-Luz de luna-

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Día 15: Luz de luna

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Yo no sé si esto es una historia que parece cuento o un cuento que parece historia...

Las orejitas picudas de Plagg se estiraron.

—¿Qué dices?

—¿Eh?... ¡No, nada! —Adrien bajó sus ojos al suelo de la habitación. En su cabeza se repitieron esas mismas palabras, una tras otra y sin dudar en su forma o en su orden. Grabadas en su memoria, sabía que las había leído en algún sitio pero era incapaz de recordar dónde. Por alguna razón, esa mañana se había despertado con ellas en la cabeza y no se le iban. De pronto, el móvil que reposaba en el sofá blanco a su lado, empezó a pitar y desplazó esa pequeña obsesión mental a un lugar sin importancia—. ¡Ya es la hora! —Se puso en pie de un salto, sonriente y excitado.

—¿Para qué pones una alarma? Como si se te fuera a olvidar...

La noche había caído sobre Paris. El silencio llenaba la mansión y todos, salvo Adrien, dormían ajenos al mundo.

Era el momento de salir.

¡Plagg, garras fuera!

La magia del prodigio le recorrió, despertando sus terminaciones nerviosas y arrancándole una sonrisa aún más decidida. Por si acaso, cubrió con las sábanas el montículo de almohadas que había colocado en su cama.

Hasta la vista, Adrien se despidió, antes de volverse hacia el ventanal. Yo me voy a ver mi princesa.

Atravesó de un salto el umbral que le separaba de su libertad y echó a correr, contra el viento que soplaba, sobre los tejados picudos e irregulares de la ciudad dormida.

La adrenalina comenzó a fluir por sus venas, dándole más velocidad y audacia en sus movimientos. La alegría y esa deliciosa anticipación bamboleaban su corazón que, después de tanto tiempo, se sentía lleno de dicha y esperanza. Estaba listo para otra noche maravillosa junto a Marinette.

Y sin embargo, algo le hizo detenerse sobre uno de los tejados.

Él mismo se sintió un poco desconcertado, pero sus ojos fueron atrapados sin remedio por la luna. Una luna grande, redonda y amarilla, completamente llena que parecía ocupar la inmensidad del firmamento. Era una visión sobrecogedora de la que manaba una suerte de energía distinta; al mirar a su alrededor, se sorprendió al encontrar una atmósfera silenciosa, serena... todo parecía haberse detenido, rociado por ese resplandor poderoso de luz dorada.

Era incluso algo inquietante. Fantasmagórico. Había sombras que se balanceaban sobre los muros y salientes, murmullos cuyo origen era incapaz de identificar. De los balcones de las casas colgaban macetas con sus flores totalmente abiertas que parecían manifestar vida.

A pesar de todo, Chat Noir se sintió en sintonía con ese ambiente y respiró hondo apreciando una esencia exótica cosquillearle la nariz.

Era quince de mayo.

Quince días desde que todo comenzó, pues para él había empezado el día de la lluvia, en el puente; esa había sido la primera vez que al mirar a Marinette había sentido algo especial. Tan prematuro que no fue consciente de la naturaleza de esos sentimientos, pero habían seguido con él desde entonces, haciéndose más y más fuertes. Igual que las gotas de lluvia de aquel día habían hecho crecer las aguas del Sena, su afecto por ella había crecido y crecido hasta volverse amor.

Maullidos a la Luz de la Luna (Reto Marichat May 2021)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora