Capítulo VI: Buscando un Misterio.

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  — Bueno, ¿Qué vas a hacer? — preguntó Ian minutos más tarde. En cuanto había terminado el arranque de risa de Amely, se había parado de la banca tras mirar su reloj y confirmar que tenía un par de minutos para llegar a clase, habían estado perdiendo el tiempo durante una hora junto a la fuente, pero seguramente para Amely fue fructífero, pues aquella historia la contaría a futuras generaciones. 

  — No lo sé — confesó Cassie mientras caminaban por el pasillo. Ian no tenía clase hasta la tarde y Amely pensaba faltar, ya que no tenía muchas ganar de escuchar la cátedra del maestro. Por su parte, Cassie no podía permitirse hacer aquello, ya que tenía un promedio que mantener para su beca, para su suerte, era responsable hasta la médula.

Aquello era algo que su tía le había recriminado varias veces, puesto que durante la secundaria había sufrido muchas tensiones con respecto a la entrega de trabajos y como no quería quedar con sus maestros, siempre había sido una estudiante ejemplar y quería mantenerlo así. Su tía le había dicho que no debía dedicarle todo al estudio, que había muchísimo más en la vida.

Pero eso no persuadió a Cassie en absoluto. 

Entró en clase con la cabeza en alto, saludó al maestro y se sentó donde siempre solía hacerlo, ni atrás ni adelante en el auditorio, simplemente en la mitad, donde podía mezclarse con el resto de los alumnos y participar de vez en cuando.

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Tras divagar durante el resto de sus clases, los ánimos de Cassie habían caído en picada y ahora ella misma parecía un espíritu errante vagando por todo el instituto, no le sorprendería verse a sí misma en el espejo y espantarse por su semblante actual. Por suerte, sus clases habían culminado por ese día y era final de semana, más no podía pasar el viernes como normalmente hacía, ella solo deseaba llegar a su dormitorio y acurrucarse bajo las mantas de su cama. 

Más no podía hacerlo.

Debía entregarle la libreta a Lysander y aún se debatía sobre cómo hacerlo, su cabeza no lograba dar con una solución y no entendía por qué le causaba tantas dudas simplemente mirarlo a los ojos y devolvérsela con una disculpa. En clase, le había echado un vistazo a sus estupendos y admirables dibujos, no había tenido la intención pero la curiosidad le había ganado; la habían dejado sin palabras, lo cuál era difícil y quería ver el resto de sus obras de arte. 

Aún peor, quería verlo mientras dibujaba. Podía imaginarlo: su mano moviéndose con trazos limpios por todo el papel, rápida y fluida, algo manchada por el grafito, su mirada abstraída en lo que hacía con concentración y dedicación, como siempre, sin mostrar indicios de emoción alguna. El cabello casi blanco cayéndole a ratos en el rostro y él apartándolo para poder seguir ensimismado en su dibujo. 

Cassie dejó sus cosas en la taquilla y apretó la libreta contra su pecho, ya parecía un acto involuntario, lo había hecho varias veces ese mismo día. Ella no entendía por qué le costaba tanto trabajo acercarsele y devolverle la libreta, sin más. No, ella tenía que hacer de todo aquello la mayor hazaña de su vida.

Tomó una respiración profunda y comenzó a buscar a Lysander por los pasillos, mientras veía como los demás alumnos salían de sus clases y se despedían entre sí, algunos irían hacia los dormitorios y otros hacia la ciudad, ya que el instituto de invierno quedaba en las afueras. Para los estudiantes que venían de otras partes, como Cassie, era más sencillo vivir en los dormitorios del instituto, por la parte posterior de este, bajando una pequeña colina, mientras que para los alumnos que vivían en la ciudad y que podían pagar apartamentos ahí, pues era darse un mejor estilo de vida y comodidad, puesto que podían tener su propio espacio.

Contrario a Cassie, que tenía una compañera que era estudiante de Arte, bastante tímida y retraída en si misma. Ella había intentado una y otra vez establecer una conversación sobre temas casuales, algunos sin sentido, sin recibir la más mínima respuesta por parte de la chica. 

Cassie suspiró y miró su reloj, llevaba más de cuarenta minutos paseándose de un lado para el otro por el instituto sin el más mínimo indicio de la presencia de Lysander. Decidió darse una última vuelta por el jardín central y si no lo veía, se iría a su dormitorio. El cansancio estaba haciendo estragos en su cuerpo y lo único que quería era poder acurrucarse con un buen libro y una taza de chocolate caliente en su cama.

Además, la tarde estaba siendo consumida con rapidez por la oscuridad de la noche, el frío continuo haría el aire más espeso e invernal, la temperatura descendería y ella no toleraba muy bien la frialdad nocturna. Normalmente llevaba saco, fuera de día o de noche, y no comprendía como habían alumnos que andaban simplemente con la camisa, la cuál era muy fina, a su parecer. 

En cuanto se dio por vencida en la búsqueda del propietario de aquella libreta que colmaba sus pensamientos, Cassie comenzó a caminar hacia los dormitorios. 

Tras descender por la escaleras de la colina que comunicaban el instituto con los dormitorios, se encaminó entre las hileras de los edificios. De algunas ventanas surgía luz y otras simplemente hacían parte de la penumbra, todos los dormitorios eran iguales en tamaño y distribución, contaban con el espacio suficiente para dos camas individuales y  dos escritorios, de cada lado de la habitación había un armario y en la pared izquierda encontrabas el baño. 

Cassie llegó exhausta al dormitorio, no entendía porque sentía una pesada carga sobre sus hombros y los trabajos que le habían dejado no ayudaban en absoluto. Solo quería desmayarse y despertar con todos sus problemas resueltos, pero aquello era tan imposible como deshacerse del dolor de cabeza que estaba por llegar a molestarla. 

  — Hola, Helena — saludó Cassie con los ánimos por el suelo.  Su compañera estaba sentada con las piernas cruzadas sobre su cama, llevaba el cabello rubio recogido en un moño desordenado y estaba pintando con tizas y agua, nada en particular, solo dejaba que los colores se extendieran y mezclaran por el blanco papel.

La chica solo levantó la cabeza y asintió en su dirección, en sus ojos azul indigo una clara advertencia de que no la molestara. 

  — Puedo preguntarte algo... — comenzó Cassie antes de tragarse su valentía, aunque Helena pareciera una chica débil y nada  problemática tenía una mirada que seguramente podía callar hasta al maestro Antoine. Las palabras de Cassie atrajeron su atención y se quedó mirándola expectante, a la espera de la interrogante — . De casualidad, ¿Sabes dónde puedo encontrar a Lysander Aldrich mañana? 

Gracias por leer <3

MonocromáticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora