas en las que se recortaron figuras que él creyó reconocer. ¿Muebles? ¿Cuadros? ¿La barandilla de una escalera que subía? Parpadeó ante esa luz intensa y al mirar otra vez, se encontró en uno de los pasillos de su casa.

Él sabía que era su casa, aunque aquel corredor parecía extenderse kilómetros y kilómetros para abrirse, después, en cientos de bifurcaciones distintas. Era imposible saber el número de puertas que aparecieron ante sus narices, todas cerradas. El frío se estaba haciendo insoportable en sus brazos descubiertos, en sus manos, en su rostro, hasta en sus orejas.

Adrien respiró y creyó ver vaho escapando de sus labios.

¿Por qué hacía tanto frío en su propia casa?

—¿Padre? —llamó. Pero la palabra hueca rebotó entre las paredes y fue devorada por la inmensidad del pasillo—. ¿Nathalie? —Probó de nuevo, y el resultado fue el mismo. El chico, desorientado, se frotó las sienes con las manos congeladas—. ¡¿Mamá?!

Nadie. No había nadie allí.

Ahora se acordaba... estaba solo. Y cuanto más caminaba por ese lugar desierto, más real se hacía esa idea en su mente. Estaba solo y perdido. No era una circunstancia muy novedosa pero, de algún modo, parecía diferente a las otras veces.

Siguió caminando y comprobando los picaportes de las puertas que se encontraba a su paso; todas estaban cerradas para él, salvo una. Y cuando se atrevió a mirar dentro, vislumbró una solitaria figura que le daba la espalda. A pesar de ello, la reconoció enseguida.

—¡Kagami! —exclamó él, aliviado. ¡Sí que había alguien! Se dirigió hacia la chica con la mano extendida pero cuando casi estaba a su lado, ella se volvió con su espada de madera en alto. Cortó el aire con un movimiento mortífero y apuntó con ella a la cabeza del chico, que se quedó sin aire al ver su expresión furiosa—. ¿Kagami?

—Mentiroso —replicó ella. Flexionó sus piernas y sus brazos, lista para atacar. Sus ojos, en otro tiempo cálidos, ahora se estrechaban en una línea de fría ira contra él—. Me has mentido muchas veces, Adrien.

>>. Confiesa.

—Yo no quería mentir —Se excusó, desesperado—. ¡No tuve otra opción!

—Mientes otra vez. No puedo creer nada de lo que digas.

—Pero esta es la verdad.

—No fuiste un buen novio. No estuviste a mi altura —Respondió ella, apretando los dientes—. Creía que eras perfecto, pero eso también era una mentira.

Maullidos a la Luz de la Luna (Reto Marichat May 2021)Место, где живут истории. Откройте их для себя