Capítulo XXXV: Colapso.

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Selene se apoyó contra la puerta que cerró tras sí, sus pulmones hacían un esfuerzo sobre humano por mantener la circulación de aire en su cuerpo e igualmente sentía que se estaba asfixiando. Ella apretó los ojos con fuerza como si evitar ver el mundo externo le impidiera sentir el oleaje emocional que se azotaba en su interior, se deslizó lentamente hacia abajo hasta encontrarse sentada en el suelo, se llevó las rodillas al pecho, junto los brazos sobre las mismas y escondió su rostro ahí.

Inhala.

Exhala.

Se repitió a sí misma.

Inhala.

Exhala.

Selene podía escuchar a su psiquiatra en su mente indicándole qué hacer de tantas veces que lo había vivido, reconocía los síntomas: la presión, la ansiedad, la aparente ausencia de aire, el movimiento involuntario de sus músculos... Era un ataque de pánico.

Sí, es que para una persona defectuosa como tú estás cosas son normales, exclamó la voz de su madre en su mente. Si las cosas seguía así podía entrar en una especia de catatonia y perder su poca lucidez, lo veía venir, odiaba cuando esos hechos ocurrían, se salían completamente de su control y hacía estupideces como destrozar todo el estudio de su hermano, era extraño cómo su cerebro en ciertos estados no le pertenecía y se sentía completamente ajeno a ella. 

Selene hundió sus manos en su largo cabello blanco y lo agarró en puñados.

— Oye —pronunció una voz femenina.

La palabra fue suficiente para atraer la atención de Selene y hacerla levantar la mirada velozmente. La chica ante ella tenía la piel pálida y el cabello rubio acaramelado, asemejándose a la miel, ligeramente más claro y atado en un moño alto, con varios mechones cayendo sobre su rostro.

—¿Estás bien?—su voz dejaba entrever sincera preocupación— No sé qué tan higiénico sea sentarse en el suelo de un baño de esta escuela —señaló la joven en lo que parecía ser un intento de poner un tema de conversación para despejar a Selene. 

Selene le dio una ojeada a la suelo.

En definitiva no se había percatado de dónde estaba, simplemente había entrado en la primera puerta que vio para escapar de las miradas entrometidas. Selene intentó ponerse de pie pero sus piernas no respondieron, ella hizo una mueca, sentía un hormigueo en sus extremidades, las cuales seguramente llegaron a ese estado por su tensión.

La otra chica se percató de su debilidad y la ayudó a ponerse de pie.

—Soy Helena ¿Cuál es tu nombre?

—Selene... Selene Aldrich.

—¿Aldrich?¿Eres familiar de Lysander?

—Su hermana — aclaró Selene— lo siento tuve un... episodio.

Selene no sabía cómo más definirlo, además no quería que esta chica tan amable la viera como una demente, sería más fácil explicar que llegó a ese estado por estrés de las clases o alguna excusa por el estilo, antes que hablar sobre su esquizofrenia y lo rota que se sentía.

— Tranquila, puedo notar que no es tu mejor estado ¿Quieres echarte un poco de agua en el rostro? — Helena señaló los lavamanos — a mí me ayuda a despejarme y es refrescante, seguro te viene bien.

Selene no sabía si aceptar o rechazar, a la final ni siquiera le dio una respuesta, simplemente dejó que Helena la ayudara a llegar a los lavamanos y se echó agua en el rostro tal cual le habían indicado, para su sorpresa, si se sentía diferente cuando terminó.

Aunque probablemente no era el agua, sino la amabilidad de la chica, a la que estaba totalmente desacostumbrada. 

—Gracias —Selene no decía esa palabra con regularidad pero sintió que era necesario.

— ¡No te preocupes! ¿Quieres que te acompañe hasta tu dormitorio o la enfermería?—se ofreció Helena.

Selene recordó que la psicóloga del L'hiver Institut le había dicho que si necesitaba su ayuda acudiera a ella sin importar qué, ahí tendría el apoyo y la orientación que necesitara. Sin embargo, Selene no quería ir con ella, se sentía realmente exhausta y con pocas energías para lidiar con alguna sesión de terapia, en su lugar, Selene optó por otra opción, en su casillero había dejado algunas de sus medicinas, podría tomar la que su psiquiatra le recetó como ansiolítico, únicamente en situaciones que realmente lo necesitara y lo viera necesario.

La psiquiatra le advirtió que no lo usara indiscriminadamente, solo como opción de rescate y Selene había seguido sus instrucciones al pie de la letra.

Y definitivamente, esa situación calificaba para tomarse esa medicina.

—Tengo un medicamente en mi casillero que me ayuda con esto —explicó Selene— Iré por eso, gracias, de nuevo.

Selene se dirigió hacia la puerta pero la voz de la chica la frenó:— espera.

Selene se giró para mirarla.

—Primero, igualmente te acompañaré porque te sigues viendo inestable —puntualizó Helena alzando un primer dedo y luego añadió mientras levantaba un segundo dedo: —segundo, te puedo prestar algo de maquillaje, no tienes la mejor apariencia, un poco de rubor y un hidratante en los labios y voilà, los demás no notaran nada.

Selene observó su reflejo, nunca había aprendido a utilizar el maquillaje, se le hacía extraño sentir algunos productos en contacto con su piel, pero quizás Helena tenía razón, la joven asintió no del todo segura pero dispuesta a probar algo nuevo. Helena sacó los implementos de su mochila y ayudó a Selene a organizarse un poco, no le sorprendió que tuviera razón, porque cuando terminó de aplicarle el maquillaje la piel de Selene lucía ligeramente menos enfermiza de lo usual. 

— Gracias —Selene había perdido la cuenta de cuantos agradecimientos le había dado.

—Vamos, muéstrame el camino hasta tu casillero.

Helena acompañó a Selene fuera del baño y caminaron por el pasillo una al lado de la otra.

—¿Eres estudiante de arte o de otra especialidad? —inquirió Helena.

—Arte.

—Yo igual, me encanta el dibujo digital, aunque experimento mucho también ¿Qué te gusta más?

Selene lo pensó un instante.

—Pintura al oleo —respondió finalmente tras recordar los lienzos que tenía en casa, no tenía un gusto específico pero si tuviera que optar por algo sería eso.

—Suena genial, deberías mostrarme algún día.

Selene asintió y se detuvo frente al casillero que le habían asignado, mientras lo abría, Helena le dijo: —Si necesitas ayuda puedes buscarme, te veo mejor y yo tengo un compromiso.

—Sí, por supuesto —respondió Selene con tono neutro, no sabía como manejar la personalidad tan cálida y amable de la joven —Gracias.

Helena se despidió con una mano y luego se alejó perdiéndose entre los demás estudiantes que habían en el pasillo.

Selene abrió su casillero y un par de hojas cayeron al suelo.

Ella frunció el ceñó sin recordar tener papeles sueltos ahí guardados, se agachó para recogerlos, por un lado eran partituras y cuando lo giró había algo escrito, incluido su nombre en la esquina superior izquierda de la hoja.

¿Qué era eso?

¡Gracias por leer! <3

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Aumentamos la meta de estrellitas a 70 para la próxima actualización ¡Los quiero! Nos leemos pronto. 

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⏰ Última actualización: Aug 10, 2021 ⏰

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