-Celos-

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Día 24: Celos

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Capítulo 5

-En el que Chat Noir se convierte en el héroe de la ciudad-

—¡Ah!

Era la tercera vez que Marinette se pinchaba en el dedo con la aguja intentando arreglar las costuras de un vestido. Notaba los hombros cargados; se había vuelto a encoger mientras cosía sin darse cuenta.

Trató de relajarlos, estirándose sobre su taburete de madera.

La mesa estaba repleta de agujas, alfileres, carretes de hilo y trozos de tela descartados. La luz de la ventana que tenía justo delante rociaba de blanco la superficie y coloreaba los objetos desparramados. A su derecha, los pequeños cajones del mueble donde guardaba los adornos estaban todos abiertos creando una sensación de desorden que no le gustaba.

La espalda también le dolía por haber estado inclinada hacia delante y tenía la vista cansada. Tanto así que creyó perdía visión cuando todo se oscureció, pero solo fue el chorro de humo negro del tranvía que pasaba por debajo de la ventana y había cubierto los cristales por un momento.

Se llevó el dedo herido a la boca, distraída, para curar la herida y volvió a sentirlo. Tenía un malestar en su cuerpo que no se explicaba, pero que llevaba días molestándola. Mientras trabajaba y lograba concentrarse este se reducía pero en cuanto su mente quedaba libre, reaparecía.

Era un peso en su estómago que le quitaba el buen humor. Perdía las ganas de reír, se sentía irritada y al mismo tiempo triste, se desconcentraba y cometía más errores. Por eso iba retrasada con sus encargos a pesar de llevar días encerrada en su taller cosiendo sin parar. Incluso había abandonado a Tikki sola en la tienda, pero es que no se veía con fuerzas de disimular ante las entrometidas clientas.

No se sentía bien.

Resopló, inquieta y se puso en pie. Apartó las faldas del vestido que llevaba y se estiró, lanzando sus manos al techo de madera hasta que el cuerpo le crujió y se paseó de un lado a otro por el pequeño cuarto. Del mueble a la puerta, y de vuelta hasta él.

Después se detuvo a colocar los lazos que sobresalían de uno de los cajones, los botones que casi desbordaban de otro, las puntillas mal dobladas, las cremalleras... Los fue cerrando con cuidado, uno a uno, hasta llegar al último.

En ese se detuvo y miró su contenido con más atención. Ahí es donde había ido guardando las distintas cartas que el sobrino del rey le había estado enviando los últimos días.

Habían pasado ocho días desde que recibió la primera, con sorpresa y expectación. Las manos le habían temblado al abrirla...

Estimada Señorita Dupain-Cheng, deseo que a la llegada de esta carta usted...

Era breve y formal, pero hizo vibrar su corazón.

Se pasó el día entero releyéndola, admirando la cuidada caligrafía del chico que la había escrito, incluso olió el aroma que acompañaba al papel y dejó que su mente se perdiera en la suntuosidad y opulencia de Kingsbury y del Palacio real, lugares que nunca conocería pero que llenaban sus fantasías.

Marinette se sintió más feliz por recibirla de lo que, después, consideró normal. ¡Solo era una carta de respuesta a la suya dando las gracias! Apenas contenía cinco líneas con frases corrientes de diplomacia, sin ningún detalle que se saliera de la estricta gentileza de un caballero noble.

Maullidos a la Luz de la Luna (Reto Marichat May 2021)Where stories live. Discover now