-Ronroneo-

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Día 16: Ronroneo

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Capítulo 4

-En el que Marinette escucha la verdadera historia de Chat Noir-

Transcurridos unos días desde la apertura oficial de la primera (y única) tienda de modas en la ciudad de Market Chipping su orgullosa propietaria, Marinette Dupain-Cheng, podía decir que los habitantes del lugar la habían aceptado bastante bien, aunque no con excesivo entusiasmo.

Si bien acudían dos o tres personas al día a encargar alguna que otra prenda, no es que fuera un ir y venir de clientes. Pero era normal y esperable que la tienda se diera a conocer poco a poco, además para dos personas era una buena carga de trabajo.

Tikki y ella se organizaban bien.

La joven pelirroja no había mentido; sus dotes para tratar con los clientes eran maravillosas. Nunca perdía su animada sonrisa por desagradable o indecisa que fuera la persona en cuestión. Los atendía con cordialidad, tomaba sus medidas, les hacía sugerencias, siendo especialmente hábil en quitarles de la cabeza las ideas más absurdas sobre la prenda sin hacerles sentir mal.

Gracias a ella, Marinette podía dedicarse a lo que más le gustaba. Y se sentía feliz convirtiendo los deseos de sus vecinos en bonitos vestidos y trajes, y más aún cuando encontraba ratos libres para seguir trabajando en sus diseños. Si las cosas seguían así, pronto tendría piezas completas para exponer en su tienda.

Además Tikki, recién llegada de la capital y sin más lugar al que ir, aceptó mudarse con ella a la casita adosada a la tienda y descubrieron que, aparte de cómo compañeras de trabajo, también se llevaban bien como amigas. Tikki era una joven alegre por naturaleza, divertida pero también con un pensamiento responsable cuando era necesario.

Tras cerrar la tienda, volvían a la casa a través del patio interior y se relajaban sentadas ante la gran chimenea; ella cosía sus vestidos y Tikki devoraba las galletas de chocolate, receta de sus padres.

Adoraba las galletas. Parecía que pudiera alimentarse solo de ellas.

Disfrutaba en especial de las animadas charlas que compartían al caer la noche; aunque en los últimos tiempos estas empezaban a girar, sobre todo, en torno a un tema por el cual su amiga sentía casi la misma predilección que por las galletas.

—Y... dime, ¿has recibido noticias de Kingsbury hoy? —Esa era siempre la primera pregunta de Tikki. La tanteaba como si nada, pero su rostro blanco y pecoso la delataba al cubrirse de un rojo escarlata junto a esa sonrisa que adoptaba entre infantil y traviesa—. ¿Algo nuevo del Caballero?

Marinette, acurrucada en el centro del sofá frente al fuego, bajaba más aún el rostro sobre el trozo de tela que estaba arreglando y fingía desinterés.

—Esta mañana llegó un paquete con botones dorados de su parte —comentó como si fuera algo sin importancia.

—Cada día envía algo maravilloso...

—Sí —convino ella, apretando los labios. Sus ojos fijos en el movimiento de la guja que entraba y salía de la tela—. Está siendo muy amable.

—¡Ya! Amable...

Marinette siguió cosiendo, aunque un calor insoportable le atacó el cuello.

Desde que la tienda abrió, había recibido paquetes provenientes del Palacio real casi cada día. Le enviaba las mejores y más finas telas para sus diseños, los adornos más distinguidos, los utensilios de costura más novedosos que llegaban a la capital.

Maullidos a la Luz de la Luna (Reto Marichat May 2021)Where stories live. Discover now