-Seguridad-

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Día 20: Seguridad

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I.

Adrien Agreste no era un chico que se moviera por presentimientos ni corazonadas, y sin embargo nada más abrir los ojos aquella mañana, tuvo la seguridad de que iba a ser un día duro.

Al posar sus ojos sobre la tinta negra del calendario de su escritorio, sintió algo.

20 de mayo

No era una fecha especial para él, aunque experimentó una leve sorpresa al ver lo avanzado que iba el mes. No es que debiera importarle que los días pasaran a tan deprisa, no obstante al ver el número arrugó la nariz.

Era uno de esos calendarios con palabras y definiciones; una para cada día. No era el regalo más horrible que su padre le había hecho, pero tampoco era de los mejores. En realidad, él solo recordaba un único regalo bueno en los últimos años: su querida bufanda azul.

Adrien se levantó para ir al baño, deteniéndose antes a leer la palabra:

Seguridad: 1. Ausencia de riesgo, la confianza en algo o en alguien. 2. Estado de bienestar que el ser humano percibe y disfruta. 3. Un nivel de riesgos aceptable. 4. Necesidad básica del ser humano.

Todavía adormilado, chasqueó la lengua retomando su camino. No solía cuestionar las definiciones de ese calendario, pero en este caso concreto no le gustó ninguna de ellas.

Y no era de extrañar, puesto que la relación del chico con la seguridad podía calificarse de amor-odio debido a la exagerada importancia que le daba su padre. Las personas quieren sentirse seguras (necesidad básica) como complemento a sentirse felices, pero ese no era su caso.

Para él seguridad era lo mismo que ausencia de libertad, y por tanto, falta de alegría en su vida.

Y esa palabra en su calendario fue solo un pequeño aviso de todo lo que vendría.

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II.

La mañana en el instituto transcurrió con una cierta normalidad para él hasta que a la hora del almuerzo tuvo que recoger sus cosas para ir a comer a su casa. Su padre no le permitía comer en la cafetería de la escuela con sus amigos, sino que le hacía ir y venir; y no era porque deseara que ambos comieran juntos. Si hubiese sido por eso, a Adrien no le habría importado.

Había otra razón, la misma de siempre.

—Es por tu seguridad, Adrien.

Debía comer en su casa, solo el menú que su padre ya había elegido para él.

Estaba resignado a esta particularidad y apenas le prestaba atención, porque intentar luchar contra este tipo de situaciones era inútil. Sin embargo, había días en que era más difícil que otros.

—Hoy tampoco te quedas a comer aquí, ¿no?

El chico, semi oculto tras la puerta de la taquilla mientras fingía ordenar las cosas en su mochila, alzó los ojos cuando Marinette le habló. No pudo evitar sorprenderse pues la chica había estado algo distante con él los últimos días.

—Ah... no. Me tengo que ir a casa.

Había estado haciendo tiempo mientras ella guardaba sus cosas, observándola por el rabillo del ojo, con la débil esperanza de que se le cayera algo para así poder recogerlo y quizás, rozarle la mano al devolvérselo.

Maullidos a la Luz de la Luna (Reto Marichat May 2021)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora